Juegos Olímpicos París 2024: Los protagonistas inesperados que cautivaron al mundo
Amamos los Juegos Olímpicos porque nos encantan los deportes y amamos las historias. Las olimpiadas paralizan al mundo, no solo porque reúnen al mejor talento deportivo, sino porque nos sorprenden con figuras de las que previamente sabíamos poco o nada.
De la gimnasta estadounidense Simone Biles conocemos de sobra su calidad deportiva, su gran historia de vida y los poderosos mensajes que ha lanzado abogando por la salud mental. Por supuesto que Brisa Hennesy, Gerald Drummond y el resto de la delegación tica se merecen su cobertura aparte.
Pero este texto recopila esas historias que nos llegaron sin esperarlo, rápidas y precisas como un disparo del turco Yusuf Dikec (que claramente tiene su espacio en estas páginas). Injusticias, frustración, superación y hasta vacilón; muchos de los protagonistas de París 2024 merecen (y probablemente lo tendrán) ser retratados en Netflix.
Imane Khelif: la boxeadora que luchó contra el odio
La boxeadora argelina Imane Khelif clasificó a los Juegos Olímpicos de París 2024 enfocada en competir al máximo nivel en el deporte que practica desde los 16 años. Fuera del ring, ha estado injustamente contra las cuerdas, recibiendo golpes que no puede esquivar.
El odio y la desinformación han sido sus rivales más terribles en estas olimpiadas, sin que exista un árbitro que los penalice por dar golpes tan bajos. Un bulo totalmente infundado ha provocado que Khelif reciba ataques de todos los sectores: desde usuarios de internet hasta medios de comunicación, pasando por la escritora J. K. Rowling, quien no desperdicia una oportunidad para emitir sus comentarios transfóbicos.
Según estas aseveraciones, la pugilista de Argelia es una mujer trans y por ende, no debería competir contra mujeres cis (cuyo sexo al nacer e identidad de género coinciden). No obstante, no existe ninguna prueba que avale este criterio esparcido mundialmente sin ninguna rigurosidad.
“Mi hija es una niña. Fue criada como niña. Es una niña fuerte. La crié para que fuera trabajadora y valiente. Tiene una fuerte voluntad para trabajar y entrenar”, tuvo que salir a aclarar Omar Khelif, padre de Imane, en entrevista a Sky News.
Y es que, para echarle más leña al fuego de la desinformación, durante su primer pelea en París 2024 por el peso wélter femenino, su rival tuvo una reacción que abrió la puerta para atizar los ataques injustificados.
En una situación más que atípica dentro del boxeo, la italiana Angela Carini decidió tirar la toalla apenas a los 46 segundos del combate con la argelina. Al revisar el video, se aprecia que Khelif impactó apenas entre 6 y 8 golpes, de los cuales solo dos fueron claros.
La deportista de Italia no sufrió un corte en su cara, alguna caída o lesión que justificara su retirada en una disciplina que practica todos los días. Sin embargo, aseguró que nunca había sido golpeada tan fuerte.
Es justo y necesario decir que Carini no rompió ninguna regla al tirar la toalla, ni lanzó ningún ataque a su rival. Tampoco es, en lo absoluto, responsable del acoso que vive Khelif. De hecho, recientemente pidió disculpas y dijo que de toparse nuevamente con la argelina “la abrazaría”.
No obstante, Alejandra “La Locomotora” Oliveras, exboxeadora profesional argentina, se refirió al polémico enfrentamiento y se fue con todo contra Carini. De acuerdo con Oliveras, poseedora del récord Guinness como la única mujer en consagrarse campeona en 4 divisiones diferentes, ninguno de los golpes tenía una fuerza considerable.
“Es una cagona ¿Cuál otra palabra le voy a dar? Si sos boxeadora y no te aguantás una piña (golpe) dedicate a tocar el piano, hacé otra cosa, cantá, escribí; pero el boxeo son piñas, eso es lo que vale”, comentó sobre la italiana, el pasado 2 de agosto, en el programa +Verdad.
Además, La Locomotora recordó que su colega de Argelia acumula 9 derrotas en su carrera; todas, desde luego, contra otras mujeres.
