La 'Swiftmanía' toma el US Open: Taylor fue a ver a Taylor
«¿Taylor qué?». Durante las dos semanas que ha durado el US Open, el oído ajeno al tenis ha creído escuchar que la gran estrella contemporánea de EE.UU. estaba de visita por el recinto del torneo neoyorquino. «¿Ha dicho Taylor Swift? », se preguntaban algunos cuando sonaba algo parecido por los altavoces. «No, ha dicho Taylor Fritz» , respondían los aficionados con gesto resignado. Fritz no es cualquiera. Es el tenista estadounidense mejor colocado en el ránking mundial y este domingo llegó donde no había llegado ningún compatriota en el cemento neoyorquino desde 2006: a la final del último 'grande' del año. No es cualquiera Fritz, pero es mucho menos que su tocaya, Taylor Swift. La cantante lo demostró en la final, donde apareció por sorpresa. La nómina de famosos que acude a Flushing Meadows es abrumadora, en especial en las finales. Entre otros, este domingo estaban el cantante Jon Bon Jovi, los actores Matthew McConaughey, Jon Hamm y Andrew Garfield; Anne Wintour, la todopoderosa editora de 'Vogue'; o Noah Lyles, el reciente ganador del cien metros en París. Pero ninguno como Swift, que desata lío y pasiones por donde va. A Nueva York llegó acompañada por su novio, Travis Kelce, estrella de los Kansas City Chiefs de la NFL. Kelce, también muy famoso en EE.UU., dentro y fuera del deporte -tiene uno de los 'podcast' más populares del país-, llevaba un atuendo de inspiración tenística. Ellos son la actual 'pareja de América' y los estadounidenses devoran su romance. Pero, además, llegaron acompañados por Patrick Mahomes, compañero de Kelce, la mayor estrella actual del fútbol americano, 'deporte rey' en la primera potencia mundial. Y por su mujer, Brittany Mahomes, que ha provocado un pequeño escándalo político en las últimas semanas por mostrar su apoyo a Donald Trump en redes sociales. Al contrario que con muchos de los famosos que pasan aquí, ni a Swift, ni a Kelce, ni a los Mahomes los sacaron por la pantalla gigante. Pero corrió la noticia de que la estrella pop estaba en el estadio y los espectadores estiraban el cuello y tiraban de zoom desde su teléfono para encontrarla en los palcos. Estaba en una esquina, en zona noble, y se lo pasó en grande. No es que Swift prestara gran atención al partido, pero vibró con la pequeña reacción que tuvo Fritz en el tercer set, con el puño en alto. Y bailó cada canción que pinchó el DJ en los cambios de cancha. En especial, una de Bad Bunny -el reguetonero puertorriqueño, que también estaba en el estadio- que bailó agarrada por Kelce. Eso no evitó la derrota de Fritz ante el ganador, el italiano Jannik Sinner, número uno del mundo. Pero permitió la felicidad temporal de Swift y sus acompañantes. Pese a que no hay indicios de que Swift sea una fanática del tenis, la cantante no es extraña a la central de Nueva York. Aquí cantó en 2002, cuando tenía 13 años y daba sus primeros pasos en el mundo de la música. Ahora no le hace sombra ningún tenista.