La verdad detrás de las posibles señales de vida antigua en Marte: «Nadie está hablando de pruebas incontrovertibles»
Hace una semana que la NASA asombraba al mundo con el anuncio de que el rover Perseverance había encontrado en el cráter Jezero una « intrigante roca » con algunos potenciales indicios de posibles microbios que vivieron hace miles de millones de años. Es decir, que aquella piedra podría ser la prueba de que en Marte hubo vida en el pasado, algo que se lleva buscando desde hace décadas. La roca en cuestión, bautizada como Cheyava Falls, presenta evidencia de agua, materia orgánica y reacciones químicas que podrían haber sido fuente de energía para aquel supuesto ser vivo marciano, tal y como explicó en redes sociales Laurie Leshin, directora del laboratorio de Propulsión a Reacción (JPL, por sus siglas en inglés) de la NASA. «Este es el tipo de descubrimiento que esperas, donde las observaciones alucinantes hacen que tu corazón lata un poco más rápido», agregó Leshin. A partir de ahí, lo realmente veloz fue la réplica del anuncio en los medios de comunicación: titulares en todo el mundo recogían el prometedor hallazgo marciano, que se compartía también en todas las plataformas sociales. Nadie cuestionó su valor científico, si bien hubo quien señaló el momento tan «oportuno» en el que se lanzaba el comunicado, en medio de la discusión de los presupuestos de la NASA. Pero, ¿qué hay realmente detrás de esa roca que está a 200 millones de kilómetros de nosotros? ¿Debemos estar realmente emocionados ante el hallazgo o se trata de una muestra que se añade a la veintena rescatada por el Perseverance? Lo cierto es que la misma NASA en el comunicado pedía cautela. «El geólogo de seis ruedas encontró una roca fascinante que tiene algunos indicios de que puede haber albergado vida microbiana hace miles de millones de años, pero se necesitan más investigaciones», decía la misiva ya en el primer párrafo. No es la primera vez que se rebate el anuncio de una piedra prometedora. La más famosa quizá sea Allan Hills 84001, un meteorito originario de Marte que fue descubierto en la Antártida. En 1996 la revista ' Science ' publicaba un artículo firmado por científicos adscritos a la agencia espacial estadounidense en el que se afirmaba que la roca albergaba fósiles de nanobacterias. El anuncio llegó tan lejos que incluso el entonces presidente de EE.UU., Bill Clinton, llevó a cabo un discurso público comentando los resultados. Más tarde, el estudio fue rebatido, asegurando que aquella roca estaba contaminada por el hielo de su alrededor, una hipótesis que ha ido ganando peso con los años. Cheyava Falls tampoco es la primera roca prometedora encontrada por los rovers de la NASA en Marte. Curiosity , con un equipo más preparado para la geología marciana 'in situ', ha detectado todo tipo de moléculas orgánicas -los 'ingredientes' de la receta de la vida, pero sin formar ningún tipo de ser vivo- durante su periplo de doce años por el cráter Gale. Y Perseverance ha guardado 21 muestras más aparte de esta roca para que futuras misiones las recojan y las devuelvan a la Tierra para su estudio. ¿Qué hace especial a Cheyava Falls? «Esta roca contiene tres elementos que nunca se han encontrado juntos en la misma roca hasta ahora en Marte: material orgánico, evidencia de reacciones químicas muy antiguas que hipotética vida microbiana podría haber utilizado como fuente de energía en Marte, y exposición a la acción del agua líquida», explica a ABC Alberto Fairén, profesor de Investigación en el Centro de Astrobiología (CSIC-INTA). «La combinación de estos tres elementos hace que ésta sea una roca muy atractiva para su análisis astrobiológico, con el objetivo de determinar con certeza el origen de todos estos procesos», señala. En concreto, la roca presenta unas bandas de hematita que contienen nódulos de hierro y fosfato, que forman manchas blancas rodeadas de halos oscuros, algo parecido al estampado de la piel de leopardo. «En la Tierra, este tipo de estructuras se asocian normalmente con la presencia de vida microbiana en la subsuperficie: la hematita experimenta una serie de reacciones químicas que mutan su característico color rojizo a negro, liberando hierro y fosfato, y formando estas manchas tan características. Y este tipo de reacciones químicas podrían haber sido usadas por microorganismos para obtener energía», indica Fairén, si bien matiza: «Sabemos que esto es lo que sucede en la Tierra, no sabemos si esta roca es la prueba