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Víctor Manuel, sinfonía asturiana en Alcalá

Abc.es 
La distancia entre Alcalá de Henares y Mieres del Camino es de 461 kilómetros, dice Google. Pero según lo que se pudo disfrutar la noche de este sábado en los Conciertos de la Muralla , se tocaron la piel y el alma. Víctor Manuel cumple 60 años de carrera , desde que llegara por primera vez a Madrid siendo adolescente a aprender solfeo y canto en la madrileña calle de Sagasta; y a probar suerte en concursos radiofónicos (uno de ellos, ganado el año anterior por una niña que todavía se llamaba Mari Pili Cuesta, el nombre de Ana Belén nacería poco después de la cabeza de Luis Lucia, y de la que siete años después se acabaría enamorando, hasta ahora). En 1966, cayó en casa de la poetisa Fina de Calderón, donde Augusto Algueró lo descubrió para Belter, pero supo rápido buscarse su propia esencia como artista. El gigante asturiano aún sigue sorprendiendo y no resulta raro entre los pocos artistas sin red que quedan. Hay que vivir para cantarlo, claro. La apuesta de la actual gira del asturiano es en formato sinfónico, que es como decir música con todas las letras. Con una voz extraordinaria, esa marca de la casa que rasca como la lija en el corazón, reedita aquella experiencia efímera que, de la mano de Joan Albert Amargós, probó en 1999 en Gijón: se rodea de 130 músicos y coro locales (en este caso, los de Alcalá de Henares) para ofrecer una postal, en la primera parte, que mezcla pasajes asturianos de aquel maravilloso disco 'Verde' que grabó en el verano de 1973 tras regresar del exilio en México. Un encontronazo con el Franquismo por el bulo de que ultrajaban la bandera al son del irreverente pasodoble 'Soy de España' fue difundido en nuestro país con motivo del musical Ravos en el teatro Manolo Fábregas del entonces DF y le cerró aquí las puertas de grabar canciones escritas por él mismo; por eso tiró del cancionero de Torner y del popular anónimo para grabar una serie de temas asturianos, que conformaron 'Verde', con el arreglo de Juan Carlos Calderón (y que, irónicamente, escondían en sus versos de cotidianeidad más carga sexual pero que pasó desapercibia por la sordina censora). Entonces hizo de la necesidad virtud y ahora recupera algunos de esos pasajes entrelazándolos con canciones propias en una primera parte que arrancó sublime, con el 'Asturias' del poeta sevillano Pedro Garfias ante los 1.500 espectadores que aplaudían a rabiar en el recinto Huerta del Obispo. Se trata de un espacio medieval incomparable, que por el formato del festival recordaba a ratos a las Noches del Botánico de la Ciudad Universitaria. Once temas en ese primer párrafo, que duró 45 minutos y en el que piezas como 'Eran dos niños' se daban la mano con 'Pastor que tas en el monte', «Axuntando y atropando', 'Ayer vite en la fonte' o 'Dime paxarín parleru', las cuatro que rescató de 'Verde', un trabajo que a él le gusta especialmente. De su puño y alma son 'Duerme, neñín' 'La madre', 'Paxarinos', 'El abuelo Vítor' y 'Danza de San Juan', con la que dio final a la primera parte. Comenzaba a refrescar durante los 15 minutos de descanso en el recinto amurallado de la ciudad complutense ( por el que aún tienen que pasar Isabel Pantoja y Sergio Dalma , entre otros grandes nombres de la música española y para los que aún hay entradas disponibles) cuando el escenario volvió a llenarse de cuerdas, metales, percusión y la coral, y también de los músicos que acompañan habitualmente a Víctor Manuel en sus últimas giras, entre los que destaca David San José al piano (sí, a quien escribió la nana 'Duerme, neñín' en 1981). Una pena que el asturiano se haya olvidado ya a estas alturas de su gira de la suite orquestal con la que arrancaba tras el intermedio y recomenzó directamente con 'Allá arriba al monte', otro homenaje a su tierra de 