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Se llama Tico pero es francés: Historia del fotógrafo enamorado de los jaguares en Costa Rica

Son pocas las personas que llevan el nombre de un gentilicio, y aún menos quienes se llaman como el apodo que se le da a los ciudadanos de un país. Este es el caso de Tico Haroutiounian, un fotógrafo francés que, por coincidencias de la vida, ahora vive en Costa Rica y se dedica a capturar en videos e imágenes a los jaguares del trópico centroamericano.

Su pasión por los animales exóticos lo llevó a colocar más de 30 cámaras trampa entre la Cordillera de Talamanca y la Península de Osa, donde actualmente reside. Los videos grabados, que se han vuelto virales en redes sociales, destacan la aparición de ocelotes, dantas, pumas y hasta un jaguar negro en su hábitat natural.

Tico no perturba a los animales, sino que realiza expediciones en fincas privadas de las zonas y los parques nacionales La Amistad y Corcovado, con los permisos del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC) y de los propietarios, respectivamente. Allí, coloca las cámaras en los árboles y, cada mes, regresa para extraer las tarjetas de memoria y revisar el material audiovisual desde su estudio.

“Las expediciones son bastante intensas. Por lo general no hay senderos, a veces hay carriles, pero son lugares difíciles. Hay que recordar que el jaguar vive muy aislado, por eso son lugares de muy difícil acceso”, expresó el fotógrafo en entrevista con La Nación.

Salir de París para buscar jaguares en Costa Rica

A lo largo de sus 33 años, Tico siempre ha tenido un profundo interés por la naturaleza, en especial por los “animales raros” y difíciles de observar. Así fue como, un día cualquiera en su hogar en París (Francia), alrededor del 2011, decidió reflexionar sobre cuál era su animal favorito en todo el planeta. Después de pensarlo detenidamente, concluyó que era el jaguar.

En ese momento, decidió plantearse un desafío artístico: fotografiar jaguares. Poco importaba dónde estuvieran o lo difícil que fuera encontrarlos, pues su objetivo no solo era capturarlos en imágenes, sino también contribuir a su preservación.

Este felino es el más grande de América y el tercero más grande del mundo, solo después del león africano y el tigre asiático, según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés). Además, debido a la reducción de sus poblaciones por el cambio climático y la destrucción de su hábitat, el jaguar se encuentra en peligro de extinción, de acuerdo a la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

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Costa Rica llegó a la vida de Tico como parte de un recuerdo lejano. Un amigo de la infancia había visitado el país durante unas vacaciones y, cuando le mostró las fotos del viaje, quedaron grabadas en su mente. Por eso, al descubrir que en este pequeño rincón del planeta vivían jaguares, no lo pensó dos veces. Quería visitar Costa Rica.

Salir de Europa representaba un reto un poco drástico. Antes de dedicarse a la fotografía de animales, Tico capturaba imágenes de vehículos de lujo. Aunque bromeó con que ambos enfoques son lo mismo, porque los protagonistas son coloridos y veloces, es evidente que existen muchas diferencias entre ambos.

Para el 2012, Tico logró planear su primer viaje a Costa Rica en busca de jaguares. Permaneció en la Península de Osa durante cinco meses, con el propósito de explorar el país y comprender la situación de sus animales favoritos: dónde habitan, cómo se comportan y cuáles son sus principales amenazas.

Durante ese tiempo, descubrió la amabilidad de la gente. Al no hablar español, tuvo que aprender directamente en las calles del país, con la ayuda de su gente, sin recibir clases formales.

El fotógrafo considera que los costarricenses fueron muy pacientes con él y le brindaron el apoyo necesario para que pudiera comprender el idioma, aunque se reían cuando les decía que su nombre era, justamente, Tico. Se llama así porque sus padres decidieron nombrarlo de esa manera, ya que, según él, es un nombre muy común en París.

Al final del viaje, ocurrió uno de sus sueños: se encontró con una familia de cinco pumas. No eran sus anhelados jaguares, pero sí unos felinos exóticos que lo motivaron. Observó a una madre con sus crías a lo lejos y, aunque en ese momento no logró fotografiarlas, quedó tan impresionado que decidió regresar a Costa Rica para establecer su propio estudio.

Tico regresó al país en el 2014 con un plan más estructurado. Su visión era enfocarse en los jaguares de la Península de Osa, recopilar información sobre su estilo de vida, capturarlos en imágenes de alta resolución y divulgar que están en peligro de extinción.

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Fotografiar jaguares, el pan de cada día de Tico

“Para encontrar al jaguar, hay que pensar como el jaguar”, dice Tico, quien en noviembre cumplirá 10 años desde que logró fotografiar a su primer jaguar con una cámara trampa. También se ha topado con estos animales de frente y, como si fuera poco, registró a un jaguar negro en la Cordillera de Talamanca.

El descubrimiento de este jaguar fue sumamente especial, relató, porque las probabilidades de que ocurran son muy bajas. La primera vez que lo localizaron, él se encontraba en Francia, pero su equipo revisó el material de un grupo de cámaras y dio con el esperado hallazgo. Le enviaron el material sin anticiparle nada, por lo cual su sorpresa fue aún mayor.

Desde ese momento, nombraron al felino como “negro” y ya lo han localizado en otras cuatro ocasiones. Al verlo con la luz infrarroja, pueden reconocerlo por su patrón de manchas, que funcionan como un tipo de huellas dactilares.

Encontrarse con un jaguar es una experiencia cada vez más rara, por lo que Tico utiliza las redes sociales para compartir estos momentos con el mundo. Según explica, estas plataformas le permiten involucrar a las personas en el proyecto mediante los videos capturados por las cámaras trampa. Su objetivo es conectar al público con la riqueza de los bosques y destacar la importancia de preservarlos.

El proyecto de Tico, Las Oncas, no ha dejado de crecer. Actualmente, cuenta con la colaboración de franceses y costarricenses que instalan las cámaras y monitorean a los animales. Además, recibe apoyo de marcas que patrocinan el mantenimiento del equipo fotográfico y buscan, al igual que él, promover la conservación de las especies tanto en la Cordillera de Talamanca como en la Península de Osa.

El siguiente paso del fotógrafo que se enamoró de Costa Rica y sus animales es establecer una reserva natural. Tico busca adquirir tierras para reconectar estas zonas, creando un puente que permita a los animales encontrarse y reproducirse de manera segura. Con esta reserva, pretende establecer un santuario que protegerá a los jaguares sin encerrarlos, permitiendo que vivan en un entorno abierto y natural sin el riesgo de ser cazados.

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