Por otra parte, es peculiar que siempre han sido atletas provenientes de África quienes sufren este tipo de cuestionamientos. Ya le pasó a Caster Semenya, velocista sudafricana dos veces campeona olímpica, que afronta hasta procesos legales por aparentemente tener niveles de testosterona más altos que el resto de competidores.
Pero bueno, también se ha catalogado al nadador Michael Phelps como un “súperhumano”, por acumular mucho menos lactato que el resto de personas y tener unas proporciones corporales perfectas para la natación. Quizá si sus competidores hubieran sabido que se podía alegar como injusticia los dotes que la naturaleza le dio a Phelps, este no sería el deportista olímpico más condecorado de todos los tiempos.
Todo este injusto episodio evidencia la certeza del refrán “la ignorancia es atrevida”. Basta con hacer una búsqueda rápida para darse cuenta de que en Argelia la comunidad LGTBIQ+ sufre de constante persecución y que el cambio de género es penalizado por ley, por lo que pensar que ese país enviaría a una persona trans a competir en boxeo es descabellado.
Más allá de la violencia que recibe la boxeadora africana, existe un mensaje, si se quiere, aún más grave y peligroso: este revuelo es promovido por sectores que buscan posicionar (con lamentable éxito) absurdas ideas de odio.
A pesar de las injusticias, los golpes dentro y fuera del ring no han logrado vencer a Khelif. La púgil que toda su vida ha lidiado con bullying por su apariencia física y comenzó su carrera en un pueblo pobre de su país, fue nombrada embajadora Unicef el pasado mes de marzo.
“Empecé sin nada y ahora lo tengo todo. Me siento profundamente honrada de ser embajadora de Unicef. Mi mensaje a los jóvenes es que persigan sus sueños. No dejen que los obstáculos se interpongan en su camino. Mi sueño es ganar una medalla de oro. Quiero inspirar especialmente a las niñas y los niños desfavorecidos de Argelia”, afirmó tras su nombramiento.
Para coronar, como del cielo cayó un resultado que es justicia divina para la boxeadora y una patada de mula para sus detractores: Imane Khelif ganó la semifinal olímpica, al derrotar de manera unánime el pasado martes a la tailandesa JanJaem Suwannapheng. Al cierre de esta nota, está por definirse si se queda con el oro o la plata en la final, a realizarse el 9 de agosto contra Yang Liu, de China.
Mijaín López: El histórico titán cubano de los Juegos Olímpicos
Mijaín López es un gigante, más por su épica que por su contextura física. El luchador grecorromano de Cuba se convirtió el 6 de agosto en el único deportista de la historia en haber ganado una medalla de oro individual en cinco ediciones distintas de los Juegos Olímpicos. Lo hizo en Beijing 2008, Londres 2012, Rio 2016, Tokio 2020 y ahora en París 2024.
“Es algo grande que uno lleva en su corazón. He trabajado mucho y creo que he tenido una mente muy positiva. No voy a decir que no me duele el cuerpo entero, porque me duele el cuerpo entero. Los jóvenes son jóvenes y los viejos son viejos. Pero contento porque demostramos que nosotros los viejos tenemos mente para seguir continuando hacia adelante”, comentó el atleta de 41 años, tras lograr este hito.
Aquel titán de casi dos metros y más de 130 kilos de peso, llegó a París con su sonrisa y mirada de bonachón a imponer su marca. Esto lo hizo en un camino inmejorable, casi como sacado del guion de una película.
En cada uno de los cuatro combates que enfrentó el cubano iba tumbando las dudas de si concretaría la hazaña jamás lograda por un deportista. Pero López no es como los demás. Ya hay quienes lo catalogan como el mejor deportista olímpico de todos los tiempos.
Al vencer a Sabah Shariati de Azerbaiyán en la semifinal, se abrieron las puertas a un cierre perfecto. En la otra llave se encontraba su amigo y compatriota Yasmani Acosta, de 36 años, quien compite en la misma categoría representando a Chile.
