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Una calzada con 40.000 columnas de basalto de hace casi 60 millones de años

Abc.es 
En el siglo XX fue uno de los lugares más golpeados por la violencia, pero el Belfast de hoy se ofrece como un destino animado, que trata de curar las heridas, entre gente hospitalaria, curioso por sus murales políticos e interesante por la historia del Titanic , el transatlántico que se construyó en sus astilleros. La primera impresión de Belfast suele coincidir. Sus visitantes hablan de una ciudad gris, de loca climatología, con bulliciosos bares y música irlandesa en vivo , y muy industrial. En sus calles mandan el ladrillo rojo y la piedra, excepto en el puerto y su histórico astillero donde vio la luz el Titanic, el barco de pasajeros más famoso de la historia. De ahí que su museo multisensorial asombre al que lo visita con la recreación de su proa «luchando contra el hielo» y la misma altura de su quilla (27 metros), levantado justamente en la isla de Dargan donde se diseñó y se construyó el transatlántico. Todo un llamativo edificio ubicado a pocos metros de la famosa grúa amarilla de Harland y Wolff , la gigantesca reina del astillero, y del Dique Seco Thompson, el lugar donde se colocaron en 1912 las hélices del navío que hoy custodia la destilería de whiskey Titanic (Titanic Distillers) , recordando cómo esta bebida era la principal recompensa de los trabajadores tras su dura jornada diaria. En el interior del museo Titanic Belfast , que se extiende por seis plantas y diez galerías interactivas, se ven los camarotes de las diferentes clases, la sala de máquinas, la cubierta y se puede escuchar la simulación del sonido de los mensajes por morse que se enviaron desde el barco antes de su trágico final. Los visitantes pueden, incluso, viajar en cabinas flotantes que recuerdan los traslados de los trabajadores a los puntos más altos de la nave sobrevolando cerca de los remaches y las placas de hierro como si fuera una atracción de Disneyland al estilo del 'Vuelo de Peter Pan', todo para entender mejor cómo era la vida de tripulantes y pasajeros. Además, para los que quieran recordar aún más a DiCaprio y Winslet en el célebre filme de James Cameron se muestra una proyección en 3D que permite pasear por la cubierta y estar delante de la Gran Escalera, una de las dos escalinatas que servían como entrada de la primera clase del transatlántico. Abandonando el Titanic Quarter, no está de más acercarse al centro histórico de Belfast para pasear por sus calles y monumentos. Una buena idea es comenzar por el Mercado de San Jorge , siempre que sea viernes, sábado o domingo, los días en los que permanece abierto, para recorrer el único mercado victoriano que ha sobrevivido a nuestros días. En este mercado inaugurado en 1890 donde se concentraba el ganado transportado en carretas, la gente hace hoy la compra –sobre todo pescado fresco–, desayuna un Ulster Fry (con bacon, pudin, salchichas, una rodaja de pan de soda, patatas y huevos fritos), toma algo oyendo música en vivo y compra artesanía y antigüedades. Solo a cinco minutos a pie, el centro comercial de Victoria Square ofrece la mejor panorámica de Belfast subiendo a su popular cúpula acristalada y un poco más adelante el Ayuntamiento se distingue como el edificio más visitado de la ciudad. Fue inaugurado en 1906 para celebrar la concesión de 'ciudad' que le otorgó la Reina Victoria y su visita interior guiada es gratuita para quien la solicite en la entrada. Asombra el Gran Salón, el Salón del Consejo y sus hermosas vidrieras que rinden homenaje a las víctimas de la gran hambruna (1845-1849) y a quienes lucharon en la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Otros iconos de Belfast son el Albert Memorial Clock , el 'Big Ben irlandés', y el Parlamento de Stormont, la actual Asamblea de Irlanda del Norte, que no recibe visitas en su interior, pero sí admite pasear por su parque público. En los barrios más céntricos de Belfast se observa también cómo la música tradicional irlandesa está en el adn de sus habitantes que se concentran en las tabernas más populares. Una manera de disfrutar esta experiencia es participando en una ruta musical con dos artistas locales como guías. Davy Maguire, con su flauta, y Teresa Clarke, con su violín, caminan en compañía de los visitantes por callejones adoquinados hasta llegar a alguno de los bares privados ubicados en los edificios más antiguos de la ciudad como McHughs (1711) y Madden's Bar (1751). La pareja interpreta sus melodías todos los sábados y con ellos baila Jasson Donnelly, un joven que sorprende con sus pasos y sus prodigiosos saltos. Mientras que los espectadores toman una Guinness, un whiskey o una sidra, los artistas hablan también sobre las costumbres y la historia de esta actividad tradicional. Inf: www.belfasttradtrail.com Aunque el pasado 10 de abril se cumplieron 26 años de los Acuerdos de Paz en Irlanda del Norte, lo cierto es que el anhelo de ver un Belfast sin barreras sigue siendo un sueño. Los elevados Muros de la Paz, de ocho metros de altura, entre Shankill Road y Falls Road , continúan en pie y constituyen el principal reclamo turístico de un Belfast un poco más aceptado entre católicos y protestantes que intentan empezar a respetarse más. Incluso se celebran más matrimonios mixtos y aumentan los colegios integrados con niños de los dos grupos. Sin embargo, en Shankill Road proliferan las banderas británicas y en Falls Road impera la de la República de Irlanda, mucho más ahora que el Sinn Fein está al frente del Gobierno del Ulster y lucha por la reunificación de las dos Irlandas. En esa frontera que bloquea el paso de los barrios obreros abundan los murales donde cada bando maneja su postura aceptando las reivindicaciones que dejan otros visitantes de diferentes lugares del mundo. Sería imperdonable abandonar Belfast sin disfrutar de su excursión más popular: la Ruta Costera de la Calzada. Abarca doscientos kilómetros entre Belfast y Derry y maravilla por sus extraordinarias formaciones geológicas, playas hermosas y excitantes rutas sobre acantilados. La Calzada del Gigante es su punto estrella con sus 40.000 piedras en forma de peldaños hexagonales que datan de hace casi 60 millones de años, pero toda la costa está salpicada de lugares excepcionales, como el puente colgante de cuerda de Carrick-a-Rede , para sentir el crujido de los tablones de madera con el fuerte viento y el sonido de las olas bajo los pies; las románticas ruinas del Castillo de Dunluce o algunas localizaciones de 'Juego de Tronos' que atraen a los numerosos seguidores de la serie: el castillo de Balligally, el puerto de Carnlough, el pueblo de Ballintoy o las formaciones arbóreas de Dark Hedges.

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