Edgar Saba: "Vargas Llosa es un autor realista y a '¿Quién mató a Palomino Molero?' le he dado el toque fantástico de realismo mágico"
De la producción narrativa de Mario Vargas Llosa (premio Nobel de Literatura 2010 y miembro de la Academia Francesa), compuesta por veinte novelas, quizá ¿Quién mató a Palomino Molero? sea uno de sus trabajos de ficción menos atendidos. En ello ha tenido que ver el propio autor, quien en más de una ocasión ha declarado que se trata de un proyecto que escribió a manera de descanso tras la publicación de La guerra del fin del mundo (1981) e Historia de Mayta (1984). Claro, no hay que confundirnos, si señalamos que se trata de un proyecto menos atendido, no significa que este no muestre las virtudes narrativas de su hacedor, solo que el mismo está enmarcado en el registro policial, un género que hasta el día de hoy no recibe la atención y valoración que merece. Y queda claro también que si ¿Quién mató a Palomino Molero? lo hubiera escrito cualquier otro autor rankeado, sería, sin duda alguna, su obra mayor. Así de gigante es Vargas Llosa.
El género policial tiene dos cualidades a subrayar: debido a su morfología plástica, puede ser adaptado a otros registros, como el teatral o cinematográfico; y la otra: es un género que permite ingresar a los circuitos de las solvencias e inconsistencias de la dimensión humana debido al requisito de la férrea interacción de los personajes.
Tras lo dicho, destaquemos la adaptación teatral de la novela a cargo del reconocido dramaturgo y director Edgar Saba, quien la viene presentando en el teatro Marsano con muy buena recepción del público.
“No es la primera vez que adapto una novela de Vargas Llosa, ya antes, en el 2012, lo hice con La ciudad y los perros. Curiosamente, ¿Quién mató a Palomino Molero? la leí en los meses de la pandemia. Esta novela nos habla de un asesinato, pero también de una historia de amor en el norte peruano, en Talara. Esta historia está basada en hechos reales que hasta hoy no se han podido descubrir. Es la historia de una búsqueda. Cuando le mostré el guion a Mario, me dijo que lo había convertido en un autor del realismo mágico”, declara Saba a La República.
“Lo digo porque él es un escritor realista y yo le he dado un toque bastante fantástico del realismo mágico. Esto es lo que a mí me llevó a darle un giro a la novela para la puesta en escena, porque obviamente yo siempre pienso que el teatro se escribe para ser representado, más que para ser leído. Lo que hice fue plantear unos flashbacks, unos juegos de tiempo y de espacio, de tal forma que el desierto, que es un escenario fundamental, se transforma en otras locaciones. De pronto, el espectador verá que hay una mesa y esta se convierte en el escritorio del coronel y luego pasa a ser una taberna”, explica el director sobre la estructura cambiante del escenario, como si las locaciones surgieran de la tierra.
La obra se estrenó el pasado 10 de julio y Saba no es ajeno a la recepción del público. “Me alegra que me preguntes sobre el público, porque este proyecto era una deuda para mí. Así como es un homenaje para Vargas Llosa, lo es también para Osvaldo Cattone, quien me llamó para llevar a cabo el proyecto que le había ofrecido, El rey se muere de Ionesco. Desde ese momento, el recordado Osvaldo quería hacer, al igual que yo, una conjunción. Queríamos romper con la idea del teatro comercial que de alguna manera se relacionaba con el Marsano. Yo vengo de la Católica, dirigí su centro cultural, entre otras cosas, y lo que queríamos era ser inclusivos. En esta obra actúan Gustavo Bueno, Susan León, por ejemplo, y esto ha repercutido en el público. Está yendo gente que antes no iba al Marsano por esta cuestión de la élite intelectual. El teatro Marsano es una gran institución que lleva cincuenta años y que tiene su propia gente. La respuesta está siendo magnífica. Van muchos jóvenes, gente que nunca antes habían ido a Marsano, gente que solía ir al CCPUCP o a la Plaza”.
Como en toda de obra de raíz policial, la adaptación de ¿Quién mató a Palomino Molero? sigue una dinámica infalible. “Esta es una obra de suspenso, pero a la vez muy divertida. Tenemos a Óscar Carrillo, quien regresa al teatro después de buen tiempo, y Óscar Beltrán. Al público le encanta la dupla de los dos investigadores, como si fueran el policía bueno y el policía malo. Ellos van investigando a pesar de que se van corrigiendo y contradiciendo. Son los que en realidad llevan la narrativa de la historia, que nos relata cómo y por qué mataron a Palomino Molero”.
Un factor clave de la obra es el humor. En este sentido, Saba señala lo siguiente: “Yo considero siempre que en una obra de teatro debe haber tres elementos fundamentales. Uno, que el público entienda lo que pasa; que sienta, que se conmueva; y que se divierta. Esa diversión puede nacer de momentos cómicos, de una comedia, pero también del suspenso, del terror, del miedo, de la acción. ¿Quién mató a Palomino Molero?, y no lo digo por ser el director, cubre esos tres aspectos”. Agenden.