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Pogacar se corona en Niza como nuevo emperador del Tour de Francia

Abc.es 
Por primera vez en la historia, el Tour de Francia no claudica en los Campos Elíseos, a la sombra de la Torre Eiffel , a causa de los inminentes Juegos Olímpicos de París. Mónaco y Niza, alfa y omega de la última etapa de la edición de 2024, una crono, rezuman estilo, billetes y un modo de vida al que sería fácil acostumbrarse. Pero carecen de historia, no estremecen como la capital gala y ese lujoso cortijo de la Costa Azul se hace insignificante cuando Tadej Pogacar atraviesa sus calles a toda velocidad, enfundado de amarillo el esloveno, listo para celebrar su tercera conquista en la prueba gala. No hay días festivos para el prodigio del UAE, no amaga con pasear su talento ante los aficionados que enloquecen a su paso. Quiere coronarse siempre que tiene oportunidad, hacer sentir a sus rivales que ahora mismo están a años luz de su pedaleo. Evenepoel y Vingegaard firman un tiempo fantástico, que en cualquier otra realidad o mundo paralelo serviría para alzar los brazos y celebrar una victoria. Pero Pogacar es un villano, un antihéroe, y una vez más su ejercicio es de matrícula de honor. Cruza Tadej la meta con una diferencia de más de un minuto sobre el astro danés. Niza se derrite ante su poderío, la fiesta es total con sus compañeros y los rivales le felicitan con la cabeza baja. Remco llora desconsolado. El Tour de Francia se rinde a su emperador. Pone fin el balcánico de 25 años a una de las mayores exhibiciones de la historia de la carrera más importante del ciclismo mundial. Ha tenido dignos rivales, vítores para el colmillo de Evenepoel y el sacrificio de un mermado Vingegaard, pero el genio de Komenda, una pequeña localidad al norte de Liubliana, se ha deshecho de ellos con una superioridad estratosférica, cuando y como ha querido. Son seis sus victorias en la edición de 2024, cada cual más espectacular que la anterior y todas ellas en alta montaña, salvo la conseguida en la crono de este domingo. Se le pregunta si es el nuevo 'Caníbal', un título que el propio Eddy Merckx le cedió hace unos años, pero Pogacar, con su carisma habitual, se ríe de la seria pregunta de los periodistas. «No me gusta mucho la carne. Soy más de comer dulces», responde el esloveno con una sonrisa pícara. Celebra Tadej su tercer Tour, ese que le permite compartir palmarés con el francés Louison Bobet y con el inglés Greg Lemond , y lo hace con efusividad, pues en las dos últimas ediciones fue derrotado, incluso humillado, por Vingegaard y su galáctico equipo de Visma. Pero es en esta temporada, el balcánico ha devuelto las facturas. Su superioridad no ha tenido parangón, siempre ha competido y casi siempre ha ganado. Por supuesto, su doble conquista en el Tour y en el Giro de Italia quedará en los libros de historia, pues nadie lo había logrado desde el legendario Marco Pantani en 1998. Pero son muchas más las plazas que han sufrido el talento de Tadej. Ha sumado 18 conquistas esta campaña, más que en ninguna de las cuatro anteriores como ciclista profesional. El pasado mes de abril consiguió 12 de ellas en solo 18 días de competición. Fue en la Clásica de Jaén (primero), la Vuelta a Andalucía (primero y tres etapas), París-Niza (primero y tres etapas), Tour de Flandes (primero), Amstel Gold Race (primero) y Flecha-Valona (primero). Solo se le resistió la Milán-San Remo, donde claudicó ante Jasper Philipsen , pero luego volvió y se hizo con la Strade Bianche, la Volta a Cataluña y la Lieja-Bastoña-Lieja. No se sabe muy bien qué pasa por la mente de Pogacar, pues incluso coquetea con presentarse a la Vuelta de España , que comienza el 17 de agosto, para intentar un triplete que le elevaría hasta la categoría de deidad. Aunque su llegada a la Península parece una quimera, lo que sí es seguro es que el esloveno intentará cerrar su espectacular 2024 con un oro olímpico. Acudirá como estrella de Eslovenia a París 2024 e intentará hacerse con un metal que le esquivó en Tokio 2020, donde fue bronce tras el ecuatoriano Richard Carapaz y el belga Wout van Aer. Un cierre de legendario para el que ya es, por derecho propio, el nuevo emperador del Tour de Francia.

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