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La pequeña isla portuguesa de la que se enamoró Cristóbal Colón

Abc.es 
Son muchas las razones que justifican una visita a Porto Santo, la pequeña isla del archipiélago portugués de Madeira , conocida por ser un oasis dorado en medio del Océano Atlántico. Entre ellas, destaca por estas fechas la de poder asistir al Festival de Colón , que este año celebra su XV edición del 19 al 22 de septiembre. Conciertos, animación en las calles, un mercado medieval y espectáculos recrean el ambiente de la época de los descubrimientos con Cristóbal Colón como gran protagonista. En estos días se recuerda el paso del genovés por Porto Santo y es precisamente el desembarco de Colón uno de los momentos más esperados del festival. Una réplica de la carabela Santa María se ve en el horizonte en la primera noche de la fiesta y trae a bordo al navegante genovés acompañado por su comitiva. La ceremonia de bienvenida da paso a discursos, ofrendas y un desfile por las calles con los participantes vestidos con trajes de la época. Los historiadores barajan 1476 como el año de llegada de Colón a Portugal, país en el que se casó en 1479 con Filipa de Moniz , hija de Bartolomeu Perestrelo, gobernador de Porto Santo. Con ella llegó a esta isla y fue allí donde su suegra, Isabel de Moñiz, transmitió a Colón muchos secretos de navegación del ya fallecido Bartolomeu, despertando así su interés por conocer otros viajes realizados por los portugueses. No es de extrañar que se crea, tal y como cuentan las leyendas, que Colón diseñó en esta isla su viaje al otro lado del Atlántico. El futuro Almirante pasó por Porto Santo en varias ocasiones, una de ellas en su tercer viaje a América en 1948. En Porto Santo se encuentra también la Casa Colón , considerada la residencia del navegante, punto de gran interés para los visitantes. Este museo fue inaugurado en 1989 y renovado en 2004 y en él es posible conocer todo tipo de información sobre Colón y una colección de obras relacionadas con la expansión marítima portuguesa y española, así como una sección dedicada al imperio colonial holandés. Otro de los grandes atractivos del festival es el mercado medieval en el cual se recrea el bullicio de los mercados de la época, con una variedad de gastronomía, contiendas entre mercaderes y vendedores, guarnición militar, juicios de herejes e infractores, artes circenses y escenas teatrales. Porto Santo es un destino en el que se combina la historia con el entorno paradisíaco que ofrecen su extensa playa de arenas doradas y aguas cristalinas. Hace ya muchos años que los portugueses de la Península descubrieron esta pequeña isla como uno de sus destinos preferidos para pasar unos días de desconexión. Está a poco más de hora y media de vuelo de Lisboa y permanece casi oculta al noroeste de Madeira . Desde Funchal, la capital de Madeira, la conexión se realiza por barco en algo menos de dos horas de duración. A pesar de su pequeño tamaño (poco más de 42 kilómetros cuadrados) es amplia la oferta de actividades que ofrece. Desde 2020 forma parte de la Red Mundial de Reserva de la Biosfera de la Unesco, con más de 27.000 hectáreas de zonas protegidas. Este ecosistema alberga más de 2.110 especies, algunas de ellas únicas de esta isla. Es también un conocido destino para bucear por sus aguas cálidas y transparentes y la diversidad que se encuentra en sus reservas naturales. Y tampoco defrauda a quienes juegan golf. Severiano Ballesteros diseñó Porto Santo Club Golf, inaugurado en 2004, un campo que atraviesa la isla y cuenta con vistas privilegiadas con el mar turquesa de fondo. Decenas de playas, formaciones volcánicas, biodiversidad y una rica cultura y gastronomía son otras de las muchas razones que justifican el viaje a Porto Santo. Las vistas que ofrecen los miradores de Fonte de Areia , de las Flores y de Lombas son inolvidables, así como un baño en las piscinas naturales del Porto das Salesmas . Facho es el pico más alto de la isla (517 metros) desde donde se divisan valles encajados e islotes. El Pico de Ana Ferrira (217 metros) es el más alto al oeste de la isla y se trata de una de las formaciones geológicas más impactantes del archipiélago. De él nace un despliegue de columnas rocosas de forma pentagonal causada por la antigua actividad volcánica. A la belleza natural de la isla se une el buen gusto y la sencillez de los espacios verdes creados, como el jardín del Infante D. Henrique, el del Largo Pelourinho o la Quinta de las Palmeiras , considerado un mini jardín botánico y un mini zoológico, por las especies ornitológicas que se encuentran en ella así como la variedad de plantas. Todo ello cuenta con el complemento perfecto de unas suaves temperaturas, una rica gastronomía y la calidez de sus gentes. Entre las especialidades destacan el pulpo y la espetada (pinchos morunos de carne a la parrilla). Poco a poco los extranjeros están conociendo la existencia de este mágico lugar que afortunadamente está lejos de ser un destino masificado.

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