“Mijaín Lopez es mi ídolo del deporte. Conozco toda su historia, sé por lo que ha pasado, todo el esfuerzo que hay detrás de sus logros. Es mi amigo, mi hermano y es una final bonita. De hecho, todo lo que sé o muchas de las cosas que sé hoy ha sido por él. Incluso cinco minutos antes de pelear la semifinal me estaba dando consejos”, declaró a los medios en París, tras vencer en la semifinal al luchador chino Meng Lingzhe.
Literalmente era una película. Dos hermanos de la vida cara a cara. Dos luchadores cubanos enfrentándose en una final sin precedentes. López, residente de la isla y Acosta, acogido en Chile. La duda estaba en el aire ¿lograría Mijaín romper el récord histórico o vería deshacerse su sueño mientras Yasmani conseguía su ansiada presea de oro?
Una vez más, Mijaín López demostró que el destino lo construye él con su fuerza, habilidad, inteligencia y convicción.
“Fue raro porque sentí mucha alegría y a la vez tristeza. Alegría porque logré alcanzar una meta tan difícil que me había propuesto hace muchos años atrás y también me puso triste por eso, porque sacrifiqué mucho”, dijo.
Como si aquel escenario no fuera ya lo suficientemente mítico, López, sabedor de su récord, selló con un simbolismo mágico su retiro de la lucha grecorromana. Caminó hasta el centro del mat, se desató sus zapatos y los dejó ahí, demostrando al mundo que colgaba las botas un hombre que más que hombre, es un titán histórico.
“Es el transcurso de la vida y el esfuerzo que se hace cada día en todas las metas que uno se traza con la ayuda de todos los seguidores y tu familia. Con el esfuerzo y mente que tiene que depositar uno en cada cosa”, explicó el héroe originario de Pinar del Río.
Tema aparte y caso de estudio lo de Cuba. Es increíble que de una isla en el Caribe, controlada por un gobierno de facto durante décadas y afectada por un embargo económico de parte de Estados Unidos, salgan tantos atletas de élite.
El dato es inapelable: Cuba es el país iberoamericano con más medallas olímpicas en la historia, acumulando un total de 235 preseas. Tiene 66 más que España, y 85 más que Brasil, los dos países del grupo que siguen a la isla en el ranking.
Rebeca Andrade: La reina brasileña que fue reverenciada por Simone Biles
En la gimnasia de los Juegos Olímpicos de París 2024 todos los ojos estaban puestos sobre la estadounidense Simone Biles. Lo que casi nadie esperó es que Rebeca Andrade, la brasileña que ha estado a su sombra, deslumbrara e hiciera historia.
Andrade conquistó el oro en la prueba de Suelo femenino de gimnasia artística, ganó dos medallas de plata en Artística general individual femenino y Salto femenino. Además, la cereza en el pastel fue verla liderando a Brasil para ganar el histórico bronce por equipos.
“Nuestro bronce en la competición por equipos fue muy importante para mí, era algo con lo que habíamos soñado como equipo y algo que yo también deseaba. En cuanto a mis medallas individuales, es lo mismo. Sabía de mis capacidades y lo di todo. Estaba luchando por tener por fin un oro porque lo deseaba con todas mis fuerzas”, dijo la gimnasta a la prensa en París.
Simone Biles: un orfanato y abusos marcaron a la mejor gimnasta del mundo
En las pasadas justas olímpicas, Andrade ya había grabado su nombre en la historia como la primera sudamericana en obtener una medalla en gimnasia (de hecho, ganó dos preseas de plata). Ahora, Andrade es la deportista brasileña con más medallas olímpicas históricamente.
No cabe duda que los triunfos de Rebeca son contra la vida y los contextos adversos. Con tan solo 25 años ya ha tenido que someterse a cuatro cirugías del ligamento cruzado anterior de la rodilla; procedimientos quirúrgicos que han retirado del deporte a más de un atleta en diferentes disciplinas.
Por otra parte, se impuso en una disciplina dominada por Estados Unidos y Rusia, gigantes que tienen a disposición los mejores recursos para formar a sus gimnastas. La hija de una madre soltera que limpiaba casas, que como muchas jefas de hogar en Latinoamérica tuvo que hacer más que piruetas con tal de mantener a Rebeca y sus siete hermanos.
Subida en el podio con los brazos en alto, con sus rivales estadounidenses postradas ante ella, es como si tocara la gloria también aquella Andrade niña, que a los cinco años practicó la gimnasia por primera vez, en un gimnasio social de la alcaldía de Guarulhos.