de que también sucedió en Marte en el pasado». La vida microbiana no es la única hipótesis que puede explicar estas manchas en la roca. Existen otras posibles respuestas menos 'orgánicas'. «Podría haber sido producido por un proceso de alteración abiótico, de alteración acuosa», explica por su parte Josep M. Trigo, líder del Grupo de Meteoritos, Cuerpos Menores y Ciencias Planetarias del Espacio (CSIC) y del Instituto de Estudios Espaciales de Catalunya (IEEC). «Ciertos minerales sufren un proceso natural e inorgánico llamado serpentinización. Es el caso del olivino -un mineral que se forma a partir del magma y que en la fotografía facilitada por la NASA se puede apreciar en forma de cristales verdes-: en presencia de agua caliente se transforma en serpentina, una arcilla, y emite metano». De hecho, el metano es otro de los interrogantes de Marte. Varios instrumentos han detectado este compuesto emanando a la superficie. Aquí, en la Tierra, este gas está muy ligado a la vida microbiana, por lo que muchos vieron una posible prueba no ya de seres antiguos, sino de microorganismos marcianos que ahora mismo viven bajo la superficie. Pero hay otras posibles hipótesis. «El metano podría ser consecuencia de la alteración de minerales como el olivino que puede tener lugar en el subsuelo, en presencia de agua», señala Trigo. «La mayoría preferimos esa explicación inorgánica pero, claro está, no podría descartarse la existencia de microorganismos que también mantengan un nicho subterráneo». Aún así, el científico guarda una duda razonable al respecto: «Si la vida surgió en Marte nadie puede decir que no pueda todavía persistir en el subsuelo como ocurre en nuestro propio planeta. En la superficie es imposible vida orgánica por el carácter destructivo (ionizante) de la radiación ultravioleta. Sin embargo, hay que recordar que el resto del planeta permanece inexplorado». Sea cual sea la hipótesis correcta, su comprobación pasa, obligatoriamente, por traer las muestras a casa y analizarlas en los laboratorios terrestres. «Hemos atacado esa roca con láseres y rayos X y hemos obtenido imágenes de ella literalmente día y noche desde casi todos los ángulos imaginables», explicó en el comunicado Ken Farley, científico del proyecto Perseverance de Caltech en Pasadena. «Científicamente, Perseverance no tiene nada más que ofrecer. Para comprender completamente lo que realmente sucedió en ese valle fluvial marciano en el cráter Jezero hace miles de millones de años, nos gustaría traer la muestra de Cheyava Falls de regreso a la Tierra y estudiarla con los poderosos instrumentos disponibles en los laboratorios». Y aquí es donde se pone 'peliagudo' el asunto. Porque estaba previsto que la misión de Perseverance se completara con un segundo proyecto, bautizado como Mars Sample Return , una colaboración de la NASA con la Agencia Espacial Europea (ESA), prevista para finales de esta década y que se dedicaría a recoger las muestras almacenadas por el rover. Sin embargo, ahora el ambicioso programa está en el aire desde que su presupuesto se disparara hasta los 11.000 millones de dólares (unos 10.140 millones de euros) y la NASA anunciara que está evaluando otras alternativas más modestas. «Yo participé en la definición de algunos aspectos de la misión de retorno de muestras de la NASA en el planeta rojo y veo con especial preocupación que se haya abandonado, al menos por ahora, la idea», lamenta Trigo. La coincidencia del anuncio con la paralización de la Mars Sample Return (sumado, además, a la reciente y sorprendente cancelación de la misión VIPER para llevar un rover a la Luna) ha levantado algunas sospechas. Por ejemplo, Marc Fries, científico planetario del Centro Espacial Johnson de la NASA y miembro del equipo Perseverance, según se hace eco la web de 'Science' , escribía en su cuenta de la red social X: «Debería venir con una etiqueta de advertencia de conflicto de intereses». Sin embargo, tanto Fairén como Trigo lo tienen claro. «No hay segundas intenciones. Se ha tenido un cuidado exquisito en la forma de presentar el descubrimiento -dice Fairén-. Nadie está hablando de evidencias incontrovertibles de vida en Marte. Se ha presentado el descubrimiento como lo que es: una roca que potencialmente podría contener indicios interesantes, pero que necesita todavía mucho análisis y mucho trabajo para derivar respuestas firmes». «No tiene nada que ver -apostilla Trigo-. Algo así se viene persiguiendo desde hace años y ahora se ha encontrado».