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Trapero, el exjefe de los Mossos que entra en política con el encargo de pacificar el cuerpo

El major, que pasó de héroe a traidor para el independentismo, se pone a las órdenes de Illa al frente de la dirección general de la Policía catalana con el propósito de recuperar su prestigio y diseñar las nuevas políticas de seguridad

El Govern nombra a Trapero director general y remodela la cúpula de los Mossos

Salvador Illa ha cumplido su palabra y ha recuperado a Josep Lluís Trapero para nombrarlo director general de la policía de la Generalitat. La vuelta de Trapero a las más altas responsabilidades es, en cierta forma, una restitución, que viene a corregir una salida atropellada bajo las órdenes de ERC que desconcertó a buena parte de los mandos de los Mossos d'Esquadra.

El major –este es un rango policial que nunca se pierde– vuelve, pero lo hace con un matiz importante. Trapero siempre había mantenido una carrera lejos de la política e incluso, como comisario jefe, había preferido mostrarse siempre cercano a la actividad diaria de un agente. Ahora es diferente; el de director general es un cargo político y será la primera vez que lo ocupe un uniformado.

Salvador Illa centró gran parte de su campaña electoral en la seguridad y fue en el debate de TV3 y Catalunya Ràdio cuando anunció quiénes serían sus nombres para llevar a cabo sus propuestas si era investido: Núria Parlon, exalcaldesa de Santa Coloma de Gramenet, sería su consellera de Interior y Trapero, que dejaría las labores policiales para pasar a ejercer como el alto cargo al volante de la policía.

El nombramiento de Trapero se da en uno de los momentos más complicados para el cuerpo y en plena convulsión después de que la policía catalana fuera incapaz de detener a Carles Puigdemont en su breve regreso a Catalunya y de que el expresident escapara del radar de los Mossos y pudiera volver a Waterloo sin ser arrestado.

La llegada de Trapero ha venido acompañada de cambios de relevancia en la jefatura policial. El nuevo comisario jefe de los Mossos será Miquel Esquius, hombre de confianza de Trapero, que ya estuvo al frente del cuerpo en 2019 pero fue destituido por el entonces Govern de Junts, que nombró a Eduard Sallent. Éste se mantuvo con el cambio de Govern de ERC y nunca ha tenido sintonía con Trapero.

Siempre en los Mossos

La trayectoria del nuevo director general ha estado siempre vinculada al cuerpo. Formado en la Escola de Policía de Catalunya, la escuela de mossos por antonomasia, Trapero se licenció después en Derecho y después realizó formación complementaria de especialización en diversos ámbitos, como el blanqueo de capitales y el crimen organizado. Bien formado y tras firmar una hoja de servicios en diversas tareas, el policía de Santa Coloma pasa a dedicarse a la investigación, donde asciende de forma rápida hasta convertirse en jefe de la División de Investigación Criminal, en 2008.

Solo unos años después, se convertiría en el comisario al frente de la Comissaria General d'Investigació Criminal. Es allí donde el entonces director general de la policía Manel Prat se fija en él, para acabar nombrándolo en 2013 como comisario jefe, es decir, el hombre en la cúspide operativa del cuerpo.

No sería hasta el año 2017 cuando, además de ser el policía con más mando, obtuviese también los máximos galones con el título de major. En su primera semana con esta distinción, ahora hace exactamente 7 años, Trapero tuvo que hacer frente a los atentados de Barcelona y Cambrils, que dejaron 16 muertos. La actuación de los Mossos recibió felicitaciones dentro y fuera de Catalunya, tanto por el operativo antiterrorista como por la forma directa y transparente de comunicar. La forma de actuar, con todo, también recibió críticas por no haber priorizado la captura a los atacantes y haber optado por abatir a todos ellos.

Pero ni críticas ni alabanzas tuvieron demasiado tiempo para resonar. Poco después, llegaba el referéndum del 1-O y aquella votación le valió una imputación por el delito de sedición. Se le llegaron a pedir once años de prisión, pero fue absuelto en octubre de 2020.

De “sedicioso y seductor” a “una ocurrencia”

Trapero empezó desde abajo y ascendió a lo más alto de la cúpula de los Mossos d’Esquadra sin buscar ni deber favores políticos. Criado en un barrio obrero de Santa Coloma de Gramenet, los que le conocen bien destacan su tozudez y la costumbre de hablar claro. A Trapero se le escogió solo porque se consideró que podía hacerlo mejor que otros comisarios que aspiraban a ese mismo ascenso, sin que pesara, en el año 2013, si tenía o no vinculación con el proyecto independentista. Pero se acabó convirtiendo en un auténtico icono del independentismo.