“Estoy muy feliz y orgullosa de todo lo que está sucediendo. Entrené y batalle mucho durante toda mi carrera. Comencé en la gimnasia a los cinco y ahora tengo 25, así que hay mucha historia, mucho dolor, muchas cirugías, pero también mucha alegría, pasión y amor”, expresó con gratitud al canal Panam Sports Channel.
Además en un clima de deportividad y respeto máximo, las gimnastas estadounidenses Simone Biles (plata) y Jordan Chiles (bronce) hicieron una reverencia a su colega en el podio.
“Es tan asombrosa, una reina. Era un podio completamente de mujeres negras, así que fue muy emocionante para nosotras y luego Jordan dijo: ‘¿deberíamos inclinarnos ante ella?’ y yo dije: ‘por supuesto’, por eso lo hicimos”, explicó Biles.
Yusuf Dicek: El tirador turco que se echó la mano y la gente a la bolsa
Si ya de por sí las olimpiadas tienen magia, vivirlas en tiempos de las redes sociales hace aún mejor la experiencia. De un día para el otro, estábamos inundados con la foto del turco Yusuf Dikec, que ganó la medalla de plata junto a su compañera Sevval Ilayda en la competencia mixta de tiro con pistola de aire comprimido.
“Este logro no solo representa nuestro esfuerzo, sino también el apoyo de 85 millones de personas en Turquía. Es un testimonio del trabajo en equipo, muy parecido a una producción teatral, donde cada uno tiene un papel específico” dijo Dikec al medio turco Anadolu Agency.
“Cuando cada persona desempeña su parte de manera efectiva, el resultado es algo realmente extraordinario. Dimos nuestro mayor esfuerzo y el resultado fue un éxito”, añadió.
Memes van y vienen, y la verdad es que aquella foto no podría tener otro destino. El estilo de Dikec a la hora de tirar es icónico: pelo canoso, la mano en el bolsillo, mirada seria y una vestimenta que podría parecer la de cualquier tío mejenguero acudiendo a jugar fútbol 5.
Encima, a la misma vez vimos múltiples imágenes de otros deportistas de esta disciplina utilizando lentes mecánicos para realizar su tiro. A la par de aquellos sofisticados jóvenes que más aparentaban ser un androide, Yusuf parecía un asesino a sueldo retirado, extraído directamente de alguna película de Tarantino.
“Dentro de nosotros puede haber una tormenta, aunque parezca que estamos tranquilos, y sentimos que nuestros corazones pueden estallar. Nos esforzamos por ocultarlo. Como disparo con ambos ojos abiertos, no encuentro el equipo muy cómodo. Creo que destacar el talento de uno es esencial”, aseguró.
Es la estrella de estos Juegos Olímpicos y eso nadie lo puede negar. Su aura tan espontánea es disonante con la perfección que se respira en las olimpiadas. Es tan natural que tan solo con su presencia logró acaparar la atención del mundo sin siquiera pedirlo.
“La atención de los medios de comunicación globales ha sido tanto estimulante como motivadora para nosotros. No esperaba tal nivel de reconocimiento; me tomó por sorpresa”, comentó Dikec, quien es un sargento mayor retirado de la Gendarmería turca.
¿Quién iba a pensar que millones de personas conocerían primero al gato del deportista turco antes que a la pareja que ganó con él el oro en esa competencia? Jugaría casi cualquier cosa a que nadie sabe ni la nacionalidad de quienes vencieron al aclamado Dicek (los serbios Zorana Arunović y Damir Mikec).
Todo esto es reflejo, también, del evidente poder mediático que tienen las olimpiadas. Tan solo unos meses antes, Dikec y Ilayda ganaron la medalla de oro en la misma categoría en el mundial realizado por la Federación Internacional de Tiro Deportivo en Múnich, Alemania.
De ese evento existen varias fotos similares a la que se viralizó desde París, pero no fue hasta que sucedió en las olimpiadas en que el fenómeno social se desató. Esto, también ha repercutido en el atleta turco de 51 años, quien ya acumula casi 800 mil seguidores en Instagram.
