Los relaves mineros que contaminan el río Rímac
“Este material está depositado aquí desde hace más de 30 años. Son pasivos ambientales; es decir, relaves de minas que ya dejaron de operar y están aquí en completo abandono. Es el Estado el que debe ver su tratamiento”, dice don Genaro Aguilar, poblador y dirigente de la comunidad de San Mateo de Huanchor, ubicada a la altura del kilómetro 94 de la Carretera Central. Se refiere a las pequeñas montañas de deshechos de mineral, blanquecinas o grises, que hay a lo largo del cauce del río Rímac.
En épocas de mayor calor, el nivel de las aguas baja y el polvo de las relaveras se levanta, lo que contamina el suelo, el cauce del río y el aire que las comunidades cercanas respiran. “Cuando crece el río, las aguas absorben todo ese mineral que ha caído. Y estamos tomando agua contaminada, los animales que tenemos también, y los suelos y los cultivos también se contaminan”, explica Genaro. En épocas de lluvia, los residuos de los cerros de relave son arrastrados y también van a dar al río.
La Red Muqui —un colectivo de instituciones que trabajan en el tema de minería y medio ambiente— hizo un seguimiento todo el 2023 con mediciones sobre la calidad del agua del río Rímac y los terrenos cercanos. Ellos tomaron muestras en inmediaciones de tres de las mayores relaveras existentes en la cuenca alta del río Rímac: los relaves mineros 1 y 2 localizados en el cerro Tamboraque; el nuevo relave formado por el traslado de los relaves de Tamboraque a Chinchán; y los relaves de Millotingo-Pacococha. Con esos estudios se elaboró el informe Análisis de riesgos e impactos ambientales de la actividad minera en la cuenta alta del río Rímac.
“En estas tres zonas es donde están ubicados los relaves de más alto riesgo”, dice Edwin Alejandro, ingeniero ambiental y encargado del Área Socioambiental de la Red Muqui. Se tomaron muestras de agua y sedimentos en 26 lugares alrededor de estos tres sitios. La contaminación ocurre en la cuenca alta del Rímac, pero esas aguas son captadas en su recorrido por Sedapal para dotar de agua a Lima. El estudio alerta sobre el peligro para la salud de la población e incluso sobre la posibilidad de que el suministro se interrumpa si el relave cae al río.
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“Este nuevo estudio revela la contaminación ambiental del río Rímac, la fuente de agua más importante para la ciudad de Lima, por metales pesados y otras sustancias químicas originados por los relaves y pasivos mineros. Estos resultados evidencian que la capital no es ajena a los impactos de las actividades mineras que generan conflictos socioambientales en el interior del país”, señala Red Muqui.
Metales en el agua
Estos grandes pasivos ambientales afectan directamente a la población de los distritos de San Mateo de Huanchor (con cinco comunidades campesinas) y de Chicla (con nueve pueblos y anexos), ubicados entre los 3.000 y 4.500 metros de altura. La contaminación —por otros pasivos ambientales— alcanza también a los ríos Aruri y Mayo, afluentes del río Rímac.
El documento Análisis de riesgos e impactos ambientales de la actividad minera en la cuenta alta del río Rímac de la Red Muqui, realizado con el apoyo de la Diócesis de Chosica y de la Comisión Episcopal de Acción Social (CEAS), se presentó esta semana y señala que según el Estándar de Calidad Ambiental (ECA) del Minam, el Rímac presenta aguas ácidas (alto PH) en la zona de Pacococha-Millontingo, que pueden impactar negativamente en la salud de la población.
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Sobre restos de mineral en las aguas superficiales, dice que en la zona del relave Pacococha-Millotingo, la presencia de aluminio supera hasta en 5 veces los valores permitidos. El cadmio supera hasta en 21 veces lo permitido, y el hierro supera hasta en 43 veces lo permitido en el mismo lugar. Otros minerales presentes son el cobre y el arsénico, con mayor presencia en la zona de Tamboraque.
El plomo también está presente en las aguas de la cuenca alta del Rímac y supera hasta en 22 veces lo permitido por el Minam en inmediaciones de los relaves de Pacococha-Millotingo y Tamboraque. Hay también manganeso y zinc, que superan hasta cuatro veces lo permitido.
“Esa agua del río, que viene con esos relaves, es usada por algunas comunidades para consumo humano porque no tienen agua potable. Y esas mismas aguas se utilizan para regar sus cultivos. Cuando el aire se lleva el polvo de las relaveras a los terrenos cercanos, estos se van sedimentando en distintos puntos y los pastos mueren o se contaminan. Los animales también comen eso”, explica Edwin Alejandro, de la Red Muqui.
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Se trata de pasivos mineros; es decir, material abandonado por los operadores de minas que ya no están en funcionamiento. Por ello, el Estado debería hacerse cargo.
“La institución Activos Mineros, del Estado, es quien hace la remediación. Pero no tiene interés en hacerlo”, dice el ingeniero Alejandro.
El informe señala que la cancha de relaves de Tamboraque presenta problemas de desplazamiento e inestabilidad y recomienda que se debe actualizar el estudio geotécnico de los relaves 1 y 2, instalar nuevos inclinómetros y disminuir la carga. En la zona de Chinchán recomienda estabilizar los procesos erosivos de deslizamientos y derrumbes sobre la geomembrana y proteger con biomantas el talud de las canchas de relave donde se observan surcos. Para Millotingo-Pacococha recomienda “asegurar los taludes colapsados, proteger el material con biomantas, reforestar con plantaciones y construir gaviones rocosos al pie del talud del depósito de relaves para evitar su colapso sobre el río (Rímac)”. Para tener en cuenta.
La población de San Mateo de Huanchor y Chicla se ha organizado en la Plataforma por la Defensa y Promoción del Medio Ambiente de la Cuenca alta del río Rímac para hacerse oír. “En el pasado hemos ido al Minam y al Ministerio de Energía y Minas. Hemos expuesto el tema, pero hasta ahora todo ha sido un saludo a la bandera”, dice Genaro Aguilar, poblador de San Mateo.