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Formación de los guardaparques

No es lo mismo vigilar la isla del Coco, donde los problemas se deben a la pesca ilegal, que el Parque Nacional Santa Rosa, donde lo común son los incendios forestales.

Durante muchos años se ha hablado de la profesionalización de los guardaparques, y aunque hay iniciativas muy valiosas, no están al alcance de todos los interesados, ya sean funcionarios activos o aspirantes. Por lo general, los cupos son limitados o existen problemas de logística o presupuesto.

El Curso Básico de Operaciones del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac) no satisface las necesidades, tanto por la superficialidad con que se tocan los temas como por la ausencia de otros que un guardaparque debe integrar a su formación.

Por otra parte, se ofrece a funcionarios principiantes y los más avanzados, o con necesidades formativas más profundas y técnicas, no tienen oportunidad de inscribirse.

Por ejemplo, la conservación marina casi no se menciona, aunque nuestro país posee dos costas y grandes extensiones bajo modelos de conservación que ameritan conocimiento técnico específico.

A lo anterior se agrega que los empleados del Sinac con autoridad policial necesitan mejorar su formación para evitar que los procesos judiciales sean desestimados o sobreseídos por tecnicismos causados por el desconocimiento de los procedimientos.

La incursión del crimen organizado y las actividades como tráfico de drogas, sembradíos ilegales, destrucción sistemática de hábitats y ecosistemas, e ingresos ilegales a las áreas silvestres de conservación son ejecutadas con un mayor grado de precisión, aprovechando las debilidades tanto institucionales como debidas a la débil formación, heterogénea, dispersa y temáticamente insuficiente del funcionariado.

Los delitos ambientales son diversos, complejos y, en años recientes, han recrudecido tanto en cantidad como en el comportamiento de los infractores. Su agresividad va en aumento y pone en riesgo la integridad de las mujeres y los hombres que tienen la responsabilidad de proteger el patrimonio natural de la nación.

Si a esto le sumamos el incremento de los ataques e incluso muertes de guardaparques en otras latitudes, el riesgo es cada vez más preocupante, y en múltiples ocasiones funcionarios de protección, control y vigilancia han sido víctimas de amenazas, insultos y agresiones físicas y verbales, un factor de inmensa desmotivación al no poseer las herramientas que se supone el Estado debe proporcionar para el adecuado cumplimiento de sus responsabilidades.

Es importante proteger a los guardaparques, pues sus labores son desempeñadas con recursos limitados, un fuerte desarraigo familiar, en condiciones a veces muy difíciles, mal equipados y al extremo de pagar su propia alimentación en el ejercicio de sus funciones.

Por eso es urgente una mejor articulación con instituciones formativas o del mismo Sinac, procurándoles su preparación.

No necesitamos guardaparques en oficinas, sino en la montaña, en el mar, siendo verdaderos gendarmes de la naturaleza, una esencia que con los años ha desaparecido.

Las necesidades formativas son distintas: no es lo mismo vigilar el Parque Nacional Isla del Coco, donde los problemas se deben a la pesca ilegal, que el Parque Nacional La Cangreja o el Parque Nacional Santa Rosa, donde se debe luchar contra incendios forestales, o el volcán Turrialba, donde los delitos ambientales están relacionados con ingresos ilegales o cacería de aves.

Lamentablemente, existe un deseo inconcebible de mantener la centralización de las funciones en San José y, por ello, los intereses de las distintas áreas de conservación se ven seriamente afectados.

La capacitación es uno de los componentes más delicados en esta coyuntura. Es hora de que tanto las nuevas generaciones de guardaparques como las que llevan más tiempo en el campo estandaricen su formación, que estén alineados con el fin de optimizar los resultados y alcanzar el objetivo de conservación de manera técnica, sustentada y eficaz.

chrismat@outlook.com

El autor es especialista en gestión y manejo de áreas protegidas y restauración ecológica.

Las necesidades formativas de los guardaparques son diversas, pues no es lo mismo vigilar la isla del Coco, donde los problemas se deben a la pesca ilegal, que el Parque Nacional Santa Rosa, donde lo común son los incendios forestales.

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