28 de julio, por Cynthia Cienfuegos
El pasado 28 de julio, los peruanos y peruanas presenciamos un mensaje a la nación de 79 páginas, lleno de frases pomposas y datos cuantitativos que se extendieron a lo largo de las cinco horas que duró. Sin embargo, lo que el Perú necesitaba era un mensaje político y social claro, frente a la degradación institucional que atravesamos, y del cual este Gobierno permanece en absoluto silencio.
El Perú llega a sus 203 años de independencia con múltiples fracturas sociales, con una democracia en recesión y con una crisis institucional sin precedentes. Este 28 de julio, los peruanos y peruanas recibimos un país en cuidados intensivos. La confianza se ha quebrado, la pobreza ha aumentado, la minería ilegal ha adquirido, formalmente, cuotas de poder y las prácticas de discriminación siguen vigentes. En este nuevo aniversario patrio, no se pueden celebrar los valores que se proclamaban en 1821, y que hoy el Perú está perdiendo: libertad e independencia. Estos son tiempos, más bien, para recordar que la tarea pendiente de la reconciliación y de la reconstrucción de confianza debe pasar del discurso a un proyecto político viable que reconozca las voces de todas y todos.
En este escenario, los más de 25 partidos políticos inscritos también deberían asumir una posición a favor del Perú y ser una caja de resonancia para las múltiples voces que piden cambios sustanciales en el sistema político y democrático. Una muestra de compromiso con el país es poner sus liderazgos, conocimientos y capacidad movilizadora para denunciar el atropello institucional que vivimos. Sería incoherente querer entrar a un terreno de juego electoral donde no se garantice un proceso limpio y transparente, o pretender ocupar un cargo de elección popular en el que las instituciones han sido capturadas.
Necesitamos ciudadanías renovadas y liderazgos políticos que gestionen la indignación y frustración social que hoy impera. Que la tarea sea recuperar el Perú.