‘Clínicas’ ofrecen riesgosas terapias con ayahuasca para dejar las drogas
“Si usted está buscando recuperarse de su adicción a la heroína, cocaína, metanfetamina, sintéticos, opiáceos de prescripción o cualquier otra cosa, es una oportunidad increíble”.
Así se promociona una de las seis “clínicas” que ofrecen en el país riesgosas terapias con ayahuasca e iboga, sustancias psicodélicas, que pueden provocar, según los expertos, estados psicóticos, además de fuertes vómitos, diarreas, arritmias, daño renal, paros cardíacos e incluso la muerte.
A pesar de esas eventuales consecuencias, el consumo de estas hierbas se presenta como alternativa para superar la adicción a las drogas, la depresión y el estrés postraumático, entre otras patologías. De acuerdo con el Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA), los sitios que las ofrecen operan sin aval.
En abril del 2014, una noruega de 41 años falleció en el Gabón House Center, ubicado en Cañas Dulces de Liberia, por ingerir ibogaína, un alcaloide extraído de la iboga, planta originaria de Gabón y el Congo, en África, que las tribus nativas utilizan en sus rituales sagrados. La mujer se encontraba en ese lugar para tratar su adicción a las drogas.
Además, el pasado 5 de agosto, una estadounidense de apellido Levis falleció, según el reporte del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), en un establecimiento ubicado en Paquera, Puntarenas, que ofrece terapias con iboga. Al parecer, la mujer sufrió un paro cardíaco luego de consumir iboga en Soul Iboga Retreats. La muerte de la mujer está bajo investigación.
La ayahuasca, entretanto, proviene de la Amazonía y contiene el alucinógeno dimetiltriptamina (DMT), una droga que, según el Convenio sobre Sustancias Psicotrópicas de 1971, es ilegal en el país.
La iboga no está en la lista de psicotrópicos sometidos a fiscalización internacional, pero aparece en la lista I de la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), lo cual significa que no tiene autorización para uso médico, carece de seguridad y posee alto potencial de abuso.
El Ministerio de Agricultura y Ganadería aclaró, a través del departamento de prensa, que no existe ninguna norma sanitaria para la iboga y la ayahuasca en el país. Por lo tanto, cualquier ingreso de ese tipo de planta o sus derivados es ilegal.
Entre $3.500 y $6.000
Una investigación de este diario identificó que seis centros promocionan “retiros” de entre siete y 12 días por medio de páginas web, redes sociales y plataformas digitales para alojamiento. De los seis lugares, dos brindan ayahuasca, y cuatro, iboga. Ambas sustancias se consumen de forma oral: la primera, en forma de bebida y la segunda, como un polvo.
Estas “clínicas” ofrecen paquetes de entre $3.500 y $6.000 (¢1,8 millones y ¢3,3 millones) por persona e incluyen lujosas habitaciones en playas y montañas, una cantidad de “viajes” psicodélicos, sesiones de introspección y duchas espirituales, que son, según la información promocional, baños en ríos “para liberar lo que ya no nos sirve”.
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Algunos de esos lugares tienen un establecimiento para hacer sus rituales y otros trabajan en la clandestinidad.
Amber Antonelli, dueña de Awaken Your Soul, una de las alternativas que suministra iboga como una opción para dejar las drogas, reconoció que no disponen de un establecimiento fijo, sino que rotan. A pesar de esa situación, el negocio cuenta con un sitio web en el que muestra amplias instalaciones con cabañas, lagos, salas para masaje y yoga, entre otras.
Según Antonelli, operan desde hace cinco años en el país y atienden hasta 150 personas cada año. Los “pacientes” tienen entre 20 y 60 años y “viajan desde todo el mundo para ‘conectar’ con ellos mismos”. Otros lo hacen, según ella, como la última alternativa para tratar su adicción a los opioides luego de múltiples intentos fallidos en centros de tratamiento tradicionales.
Antonelli asegura que la mayoría de personas que buscan esta opción tuvieron una infancia complicada y no lograron resultados con terapias tradicionales.
Al consultarle por qué no contaban con un permiso del IAFA, aseguró que no tenía conocimiento sobre la existencia de esa entidad, la cual se encarga, por ley, de regular los programas para el tratamiento de adicciones.
Los otros lugares, según la revisión en Internet, son Clear Sky Recovery Costa Rica (no especifica ubicación); New Life Ayahuasca, en San Ramón; Soltara Healing Center en Puntarenas; Iboga Wellness Center en Pérez Zeledón, y un retiro de siete noches con iboga en bahía Gigante, Puntarenas, que no se comercializa bajo un nombre específico.
Soltara Healing Center dijo, a través de un correo electrónico remitido a este diario el sábado 24 de agosto, que si este diario tenía interés en una entrevista, canalizaría dicha petición, pero no respondieron la pregunta directa sobre cuántos años llevan operando en el país y si poseen los permisos respectivos.
La Nación intentó contactar al resto de lugares, pero no contestaron.
Wendy Mora, encargada de Acreditación de Programas del IAFA, aseguró que están al tanto de ese tipo de tratamientos y los califican como “riesgosos”, porque no tienen un respaldo científico y hay incertidumbre sobre la reacción que pueden ocasionar en cada organismo.
