Renault Mégane Cabriolet Mk1: para iniciarse en el mundo de los clásicos descapotables
Si nos gustan los clásicos descapotables, un primer escalón con muchas ventajas en cuanto a precio de compra y facilidad de mantenimiento, es la variante Cabriolet del Renault Mégane de primera generación, nacido en el año 1997 y del que, hasta 2002, se fabricaron 73.719 unidades. En 1997, felices tiempos, habían vuelto los descapotables populares y accesibles. El R19, antecesor del Mégane, contaba con una versión descapotable realizada por Karmann y sería precisamente este especialista el encargado de realizar el nuevo Renault. El Mégane Cabriolet se construirá a partir de la carrocería del Coupé , suprimiendo el techo y alargando el voladizo trasero diez centímetros para ganar espacio en las plazas posteriores. Desde la factoría belga de Vilvorde, donde nacía el Coupé, llegaban a Karmann las carrocerías y allí eran transformadas en descapotables. El montaje final se realizaba en la fábrica Alpine de Dieppe. Sin ser especialmente original, la carrocería del Mégane Cabriolet tiene un diseño muy agradable y equilibrado. En Renault habían evitado caer en la tentación de construir un Coupé/Cabriolet (ya saben, un techo duro retráctil que se esconde en el maletero) y optaron por una clásica capota de lona con lo cual evitaban una parte posterior exageradamente grande que desequilibrase las proporciones del conjunto. La capota es una muestra del excelente trabajo de Karmann, no en vano llevaban su firma las del Jaguar XK8, VW Golf o Mercedes SLK, entre otros. Se trata de una capota de triple capa, provista de una luneta trasera con sistema para desempañar por aire forzado. Tras mover el puño de desbloqueo, en las variantes más equipadas basta tocar un botón para que el sistema eléctrico realice la operación de capotado o descapotado rápidamente. Pero el manejo manual de la capota es también muy sencillo. Y con un solo botón, se puede bajar o subir al tiempo todos los cristales, en las versiones más equipadas. Por cierto, una red anti remolinos era, y es, una opción aconsejable, más para quienes no aman las sensaciones puras de un descapotable. Otra opción específica (homologada por el fabricante si bien en las ITV dan bastante la lata con este tema…), era el llamado «Roadbox» que transformaba el Mégane Cabriolet en un roadster dos plazas. Se trataba de una pieza de fibra que cubría, al estilo del Porsche 911 Speedster, el espacio de los asientos posteriores. A parte del efecto estético, se ganaba mucho espacio para equipaje pues, bajo su tapa superior, era un baúl de equipajes que ocupaba el espacio de los asientos traseros, tras desmontar estos. El resultado es un volumen añadido para equipaje de 182 litros, cifra importante si tenemos en cuenta que el maletero del descapotable es de tan solo 174 litros (103 menos que en el Coupé). Además, el Roadbox tiene cierre con llave, interesante a la hora de poner a salvo nuestros bienes frente a los amantes de lo ajeno. Y en busca de espacio para guardar cosas, no olvidemos los 100 litros del hueco donde se guarda la capota, que queda libre con el Mégane capotado. A parte de esto, el conductor tiene ante sí un salpicadero prácticamente igual al del resto de la gama Mégane salvo algunos detalles. Las plazas delanteras son cómodas incluso para personas de estatura elevada. El volante, regulable en altura, permite encontrar una buena posición de conducción. Las plazas traseras son correctas y ofrecen un mínimo de espacio para dos ocupantes , pero no esperen un confort perfecto… Del Mégane Cabriolet de aquella primera generación, hubo varias versiones en cuanto a motores, desde los 1.390 cc de 90 CV, al 1998 cc del Clio Williams con 150 CV, sustituido posteriormente por un cuatro cilindros de igual cilindrada y distribución variable, con 140 CV, pasando por el 1.598 cc de 110 CV, entre otros. En marcha es un coche sano, con suspensiones que trabajan bien como en el Coupé (eso sí, los amortiguadores y muelles son de un tarado específico adaptado al Cabriolet) controlando muy bien la carrocería, permitiendo el paso por curva a buena velocidad, y sin sacrificar la comodidad. Si capotado se nota la contribución de la capota a la rigidez del conjunto, descapotado el comportamiento no pierde mucho. Es evidente el buen trabajo de Karmann a la hora de reforzar el conjunto a todos los niveles, incluidos los montantes del parabrisas que actúan como un arco de protección en caso de vuelco. El motor de 90 y, sobre todo, el de 110 CV, van bastante bien a la personalidad de este coche y ambos gastan poco combustible, aunque le pueda faltar empuje al primero desde el punto de vista de un amante de la conducción deportiva . Este último preferirá las versiones de 2 litros, tanto de 150 CV como de 140 CV, mucho más brillantes en cuanto prestaciones, sacrificando algo la comodidad por sus neumáticos de perfil bajo y suspensiones más duras. Tal y como señalábamos al principio, es un automóvil muy adecuado para iniciarse en el mundo de los clásicos descapotables. No dan problemas de corrosión si bien esta afirmación no excluye una revisión a fondo de los bajos de carrocería, sobre todo en unidades provenientes de zonas de mar. Los motores son robustos, pero hay que vigilar la correa de distribución y sustituirla a la hora de la compra, como precaución básica. Y no le importe pagar un poco más por una unidad bien mantenida, muy apreciadas pues este tipo de coches no siempre pasa por manos cuidadosas.