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Jugar nos sienta tan bien

Abc.es 

El cuarteto de saxos Kebyart se ha ido consolidado durante la última década como una de las formaciones más solventes y, al mismo tiempo, innovadoras , del panorama europeo. Desde que la red ECHO que engloba a los principales auditorios del continente los distinguiera como estrellas emergentes y los invitara a hacer una larga e intensa gira, su actividad es constante. Afincados primero en Basilea y luego en Berlín, son habituales en la programación del Palau de la Música Catalana, que fue de las primeras instituciones en detectar su talento y premiarlo. Esta semana se han presentado por primera vez en el Festival de Peralada, con un programa que es a la vez declaración de intenciones y marca de la casa: grandes autores antiguos versionados por ellos mismos, al lado de estrenos de algunos de los mejores compositores actuales. Todo, interpretado como si fuera nada más —nada menos— que un juego entre los cuatro músicos y el público. El recital empezó en la Iglesia del Carme, con un formato razonablemente clásico. Una suite de Rameau, unos cuantos corales de Bach y 'Le Tombeau de Couperin'. De esta parte, conviene destacar el talento de los cuatro miembros del grupo para hacer arreglos de obras que no solamente son preexistentes, sino que datan de épocas en las que el saxo, simplemente, ni existía. Con sólida formación musical, armónica, contrapuntística y compositiva, son capaces de extraer todo el jugo de las composiciones y llevar el agua a su molino. Espectacular versión la de Ravel, que casi nos invita a especular que el francés habría estado encantado de firmar de su puño y letra. Tras un paseo por los jardines del castillo, la segunda parte tuvo lugar en la entrada a las bodegas, al aire libre. Aquí la necesaria amplificación hizo que se echase en falta algo del juego tímbrico que permite la reverberación natural de las paredes de cualquier auditorio, pero aun así se pudo disfrutar, y mucho, del repertorio. En él se incluía la primera obra que Jörg Widmann ha escrito para cuarteto de saxos , y que decidió componer tras escuchar, precisamente, el sonido de los Kebyart. Se trata de '7 Capricci', un compendio de siete obras más o menos breves en el que el célebre compositor contemporáneo explora las posibilidades expresivas de este conjunto. El colofón final fue el impresionante 'Sólo el misterio', del joven compositor Joan-Pérez Villegas, una maravilla de expresividad y de inteligencia compositiva, con los pies sólidamente fijados en su tiempo pero sin perder de vista los referentes de la tradición -incluída la folklórica- que lo han precedido. De regalo para el público, la propina perfecta para una tarde tan calurosa: una preciosa versión del 'Summertime' de Gershwin.

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