Tres cambios en agosto, por Mirko Lauer
Uno. La crisis venezolana le ha servido en bandeja al canciller Javier González Olaechea el primer plano en la escena nacional y un lugar expectante en la continental. Esta vez en la OEA lo logró como en anteriores ocasiones: decir cosas fuertes contra los dueños de casa, como hizo hace poco en la embajada de Canadá, donde levantó las cejas de 16 socios comerciales.
Sus recientes declaraciones sobre navegación incaica hacen pensar en un ignoramus en ese tema específico, y son un botón de muestra sobre los peligros de las declaraciones poco meditadas. A la vez González Olaechea sabe moverse en el rubro política-exterior & intereses nacionales, pero sin el menor entrenamiento diplomático. Además su ideología, esencialmente conservadora, no es constante.
Dos. El nuevo Alberto Fujimori sigue cada vez más fresco en su desafío a los buenos modales políticos. Pedir y obtener pensión vitalicia cuando sigue debiendo millones por reparación civil al Estado es un insulto al ciudadano y al contribuyente, no siempre la misma cosa. Pronto pedirá volver a la presidencia sin elecciones. Antes de eso, tendrá acceso directo a los fondos de Fuerza Popular.
No está claro cuán firme pisa Fujimori la realidad. En principio depende del partido de su hija Keiko en el Congreso, y ella lo ha ungido candidato 2026. Pero él se conduce como jefe del partido 2024. ¿Por qué pidió los 15,000+ morlacos? ¿Para desmentir las versiones sobre su fortuna personal? ¿Hay Fujimori pobre? El clan se mueve sin problemas por todo lo alto.
Tres. A transcurrió el tiempo necesario (unos dos meses) para que el ministro del Interior Juan José Santiváñez ingrese al vergonzoso seleccionado de quienes ofrecieron, pero no pudieron, capturar al prófugo Vladimir Cerrón. Su argumento de que eso es por una desventaja tecnológica es sumamente conmovedor. Que vaya a Compupalace.
¿Por qué mejor no dice que la fuga de Cerrón es un don de sus socios de la derecha en el gobierno? Es que si pensara así, y fuera capaz de decirlo, entonces no hubiera podido aceptar el rico cargo. Cerrón ya informó públicamente a sus supuestos perseguidores que están perdiendo el tiempo. Pero su captura ya puede dar un sitio en alguna lista parlamentaria. Casi imposible que Santiváñez llegue a ser ministro al 2026.