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Controversia con un equipo femenino tras ganar la liga de mujeres con cinco futbolistas trans

El equipo de fútbol Flying Bats ganó la liga femenina amateur de Australia con todos los partidos ganados y con 65 goles a favor y solo cuatro en contra. No pasaría de mera anécdota sobre la superioridad de este conjunto si no fuera porque en marzo todos los focos se pusieron sobre este vestuario en el que se incluía a cinco mujeres trans entre sus filas al ganar un torneo de pretemporada en el que incluyó una final ganada 4-0 y una semifinal ganada 10-0, con seis tantos marcados por la misma jugadora. Una situación, añadida a esos datos de más arriba, que ha llevado de nuevo a la palestra el debate sobre la inclusión de las personas trans en el deporte. Por un lado, directivos de otros clubes y padres de jugadoras y rivales se opusieron a la inclusión de estas futbolistas en la competición femenina y solicitaron que el equipo se inscribiera en la categoría mixta, que permite la participación tanto de hombres como de mujeres. «No hay transparencia por parte de Football NSW, las chicas no saben si van a jugar con varones biológicos o no», dijo un alto funcionario de un club. «Algunos de los padres estaban tan preocupados que no dejaban que sus hijas jugaran... Fue muy desalentador para ellos ver la enorme diferencia en las habilidades». El diputado australiano John Ruddick señaló que era «no solo una cuestión de espíritu deportivo justo, sino también una cuestión de seguridad física para las jugadoras nacidas mujeres». Y llegó a incluir un audio de un presidente de un club rival que señaló que en un encontronazo una de estas jugadoras le rompió la rodilla a otra, que ya no pudo continuar con la práctica deportiva. Por otro, el propio club ganador, que defiende la gestión y a su plantilla: «Como club, el Flying Bats FC defiende firmemente la inclusión y nos enorgullecemos de un juego seguro, respetuoso y justo, de la promoción de una comunidad de apoyo para jugadores, árbitros y seguidores LGBTQIA+, y de los importantes beneficios físicos, sociales y de salud mental que aporta la participación en el deporte, especialmente a los miembros marginados de la comunidad LGBTQIA+. Somos un club que valora a nuestros jugadores cisgénero y transgénero por igual», señalaba la presidenta, Jennifer Peden, cuando surgió la polémica en el pasado mes de marzo. Para exfutbolistas como Lucy Zelic, otorgar el premio de la categoría femenina a cinco jugadoras trans fue «un crimen para las mujeres». La también comentarista subrayó que a las jugadoras rivales no se les ha permitido levantar la voz y se ha contado sus incomparecencias por derrotas. Así, los Flying Bats, por ejemplo, pasaron a la final del torneo sin tener que jugar seis de los encuentros pues no acudieron al campo las rivales. Algunas por temor a posibles lesiones ante choques fuertes, otras por el enfado que supone la supuesta diferencia de altura, fuerza, velocidad que encarnaban las cinco jugadoras trans. «El hecho de que estas mujeres se hayan quedado sin voz en este asunto y, si la tienen, estén siendo castigadas por ello, es algo que necesita ser estudiado muy profundamente. Imagínese lo que les ha costado llegar a las rondas eliminatorias; hace falta mucho coraje en esta situación para ponerse de pie y decir »no, no vamos a jugar«. Y responsabiliza a las organizaciones deportivas nacionales que no han »actuado para introducir políticas que protejan a las mujeres y las niñas«. »Esas son las personas a las que realmente debemos llamar la atención y pedirles respuestas. Quiero saber por qué no se escuchan las voces de estas mujeres. No está bien«.

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