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La desconexión fatal de Jon Rahm: «Es doloroso, con lo bien que había jugado…»

Abc.es 

«Animadlo, que está tocado», le decían a Ángela y Edorta, los padres de Jon Rahm , mientras esperaban a que su hijo atendiese a los medios de comunicación. Ellos se tomaron el varapalo con filosofía. «Lo bueno de esto es que enseguida viene otro torneo», decía el padre. Al hijo le costó más aceptar ese derrumbe de la segunda vuelta. «Es doloroso, con lo bien que había jugado… Cuesta pensar en ello», dice al empezar a analizar lo sucedido. Habla bajo y con muchas pausas. Quizás porque en su cabeza siguen en ebullición sus pensamientos. «Perder aquí es una sensación diferente a hacerlo en cualquier otro torneo. Después de tenerlo en las manos es decepcionante no conseguir nada. Me fastidia más sabiendo que estaba representando a España. Quería dar esta alegría…». «Estaba jugando increíble, con muchísimo control…» Cuesta procesar la realidad cuando a falta de ocho hoyos el vasco aventajaba en cuatro golpes a sus inmediatos perseguidores. Ahí, hasta la plata parecía un objetivo menor. Sin embargo, todo se vino abajo a partir del hoyo 11. Ahí, Rahm falló un putt sencillo para par y desencadenó una tormenta que tuvo su momento álgido en el hoyo 14, con un doble bogey que sonó a sentencia. «En realidad, ni el bogey del 11 ni el del 12 han sido claves. He fallado putts cortos toda la semana. El problema ha sido el tercer golpe del hoyo 14. Desde la calle, a 150 metros, no me puede salir un tiro así de desviado. No me puedo ir dónde me he ido. Hay cosas que en este campo no se pueden hacer. Me ha costado dos golpes. Si hago par hay hubiese tenido opciones». Se refiere Rahm a un golpe de aproximación con el que esperaba dejar la bola en el green casi dada, como había hecho en las tres rondas anteriores. En cambio, la envió a la izquierda, a un rough denso e impenetrable que le costó cuatro impactos más antes de meter la pelota en el agujero. Ese doble bogey lo sacó de la pelea, con la cabeza desconcertada. «Es difícil de explicar. De todo se aprende, pero hacer el esfuerzo de pensar qué ha pasado en cada hoyo de la segunda vuelta me va a doler bastante». Niega el vasco que su extraordinaria irrupción en el campo le invadiese un exceso de confianza: «En golf no puedes decir nunca que ya está hecho. Sobre todo porque los últimos cuatro hoyos de este campo pueden cambiar mucho el tema». Y asegura que se lleva cosas «muy positivas» de su experiencia olímpica; «Ha sido una semana increíble, ahora me doy más cuenta de lo que hubiese significado ganar». Con todo, no quiere pensar aún si repetirá: «Quedan cuatro años para Los Ángeles. Estamos pensando demasiado en el futuro. Es otro campo que me encanta y en el que he ganado, pero hay mucho por delante». Al acabar de atender a los medios, se acercó a su familia y preguntó qué había pasado con Alcaraz y su final ante Djokovic . Luego se reunió con Pau Gasol, espectador de lujo en la ronda final del vizcaíno. «He intentado luchar hasta el último hoyo aunque fuese por una plata. En cada golpe pensaba que había hecho un buen swing y no me salía nada», resumía antes de despedirse

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