2018, para seguir con la preciosista 'Por el camino de Mieres', un juego de palabras que narra la decadencia de su pueblo natal tras la reconversión industrial, que se extiende a nuestros días. En este segundo bloque se escucharon arreglos extraordinarios para la ocasión de algunos de sus mejores temas, que no tienen por qué ser los más conocidos: 'Tu boca una nuble blanca', una de las canciones dedicadas a Ana Belén más apreciadas por la madrileña; la enorme 'Canción pequeña', probablemente de las más inspiradas de su vasto repertorio de 600 composiciones; y la versión siempre esperada en estos conciertos sinfónicos de 'La sirena', un relato entre lo onírico y lo mitológico que alcanza su cenit con el solo de una de las coristas, a modo de canto de sirena que atrapa al marinero y se lo lleva consigo al vientre del mar. De mitología asturiana habla también 'Cuélebre' o 'Danza del cuélebre', que viene a ser lo mismo, una canción juguetona que grabó en 1978 para su último disco con Philips y que a finales de aquel año recuperó con unos musculosos arreglos en aquella proeza que es 'Soy un corazón tendido al sol', el álbum con el que volvió a las listas de los más vendidos. Los epígrafes más políticos, una coherencia de la que no se ha apeado en seis décadas de canciones , llegaron con 'He cortado estas flores' y 'Cómo voy a olvidarme'. Son dos momentos muy aplaudidos cada noche, contra la desmemoria democrática, y 'Digo España' (escrito a raíz del 1 de octubre catalán de 2017) es un guantazo con dos manos a los delirios nacionalistas y las apropiaciones de patrias en las que «cabemos todos o no cabe ni Dios». 'Soy un corazón tendido al sol', quizá la canción más querida de su público fiel, es probablemente por ello siempre uno de los más aplaudidos de su repertorio en directo, 46 años después de su nacimiento. No en vano, es una narración perfecta, una declaración de intenciones dedicada a sus incondicionales, por el que deja sangre en el papel y por el que no rompe las cuartillas iluminadas la noche anterior. Con 'Soy un corazón tendido al sol' llegó el final, no sin antes dejar una versión de 'Solo pienso en ti', una de esas composiciones, como 'La madre', surgidas de un artículo de prensa: en concreto, de un reportaje sobre las relaciones sexuales y afectivas de discapacitados intelectuales en un centro de Cabra, en Córdoba, y cuyos protagonistas, Antonio y Mari Luz, aún siguen paseando juntos de la mano por la vida. La primera propina fue la hiperbólica 'Ay, amor', cantada con más sentimiento que en las últimas ocasiones. Iban ya dos horas de concierto cuando Víctor Manuel y el maestro Amargós hacían mutis por el foro, pero el público pedía más en la Huerta del Obispo. No tardó en llegar el bis de 'Asturias', aplaudido a rabiar, y vuelta a las bambalinas. El respetable pedía otra y el asturiano siempre ha sido de repertorios generosos, así que de nuevo salió el 'Cuélebre' de su madriguera para firmar una noche en la que durante dos horas y cuarto Alcalá de Henares fue un pedacito de Asturias. Hasta la próxima vez, que podría ser con Víctor y Ana juntos, pues se encuentran grabando ya sus respectivos próximos discos. Mientras, el bardo de Mieres tiene aún más actuaciones por delante , con un fin de gira el 16 de noviembre en el Teatro Real. Larga vida a la buena música. Repertorio interpretado en Alcalá de Henares:   Primera parte ASTURIAS AYER VITE EN LA FONTE AXUNTANDO Y ATROPANDO PAXARINOS DUERME, NEÑíN DIME, PAXARíN PARLERU ERAN DOS NIÑOS PASTOR QUE TAS EN EL MONTE LA MADRE EL ABUELO VÍTOR DANZA DE SAN JUAN Segunda parte ALLÁ ARRIBA AL NORTE POR EL CAMINO DE MIERES HE CORTADO ESTÁS FLORES CANCIÓN PEQUEÑA TU BOCA UNA NUBE BLANCA DIGO ESPAÑA LA SIRENA CÓMO VOY A OLVIDARME DANZA DEL CUELEBRE SOLO PIENSO EN TI SOY UN CORAZÓN TENDIDO AL SOL Bises AY, AMOR .

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