Su ascenso popular fue a raíz de su mandato al frente de los Mossos durante el procés y el referéndum. En aquella jornada se empezó a corear el cántico “los Mossos son nuestra policía”, ya que el cuerpo catalán no empleó la violencia física para impedir la votación, como sí hicieron la Policía Nacional y la Guardia Civil.

Este gesto hizo que Trapero se ganara el favor del independentismo y, también, una imputación por sedición, cosa que, en vista de la opinión popular, le igualaba a otros líderes del procés como el expresident Puigdemont u Oriol Junqueras. De hecho, el entonces major se convirtió en carne de meme con imágenes suyas acompañadas de la leyenda “Sediciós i seductor”.

Pero el embrujo acabó poco después, durante el juicio del procés, cuando Trapero decepcionó a sus fans basando su defensa en la idea de que nunca “compartió el plan ideado por el Govern para alcanzar la independencia de Catalunya y su proclamación como Estado independiente”. Y la gota que colmó el vaso fue su revelación de que el cuerpo tenía un plan para detener a Puigdemont y al resto del Govern cuando se aprobó la Declaración Unilateral de Independencia (DUI) y que estaba dispuesto a llevarlo a cabo si se lo hubiera ordenado un juez.

Trapero fue absuelto del delito de sedición en 2020 y un año después volvió al cuerpo de los Mossos, del que había sido destituido tras su imputación. Pero la relación ya no era la misma. Quien le rescató fue el Govern de Quim Torra, con Miquel Sàmper al frente de la conselleria de Interior -ahora a cargo de la cartera de Empresa y Trabajo en el Govern de Illa-.

“Regresó resentido con todo y se encerró en un núcleo muy estrecho y pequeño”, explicaron en su momento a elDiario.es fuentes de la Generalitat de aquel momento. Y la relación todavía se enrareció más cuando Joan Ignasi Elena (ERC) asumió la cartera de Interior tras la salida de Junts del Govern de la Generalitat en 2022.

Con todo, el regreso fue breve, ya que un año después volvió a ser destituido como comisario jefe en favor de Josep Maria Estella. El argumento fue que el cuerpo necesitaba “una renovación” y se envió a Trapero a la División de Evaluación de Servicios, donde analizaba el funcionamiento de los dispositivos policiales.

La destitución de Trapero -y la de una treintena más de mandos policiales- despertó el rechazo de buena parte de la oposición, que apuntó que respondió a una “purga” y a “intereses políticos”. Por eso, PSC, PP, Ciudadanos y Vox pidieron la creación de una comisión de investigación en el Parlament para aclarar los motivos de los cambios en la cúpula de los Mossos.

Trapero fue apartado de la dirección del cuerpo por quienes le encumbraron y fue ahí cuando Illa vio su ventana de oportunidad para rescatar al hombre que pasó de ser elogiado por el independentismo a una figura repudiada. De hecho, el anuncio del socialista durante la campaña levantó ampollas entre ERC y Junts. Puigdemont definió el fichaje como “una ocurrencia” y pidió al ahora president que mantuviera a “los profesionales del combate partidista”.

De icono del independentismo a fichaje del PSC

El nuevo president, después de siete años marcados por el procés, quiere hacer cambios estructurales en los Mossos. Y para ello ha escogido a Trapero, cuyo fichaje empezó hace ya tiempo. El major tiene buena relación con el exconseller Sàmper, que le rescató mientras estuvo al frente de Interior. Y también conoce bien al nuevo conseller de Justicia, Ramon Espadaler, el mismo que ostentaba la cartera de Interior la primera vez que Trapero fue nombrado máximo jefe del cuerpo.

No menos importante es la antigua relación con Albert Batlle, actual responsable de la seguridad en el ayuntamiento de Barcelona y que fue director de los Mossos (el mismo cargo que ahora ocupará Trapero) durante una parte del tiempos en los que el major era comisario jefe. Juntos, por ejemplo, hicieron frente a los atentados de la Rambla. Y ahora se sentarán en despachos prácticamente homólogos, uno a cargo de la Guardia Urbana de Barcelona y, el otro, al frente de los Mossos.

Todos estos nombres que han ido encontrándose con Trapero durante su carrera y que hoy ostentan cargos en ejecutivos del PSC han sido claves para su fichaje. Pero quizás uno de los más importantes ha sido el de Núria Parlón, quien será su consellera. Es conocida la buena relación entre ellos. Ambos son nativos de Santa Coloma de Gramenet -así se conocieron-. Ahora trabajarán juntos. Su promesa: “Una nueva forma de afrontar la seguridad ciudadana”.

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