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Massive Attack entona su condena contra Israel

Abc.es 
Con la 'espantá' del Mad Cool 2018 en mente, Massive Attack atacaba de nuevo en Madrid, el plato fuerte del último día del festival Kalorama , que ayer sábado actuaron en horario de 'Pasapalabra' durante dos horazas para una mayor concurrencia que otros días. De hecho, el festival cifra en 41.500 los asistentes a las tres jornadas del evento entre ofertas de última hora y otros apaños a sumar a los que ya vinieran a ver a estas leyendas del trip-hop, LCD Soundsystem o Prodigy. La banda comandada por Robert del Naja salió a escena con el ' In My mind ' de Gigi D'Agostino y pidiendo perdón por el leve retraso anti-británico, brazalete de Palestina en brazo y Grant Marshall con otro pañuelo palestino en el agosto madrileño, esto es compromiso. De luctuoso negro, siete músicos. Y en los visuales un mono con un joystick y un dardo contra Elon Musk. Habría más chistes para aligerar un show eminentemente político en este evento celebrado bajo el patrocinio de Idealista. El espectáculo trip-hopero de los de Bristol se movió en los estándares de calidad y pretensiones esperados, delicada oscuridad, compromiso de izquierdas, entre la belleza morosa y el peligro del tostón bien sorteado con entradas y salidas constantes de vedettes: que si la celestial Liz Fraser para cantarse 'Song for Siren' de Tim Buckley y muchas más (un culmen siempre que salió), que si los Young Fathers para despertar a todos los muertos con su brío o, tras el 'Risingson' inicial, advenir el carismático (y abrigadísimo también) Horace Andy para marcarse 'Girl I Love You'. Un vídeo de Gaza, y luego una fábrica de misiles en Oklahoma, y un meteorito cruza Ucrania en 2013 para llegar a las Olimpiadas de Sochi en 2014, con Putin en el palco. Sale Netanyahu y se desatan las pitadas. Luego Putin se llevaría algún 'buu' también, pero, sobre todo, los ataques de Israel a Palestina son el marco para envolver en atmósferas cinemáticas y penumbrosas la frialdad y la pausa de los ingleses, introspectivos y reivindicativos, soul y jazz, esto es: trip-hop alt-left. Una delicatesen, un grupo muy influyente, y un artefacto político. Subrayar lo obvio del cuidado de Robert del Naja y Grant Marshall, el poco rato que estuvo sobre las tablas, para construir originales, bellas y retenidas combinaciones de voces, sobre rasgueos distorsionados casi shoegaze, o el luego emblemático y reverberado 'love you, love you, love you… You are my Angel', cantado por un Horace Andy, o la angelical voz de Fraser en 'Teardrop', el lujo de tener a la Cocteau Twin salmodiando desde el cielo de la hermosura. Enhebran fino con las voces para crear ese ambiente de penumbra, en un show exigente de largo y pausado, anticlimático casi para un festival en su 'prime time'. Y Del Naja siempre en un discreto segundo plano, muy Banksy, para no descentrarnos del foco, entre visuales abrumando a infoxicación: Gaza demolida en la forma y fondo. En la versión de 'ROckWrok', de Ultravox, la canción más animada y divertida de la noche, un vídeo (todos traducidos a un español regulero) satiriza el aluvión de conspiranoicos de nuevo cuño mediático, que si los Iluminati y los de los chemtrails, para ironizar que sólo Trump está fuera de su influjo, pero no del de Putin, que a su vez está controlado por Xi, que nos espolvoreó el covid para despoblar Occidente en una guerra contra Bill Gates y el Rey Carlos de Inglaterra, y, en verdad, todos buscan los mismo. Y nos reímos, claro. Un contrapunto necesario para driblar el fantasma del exceso de solemnidad. Luego leemos: «Y todo el mundo se convirtió en un escenario en donde nada es real». Y la risa no solo se congela sino que se traga a sí misma o ni siquiera, seguimos igual. Suena el 'In My Mind' de Gigi D'Agostino de nuevo para terminar.

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