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Cepo: no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy

El programa económico del Presidente Javier Milei viene atravesando varias semanas de cuestionamientos y de una incómoda incertidumbre. El Gobierno intenta desestimar esos cuestionamientos poniendo en duda la idoneidad técnica y/o sugiriendo la existencia de intenciones ocultas de parte quienes los formulan. Pero, su misma postura (defensiva y agresiva) y la necesidad permanente de exagerar los resultados del programa, forzando lo que dicen los números, llevan a suponer cierta insatisfacción de su parte con la dinámica macro actual y dichos resultados.

Obviamente que no hay que restarle mérito ni al superávit fiscal ni al descenso de la inflación, pero la estabilización de la inflación núcleo, que parece no poder perforar el nivel alcanzado en mayo, es un llamado de atención que pone en tensa espera el escenario planteado por las autoridades de una pronta convergencia de la inflación con la pauta del 2% de depreciación mensual del peso. En la medida que dicha convergencia se demore, teniendo en cuenta las condiciones necesarias planteadas por las autoridades, la salida del cepo y el reemplazo del actual régimen monetario y cambiario por uno más definitivo también se demorarían. Y si la Fase II (inesperada cuña entre las dos fases del programa original) se alarga en el tiempo, mayor será la necesidad de mantener viva la paciencia que aún exhibe la mayoría de los argentinos.

La macro se resuelve con macro (de la buena)

En tal sentido, la semana pasada también se conoció el índice de salarios del mes de junio, con un aumento del 6,2%, por encima de la inflación de ese mes. Si computamos la variación en lo que va del año también los salarios mostraban a junio un incremento superior a la inflación (84,3% vs 79,8%) pero esa variación no alcanza para recomponer la pérdida de poder adquisitivo experimentada en diciembre y a lo largo de todo el año pasado. En dicho período, el índice de salarios muestra un incremento del 216,3% mientras que el IPC aumentó 271,5%. Un punto a destacar del informe oficial es la gran dispersión que existe entre el aumento del salario formal y el informal (249% vs 159% en los últimos 12 meses). Esta situación está detrás de la fuerte dispersión existente en materia de pobreza que muestran los datos recientemente difundidos por la Universidad Di Tella. En efecto, mientras que la pobreza al primer trimestre de este año se habría ubicado en el 54,9% de la población (en los 31 aglomerados urbanos relevados en la EPH), marcando un fuerte incremento respecto del 38.7% del primer trimestre de 2023, los datos muestran que la pobreza habría llegado al 74,1% si se consideran los jefes de familia con ingresos informales, sustancialmente por encima de la pobreza de los jefes de familia del sector formal, 39,1%.

Si bien la mejora de los ingresos por arriba de la inflación que arrojan las estadísticas salariales permiten proyectar un freno en el deterioro de los indicadores de pobreza del sector formal, nos encontramos frente a niveles críticos de empobrecimiento sólo por debajo de los picos de 1989 y 2002. Está claro que la baja de la inflación es el principal activo que tiene el Gobierno y que, aun cuando no se cumplan sus previsiones, la sociedad seguirá valorando si se mantiene algunos meses más en el orden del 3%/ 4% mensual (sobre todo si los salarios acompañan ese ritmo). Pero esta situación social es una invitación a que se despierten tensiones y reclamos y que desde la política se presione por medidas compensatorias. De las cuales ya tuvimos algunos ejemplos en los trámites legislativos de la movilidad jubilatoria y el financiamiento universitario (este último aprobado la semana pasada por Diputados).

La fatal arrogancia de Milei y Caputo

El Presidente tiene a mano el veto en el caso que estas iniciativas, u otras, se conviertan en ley para señalar su determinación de mantener el equilibrio fiscal alcanzado en los primeros siete meses del año. También, dentro de cuatro semanas, asistiremos al envío del primer presupuesto de la gestión Milei. Será otra oportunidad para mostrar cómo se conseguirá dicho equilibrio hacia adelante y una gran oportunidad para el debate político de cuáles deben ser las prioridades de gasto teniendo como restricción la obtención de dicho equilibrio.

Pero la creciente atención e inquietud que empiezan a generar los temas anteriores (lo social, lo político y su correlato fiscal), no desplazan el foco de la incertidumbre que sigue centrada en lo cambiario (el nivel del tipo de cambio, el cepo y los controles de capitales) y lo financiero (acumulación de divisas y vencimientos futuros de la deuda en manos privadas). Y el Gobierno, lejos de contribuir a reducirla, alimenta esa incertidumbre al mantener su ambigüedad cuando se refiere o proyecta el futuro régimen monetario/cambiario que sucederá al actual una vez que se desmantelen los controles y el cepo.

Inflación en baja y leyes aprobadas, ¿alcanzará?

El Presidente, después de varios días de ausencia pública, sostuvo que se puede crecer con cepo y dejó flotando la idea de que iremos hacia un esquema de flotación totalmente libre (dado que se ocupó de dejar bien en claro lo deleznable que es proponer que se emita para acumular reservas), volviendo a la postura que defendía antes que sugiriera la posibilidad de ir hacia un régimen con tipo de cambio fijo (en un par de apariciones públicas previas). Es probable que las autoridades económicas se inclinen por mantener esa ambigüedad todo el tiempo que les sea posible, pero es mejor salir del cepo, desmantelar controles y dejar que el tipo de cambio encuentre su nivel hoy que mañana.

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