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Vendedor de palmito fallecido por derrape luchaba por sacar bachillerato aunque le negaron beca

Christopher García Obando, joven de 23 años que falleció el pasado miércoles en un accidente de motocicleta al derrapar y estrellarse contra unos árboles en La Germania de Siquirres, se dedicaba a la venta de palmito, limones y verduras en una gasolinera ubicada a cuatro kilómetros de su casa, en la comunidad de Bella Vista.

Christopher nunca abandonó sus estudios. Su hermana, Kelly, aseguró que hizo esfuerzos constantes para avanzar en su proceso educativo. Por ello, desde hace unos meses, estaba cursando el décimo año en el Centro Integrado de Educación de Adultos (Cindea) de Siquirres, aunque también tuvo que enfrentar retos debido a su condición. De adolescente, a los 15 años, García perdió la pierda izquierda debido a un cáncer.

“Él la pulseó para que le dieran una beca y así poder movilizarse mejor, pero no lo supieron ni quisieron ayudar. Fue muchas veces a consultar, pero lo mandaban para allá, lo mandaban para acá... No le daban explicaciones y no lo supieron ayudar”, comentó hermana.

Esto, sin embargo, no fue un impedimento para que Christopher continuara esforzándose por obtener su título y enfrentarse al mundo universitario, ya que aspiraba a dedicarse a la Ingeniería Electromecánica, aunque valoró otras opciones.

“Él quería estudiar Mecatrónica, pero la última vez que habló con mi tía comentó que quería ser criminólogo, porque le encantaba resolver cosas”, dijo Kelly.

Christopher también era un apasionado por la música. Su hermana relató cómo, observando videos en Internet, logró aprender a tocar la guitarra y el bajo: “¿Qué no hacía?”, concluyó.

Para llegar a su trabajo, Christopher viajaba en moto. Debido a que solo tenía su pierna izquierda, utilizaba un pequeño banquito para subirse al vehículo.

Kelly Obando relató a La Nación cómo la vida le presentó distintos retos a su hermano desde temprana edad. El mayor fue la detección del cáncer en el hueso de la rodilla derecha, el cual lo llevó a someterse a múltiples tratamientos de quimioterapia.

“Recibió 21 ciclos de quimioterapia, para ver cuánto se le reducía el tumor para poder ponerle la prótesis”, dijo la hermana. “Él no quería perder su pierna y los doctores trataron de ayudarlo en ese sentido, pero el cáncer lo estaba matando”.

Por esta razón, a sus 15 años aproximadamente, Christopher tomó la difícil decisión de amputarse la pierna para recuperar su salud. Aunque le proporcionaron una prótesis, Kelly confesó que, con el tiempo, esta se tornó obsoleta, lo que dificultó su uso.

‘Quiso salir adelante por sí mismo’

Christopher y su familia vivían en San José, pero tomaron la decisión de mudarse a Siquirres hace tres años.

“Nosotros nos vinimos a vivir para acá y a él se le dio la oportunidad de tener una moto. Con ella, aprendió a movilizarse y fue tomando cancha. Quiso salir adelante por sí mismo; estaba en una depresión de que no podía hacer las cosas por la condición que tenía. Aun así, era muy terco. Si a él se le metía algo en la cabeza, lo hacía porque lo hacía; era una persona muy capaz”, aseguró Kelly.

Esta determinación lo llevó, hace aproximadamente un año, a establecer un pequeño puesto de ventas en una estación de servicio en Pocora. Su hermana relató que allí le ayudaron a montar el negocio y establecerse.

Ronald Contreras, un vecino de Pocora, comentó a La Nación que tuvo la oportunidad de comprarle sus productos en varias ocasiones. Esto le permitió conversar con Christopher y conocer un poco de su historia.

“Me dijo que tenía que buscar cómo ganarse la vida, y la única forma que encontró era vendiendo verduras en la gasolinera: un día vendía plátanos, otro palmito, otro naranjas, etcétera. Era muy humilde y pulseador, y siempre se le veía con mucho entusiasmo, porque él decía que, si no se hubiera cortado la pierna, estaría muerto por la enfermedad”, dijo Contreras.

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