La Virgen del Rayo de Córdoba llena de alegría y solemnidad su barrio del Campo de la Verdad
A pie de calle, en balcones y ventanas, el Campo de la Verdad recibió a Nuestra Señora de los Dolores y del Rayo . Desde la imponente altura de su doble peana y con la inconfundible ráfaga, se adentró en las calles de su barrio mientras el azul del cielo, el viento y la tonalidad del sol daban prueba del cambio de estación. Calle a calle, casa a casa, la Virgen fue dejando su estela. Su infinito manto rojo , su saya azul plomo hablaban del júbilo. El público familiar y juvenil a las siete de la tarde, y el variado color de las flores en el paso, que contenía desde rosas a claveles, de tonos rosados y malvas incidieron en lo festivo de la celebración. También las colgaduras con flores blancas de papel a la salida de la parroquia de San José y Espíritu Santo, y el suelo pintado en colores con su nombre. Al fondo de la hilera de cirios encendidos se adivinaba su presencia, faltaba muy poco para el reencuentro con Ella. Su rostro pálido y delicado, junto con sus expresivas manos recordaron el sufrimiento de María. Estas dos vertientes que confluyen en en esta imagen tuvieron su reflejo en el acompañamiento musical. La banda de música El Saucejo interpretó un repertorio alegre y a la misma vez solemne para esta cita de las glorias de septiembre que protagoniza esta dolorosa de centenaria advocación. 'Como Tú ninguna', 'Virgen de Montserrat' y 'La Virgen del Buen Fin' fueron abriendo el camino musical. La titular letífica de la hermandad del Descendimiento, llevada por los hombres de David Arce , salió a las calles por cuarto septiembre consecutivo dentro de esta cofradía. Y en el pasado formó parte del misterio del Cristo del Descendimiento los Viernes Santos y también del Sábado Santo con hermandad propia. Lució un broche bordado en oro y ofrecido por un hermano. Derrochó belleza desde la peana de la Virgen del Buen Fin y la suya antigua, y muy vistosos resultaron de nuevo los candelabros antiguos del Rayo. En el cortejo hubo representación de la archicofradía de la Vera-Cruz. El Campo de la Verdad, con jornadas como ésta, se encuentra consigo mismo, con su solera y con sus tradiciones.