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El verdadero oro nacional

El henequén, conocido como el oro verde de Yucatán durante el siglo XIX, fue un pilar económico gracias a su auge industrial. No obstante, su esplendor se desmoronó con la aparición de fibras sintéticas como el polipropileno, que ofrecían la misma versatilidad a un costo menor.

Este episodio nos invita a reflexionar sobre la situación de Costa Rica, donde la naturaleza se ha convertido en el principal motor del turismo, y las áreas silvestres protegidas (ASP) desempeñan un papel crucial en el éxito de esta industria. Sin embargo, los recientes desafíos en algunas de ellas constituyen una amenaza para su equilibrio ecológico, lo que a su vez podría comprometer el atractivo natural que tanto atrae a visitantes de todo el mundo y llevar al colapso de esta industria.

En el 2023, un total de 42 ASP registraron 2.728.582 visitas, lo que representa un aumento del 11,2 % en comparación con el 2022. El 59,5 % (1.622.306) fueron turistas no residentes y el 40,5 % (1.106.276) residentes en el país. Entre el 2017 y el 2019, el 72 % de quienes visitaron Costa Rica, y en el 2019, el 69 % de los turistas residentes, eligieron las playas como su principal destino. El año pasado, el 53 % de las visitas turísticas se realizaron en áreas silvestres protegidas, principalmente en los ecosistemas marino-costeros, mientras que el 47 % restante se concentró en áreas protegidas terrestres.

Aportes de la naturaleza

Las áreas naturales son fundamentales para el éxito turístico, ya que generan ingresos y empleo. Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en el 2022 alrededor del 78 % de la contribución económica de las ASP estuvo relacionada con el turismo. Por tanto, los diversos y abundantes ecosistemas brindan múltiples servicios a la población y la economía nacional.

Se calcula que el capital natural costarricense tiene un valor anual de al menos $15.000 millones, equivalentes al 23 % del PIB en el 2019. Más del 40 % de este valor proviene de servicios culturales, como la recreación y el turismo.

En el 2016, las áreas silvestres protegidas contribuyeron con $1.800 millones a la economía, lo que representó el 3 % del PIB; el gasto público relacionado con la biodiversidad, por su parte, fue de tan solo el 0,8 %. Antes de la pandemia, en el 2019, el turismo representaba el 4,8 % del PIB, casi el 8 % del empleo formal y el 37 % de las exportaciones de servicios, muy por encima del promedio de la OCDE, que es del 20,5 %.

La Cuenta Satélite de Turismo (CST) revela que durante el período 2012-2019 las diversas actividades económicas vinculadas al turismo significaron entre el 4 % y el 5 % del PIB. Los datos más recientes del Banco Central reflejan que la aportación de la industria turística asciende a un 6,3 % del PIB, y que si se suman los aportes directos e indirectos, la cifra alcanza el 8,2 %.

Además, en ciertos años, las áreas silvestres protegidas han contribuido con un 14 % a la producción de energía hidroeléctrica, un 78 % al turismo y un 8 % a otros sectores. Por otra parte, en términos generales, se estima que la pesca deportiva y los chárteres con este fin producen ingresos anuales de entre $499,7 y $520,51 millones.

Patrimonio nacional

Estos números subrayan la importancia de la biodiversidad y las áreas silvestres protegidas, porque son las principales guardianas del tesoro natural de la economía nacional. Según los datos más recientes, en el 2023 nuestra nación albergaba el 7 % de la biodiversidad mundial, en lugar del 6 % estimado anteriormente, y el 11,7 % de la biodiversidad antes descrita. Estos porcentajes, que permanecen prácticamente sin cambios para la lista actualizada de vertebrados, reflejan nuestro patrimonio y diversidad.

En este contexto, cabe recordar que el 24 de agosto se celebra el Día de los Parques Nacionales, fecha propicia para reflexionar sobre nuestra responsabilidad de proteger y preservar estos espacios.

Las áreas silvestres protegidas no solo son el corazón de nuestra biodiversidad, sino también el pilar fundamental de una economía basada en el turismo sostenible y natural. Debemos continuar invirtiendo en su conservación y gestión para asegurar que las futuras generaciones disfruten de los mismos paisajes y ecosistemas que en este momento fascinan al mundo.

En un planeta cada vez más urbano y desconectado de la naturaleza, las ASP se erigen como santuarios de vida y bienestar, un recordatorio de que el verdadero oro verde de Costa Rica no se encuentra en el aprovechamiento del petróleo, el gas natural, el oro metálico, un cultivo o una industria, sino en la preservación de su acervo natural.

lenincri@lenincorrales.com

El autor es analista ambiental y fue presidente del Consejo Científico de Cambio Climático de Costa Rica.

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