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Los agujeros de las carpas penitenciarias

Don Exleine Sánchez, destituido como viceministro de Justicia, tiene razón: fue una ocurrencia. Pero no solo eso. La idea de usar carpas como cárceles —que pareciera seguir viva— reitera conocidas facetas sobre la dinámica de las decisiones gubernamentales. No merecen aplauso.

Primera. Los especialistas del Ministerio de Justicia, a cargo del sistema penitenciario, se opusieron a la iniciativa. Entre sus razones estuvieron la inseguridad de las carpas, su acelerado deterioro, la cantidad de personal requerido, la posible vulneración de derechos de los reclusos, el impacto presupuestario y la ausencia de experiencias internacionales exitosas. La falta de planeamiento y rigor para seguir adelante fue evidente; casi escandalosa.

Segunda. Luego de que Sánchez, en cumplimiento de su deber, comunicara esas inquietudes al ministro Gerald Campos, la respuesta inmediata fue de molestia; la siguiente, tras pocas horas, comunicarle que el presidente Chaves quería su renuncia. El mensaje es que la independencia de juicio y los criterios discrepantes, tan necesarios para la buena toma de decisiones, no se aceptan, aunque sean fundados. La obediencia se impone.

Tercera. El origen de la ocurrencia es confuso. Sin embargo, nada sugiere que se afincara en estudios o que la planteara un experto solitario; ni siquiera un hablantín desinteresado. Más bien, tomó cuerpo cuando representantes de la empresa española ARPA, dedicada a ese negocio, se la propusieron al ministro Campos en una reunión. El argumento de venta fue persuasivo. Alcanzó mayor ímpetu luego de que este y la viceministra Carolina Campos viajaran a España con el propósito manifiesto de conocer su sistema penitenciario. La poca claridad sobre la interacción entre los intereses de una compañía y las decisiones de política pública merece, por lo menos, explicación.

Cuarta. A pesar de lo anterior, el presidente Chaves dijo que no dará marcha atrás por “la opinión de un exfuncionario”. Desconoció que este expuso sólidos criterios técnicos, no ideas fortuitas. La mezcla de tozudez y distorsión no sorprende. Razón de más para la inquietud.

Las carpas normalmente se usan para cubrir algo. En este caso, sus agujeros han sido tan numerosos como reveladores. Es lo único positivo del caso. Sobre el resto, nada bueno puede decirse.

Correo: radarcostarica@gmail.com

X (anteriormente, Twitter): @eduardoulibarr1

El autor es periodista y analista.

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