La funcionaria expuso que están atados de manos para impedir la operación de esos sitios y mencionó, que años atrás, le retiraron el aval a uno en Guanacaste porque utilizaba ibogaína como parte de su tratamiento. Sin embargo, en la actualidad, ese centro continúa trabajando a espaldas de las autoridades.
“Nos preocupa mucho, nos genera una sensación de impotencia, porque muchas de estas organizaciones tienen una alta publicidad. Nosotros muchas veces no tenemos las capacidades legales, no tenemos los instrumentos legales para llegar y decirles: ‘Dejen de estar haciendo este tipo de prácticas’”, indicó Mora.
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Riesgos de la ayahuasca y la iboga
Monika Hidalgo, especialista del Centro Nacional de Información de Medicamentos (Cimed) de la Universidad de Costa Rica, explicó que uno de los principales síntomas que provoca el consumo de ayahuasca es la diarrea o el vómito excesivo.
“El riesgo de una deshidratación y de un problema renal son muy elevados. Al haber intenso vómito, hay pérdida de electrolitos y eso puede provocar compromiso cardíaco o un paro respiratorio”, indicó.
Carlos Bonilla, psicólogo experto en adicciones, calificó el consumo de ayahuasca como una “moda”. Según dijo, ha recibido a pacientes en su consultorio que, tras acudir a este tipo de “retiros”, quedan atrapados en un estado psicótico (delirios, alucinaciones, entre otros síntomas) por un desbalance químico en el cerebro.
“Son drogas muy fuertes y este tipo de centros no tienen una ambulancia o un paramédico a la par, para casos de emergencia. Entonces, a la persona que termina mal y no se le logra contener, en muchas ocasiones lo que hacen es someterla o amarrarla”, aseguró.
Según un reporte del Centro Internacional de Enseñanza, Investigación y Servicios Etnobotánicos, publicado en junio del 2023, Costa Rica y Perú son dos de los principales destinos para el “turismo de ayahuasca”. Entretanto, los estadounidenses son los principales consumidores.
Esta investigación identificó 212 centros en la Amazonía y 20 en Costa Rica que, se estima, pudieron haber recibido a unas 62.000 personas solo en el 2019.
“Es complejísimo”, indicó Argenis Leiva, asesor en Adicciones de la Clínica Despertares, un centro de rehabilitación residencial avalado por el IAFA.
“Hemos tenido personas que han estado bien durante el proceso de rehabilitación en Despertares, pero luego van a hacer ayahuasca y se dispara todo. Sufren una recaída”, recordó Leiva.
El consumo de ibogaína, aunque es menos popular, también es riesgoso. Al ingerir esta sustancia, se pueden experimentar alucinaciones que pueden prolongarse por más de 10 horas y efectos secundarios mortales como arritmias y paro cardíaco.
Ministerio de Salud guarda silencio
El IAFA dice estar atado de manos para cerrar las “clínicas” que no tienen programas de rehabilitación aprobados por profesionales y que no han certificado contar con especialistas en adicciones, Medicina, Psicología y Trabajo Social, entre otros. Esto, porque sostiene que esa competencia es del Ministerio de Salud.
No obstante, al preguntarle a Salud, este ministerio le tira la bola de regreso al IAFA.
Desde el 17 de julio, se le consultó al departamento de prensa del Ministerio de Salud, por medio de un correo electrónico, sobre los permisos de funcionamiento de las seis clínicas identificadas por este diario y sobre antecedentes de clausuras, pero respondieron que la información sería enviada hasta el 5 de setiembre del 2024.
Para ofrecer un tratamiento a personas adictas a las drogas en el país, todos los establecimientos deben contar con el permiso de funcionamiento del Ministerio de Salud y el aval del IAFA, para garantizar la seguridad de los usuarios.
Según detalla el Instituto, para obtener el permiso, cada lugar debe demostrar que su programa está basado en evidencia científica, definir una duración del tratamiento, y contar con un equipo interdisciplinario conformado por profesionales en Psicología, Medicina y Trabajo Social, entre otros requisitos.
Wendy Mora, encargada de Aprobación de Programas del IAFA, dijo que, legalmente, el Ministerio de Salud es el ente con la potestad de clausurar ese tipo de sitios, pero advirtió de que, muchas veces, son lugares clandestinos difíciles de identificar.
Ante la imposibilidad para intervenir estos sitios, Mora agregó que se necesitaría una modificación a la Ley Orgánica del Ministerio de Salud para permitirle al IAFA cerrarlos en caso de irregularidades.
Cada año, la adicción a las drogas cobra miles de vidas alrededor del mundo. Datos del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades indican que, solo en el 2023, hubo 107.543 muertes asociadas a una sobredosis por consumo de drogas en Estados Unidos.
En Costa Rica, el IAFA reportó 569 fallecimientos asociados al consumo de sustancias psicoactivas entre los años 2014 y 2020, y atendió a 50.000 personas entre el 2019 y el 2023 por motivo de consumo de sustancias.