Sin querer banalizar su trayectoria y logros deportivos, creo que yo y más de uno esperamos que Yusuf Dikec tenga su cameo en la próxima película de John Wick.
Uta Abe y dolor increíble de la derrota
La judoca japonesa Uta Abe llegó a París 2024 con un cartel de favorita que se convirtió en boomerang y terminó hiriéndola como no esperaba. Venía como vigente campeona olímpica, tras ganar el oro en la categoría de menos de 52 kilos en Tokio, de coronarse en 4 campeonatos mundiales de Judo y su última derrota había sido en 2019.
Cosas de la vida y el tatami: nadie tiene la victoria asegurada ni es invencible. Así lo supo Abe, de 24 años, cuando quedó eliminada de París 2024 en octavos de final. Apenas su segunda pelea y Diyora Keldiyorova de Uzbekistán la dejó sin posibilidades de medalla.
Lo extraño no fue la derrota, contra una rival a la que por cierto había vencido en la final del campeonato mundial de Judo del 2023. Cuando la japonesa se levantó y cayó en cuenta de que había sido derribada y, por ende, perdió, su cara de incredulidad fue el preámbulo de una escena poco común en las artes marciales.
Al abandonar el tatami la joven y vigente campeona olímpica de su categoría estalló en un llanto histérico. Y que no se malinterprete, llorar no es signo de debilidad, pero es que aquello fue algo más. Su frustración desbordada era inconsolable; sin afán de infantilizarla, la mejor manera de describirlo es que fue como escuchar la rabieta de un niño.
Su entrenador trató de calmarla, pero le fue imposible. Tuvo que llevársela hacia el camerino prácticamente alzada. Todo el aforo se solidarizó con ella y comenzó a corear su nombre, pero aquello pasó desapercibido para la judoca que estaba sumida en su tristeza y desesperación
Reiteramos, lo preocupante no fue verla llorar, sino la sensación de que aquella atleta cuya calidad es indiscutible, no tiene ni una pizca de tolerancia ante la frustración. Muchos dirán que esto es parte del ADN de los campeones, sin embargo, al observar la situación no nos saltó más pregunta que: ¿De qué le habrán llenado la cabeza para reaccionar así?
También hay que poner en contexto que esto sucedió en una competencia de un arte marcial. Si fuera la cultura del fútbol, es claro que estamos acostumbrados a ver lamentables actitudes, pero es que en este tipo de disciplinas (o eso queríamos creer) se promueve el balance entre cuerpo y mente.
Luis Soto, con grado de sétimo dan en Judo y Jiu Jitsu, catalogó como atípico el comportamiento de la japonesa. De acuerdo con Soto, los valores promovidos en estas artes marciales son muy distintos a lo mostrado por Abe.
“Se nos enseñó, y enseñamos al dar clases, a aceptar tanto ganar como perder. Principalmente se le instruye al alumno que el hecho de perder no es una derrota, sino que significa ganar experiencia”, explicó el instructor y director del Dojo Danzan Ryu Kodenkan Costa Rica.
Además, considera que esto pudo suceder por las presiones externas que no fueron manejadas de la mejor manera por Uta Abe.
“No es algo normal. Ella debió tener expectativas muy altas de parte del grupo que está detrás. De igual forma, su pensamiento perfectamente pudo haber sido que perdió de una forma, como diríamos nosotros, demasiado pollita o sencilla”, afirmó el judoca.
Abe tiene apenas 24 años y ya es campeona olímpica. Probablemente le queden por delante varias olimpiadas, muchos combates, alegrías y algunas derrotas. Por el bien de esta extraordinaria atleta, el mundo desea que pueda redimirse y continuar su carrera sin que los fallos sean motivo de funeral.
Claramente es más que apresurado hacer la conexión, pero tristemente, imágenes como esta hacen recordar los altos índices de suicidio de Japón. La sociedad nipona, poseedora de valores y aspectos tan admirables, también guarda en sus entrañas una enorme deuda con la salud mental.
Ojalá las personas de su entorno le ayuden a comprender lo que es evidente para la mayoría de ajenos: Uta Abe, perder ese combate no resta ni un mérito a su corta y exitosa carrera.