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Lo que no estamos viendo

Lo que no estamos viendo

Las inversiones hechas hoy en semiconductores en Estados Unidos, que superan los 100 mil millones de dólares, tendrán un impacto antes de que llegue en 2030.

¿Les subieron la renta? Quizás el culpable sea yo, o ustedes. El que esté libre de Airbnb, que tire la primera piedra.

Si preguntan a un citadino promedio sobre el precio de un ‘depa’ bien ubicado se quejará de la gentrificación, de cómo la inmigración y los clientes de esa aplicación de servicio de estancias cortas, lo tienen como a un boxeador contra las cuerdas. Que está ‘imposible’ comprar casa.

Ocurre en la Ciudad de México, pero también en Monterrey y en ciudades pequeñas como Mérida. Ni hablar de las grandes capitales del mundo.

El lunes nos distrajo el dólar y el precio de las acciones. Ayer llegó la calma. No fue una crisis, fue el pánico procedente de imaginar una crisis.

Pero la inflación no se ha ido. Aquí sigue.

En Estados Unidos siguen de cerca un índice: “shelter prices”, el precio de las casas que en el gigante Vanguard Group estiman que tiene un peso de un 40 por ciento en los índices inflacionarios.

¿Cómo andamos en México? Las alzas anuales están cerca del 10 por ciento, de acuerdo con la Sociedad Hipotecaria Federal.

Vaya, no afloja aquí ni con los vecinos al norte y ayer, encumbrados analistas ya estaban correteando a las autoridades estadounidenses de la Reserva Federal para que baje sus tasas y abarate los créditos aunque eso signifique que de nuevo la gente de mayor poder adquisitivo compre casas y promueva la inflación.

Que ya se tardó “la Fed”, dicen.

Pero no todos opinan eso. Estamos a un reporte de que el dato de inflación no sea bueno y toda la retórica se dé la vuelta, comenta aparte Roger Aliaga-Díaz, economista en jefe para América, de Vanguard.

¿La inflación no se ha ido? Quizás no sea lo único que no estamos viendo.

Eso está del lado de las preocupaciones. Tampoco hay mucha atención a lo que nos favorecerá.

La inflación preocupa, pero algo que quizás está fuera de sus pantallas es que la economía tiene altas expectativas en el mediano plazo.

En un análisis de megatendencias, del cual ya comenté previamente, el mismo grupo de inversionistas, Vanguard, que administra más de nueve billones (trillions) de dólares de inversionistas como su Afore, pronostica que hacia el cierre de la década la economía estadounidense debe estar creciendo en un rango anual del 1 al 3.1 por ciento anual, en donde el escenario más probable es el más optimista. ¿Por qué?

Porque la tecnología se ha encargado durante la historia de disparar o estancar la economía más que ningún otro factor.

Las inversiones hechas hoy en semiconductores en Estados Unidos, que superan los 100 mil millones de dólares, tendrán un impacto antes de que llegue en 2030.

Lo mismo ocurrirá con el resultado de todas las aplicaciones que tendrá la inteligencia artificial.

La gente, ahora mismo, está en el periodo de comprensión, de aprendizaje, tal como hace 100 años los humanos estaban conociendo la electricidad. La primera lavadora de ropa surgió años después.

La expectativa de Vanguard es que ese momento de una posible revolución arribe en 2029. Los ganadores serán quienes encuentren sus usos y los que no pueden ser sustituidos por un robot. Electricistas, carpinteros, mecánicos, muchos técnicos tienen un futuro promisorio si dominan su oficio.

Mientras ese escenario llega, tendremos una fase intermedia, de una inflación que no cesa y que hoy sigue golpeando, al menos por el lado de las rentas.

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