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El oro más emocionante de los Juegos: «Se van a acordar toda la vida»

Abc.es 
Subieron juntos al podio y la megafonía del Parque de los Príncipes los anunció uno a uno de aquella manera mientras los colocaban las medallas: «Omorodion Samú»... «Pablo Baggos»... «Bernábe»... Casi al final le llegó el turno a él: «Seggio Caaamelo». Creció la intensidad de los aplausos porque estaba recibiendo su oro olímpico el héroe de la final, un hombre que no podía sentirse más feliz por el momento que les estaba tocando vivir. «Me cuesta hablar. Quiero dar gracias a todo el equipo. Yo, a priori, era uno de los cuatro descartes. Si he metido estos goles es gracias a mis compañeros, por creer en mí», decía ante las cámaras de televisión justo al acabar el partido, desvelando también una de esas premoniciones que le dejan a uno pensando: «El entrenador de porteros me dijo que él había soñado con que metía el gol de la final. Campeones olímpicos. Esto es historia. Somos los niños más felices del mundo», resumió el delantero, al que se tuvieron que llevar casi a la carrera tras pasar el control antidopaje para que el equipo no perdiera el avión. Le tocó a sus compañeros resumir las virtudes del jugador del Rayo en la zona mixta. Y nadie mejor para ello que Álex Baena, otro de los goleadores en el tremendo duelo ante Francia: «Lo he sufrido durante cuarenta días en la habitación. Es el que más se merecía estos dos goles. El tío curra desde el primer día. Sabía que venía para no tener tantos minutos y ha trabajado como el que más. La recompensa siempre llega». «Es un fenómeno, un tío del equipo. Ha hecho un partidazo y se lo merece», corroboraba Fermín. Ellos se convirtieron en los primeros españoles en lograr un doble semejante, Eurocopa y Juegos, después de estar más de dos meses concentrados con la selección, primero con la absoluta y luego con la olímpica. «Son muchos días fuera de casa. Casi setenta. Pero el primer día hubiera firmado terminar así», dijo Baen, que sorprendió al asegurar que mañana mismo se incorporará a la disciplina de su club, que empieza la Liga dentro de solo una semana: «Vuelvo, ayudo en un par de partidos y ya me voy de vacaciones». «Esto del fútbol no tiene muchos secretos», analizaba Santi Denia sobre la irrupción en el encuentro de Camello. «Está el ejemplo de Oyarzabal en la absoluta. No sale de inicio y te hace el gol del triunfo en una Eurocopa. Camello era el alma del equipo, el que empujaba. Siempre estaba apoyando». Sí admitió lo difícil que le resultó gestionar esa situación. «Es un tema muy emocional. Nunca me había pasado dejar a cuatro fuera de una convocatoria. Me tocaba, se explicó antes de venir y todos estaban de acuerdo». El técnico manchego estaba inmensamente feliz por sus jugadores, por la recompensa recibida después de una larga concentración. «Ellos se van a acordar toda la vida. Un oro olímpico es emocionante. Llevábamos 32 años sin ganar uno en fútbol y 28 en cualquier deporte de equipo». Para él es su segunda medalla después de la plata que se llevó en Tokio como segundo entrenador de Luis de la Fuente. Al actual técnico de la absoluta también se le vio eufórico en el Parque de los Príncipes por lo que había vivido: «Señalad este día porque es una noche histórica que pasará a los anales de la historia del fútbol, del olimpismo y del deporte español». El riojano se declaró emocionado por haber asistido a «un partido épico, con una calidad bestial». «A ver si somos conscientes de lo que hemos conseguido en este año -reivindicó-. Quitémonos los complejos y digamos lo grande que es el fútbol español». Y entre los más felices también estaba uno de los capitanes, Eric García, que a su plata en Tokio suma ahora el oro de París. Hay quien ya quiere meterle en la carrera por ser el próximo abanderado: Si se lo piensan, que me llamen que yo me apunto«, dijo entre risas.

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