Once balonazos
Con once años mi primo Nacho y yo nos saltábamos la verja para colarnos en el colegio Joaquín Turina por una rendija que había abierta, un hueco por el que cabían nuestros pequeños cuerpos y que daba acceso a la cancha en la que discurrían nuestros fines de semana. Jugábamos al fútbol con aquel mítico balón amarillo Nike de La Liga, nuestras botas Predator y esas ganas locas de matar el tiempo a patadas. Allí nos juntábamos con otros niños, y organizábamos partidos improvisados e incombustibles, que empezaban cuando terminaban el desayuno y los dibujitos y acababan cuando las tripas rugían y tocaba irse a almorzar. Luego bajamos otra vez. Esa suciedad que se quedaba en el lavabo al enjuagar... Ver Más