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Francia no controla de manera "satisfactoria" su política migratoria, lamenta su primer ministro

El nuevo primer ministro francés, Michel Barnier, estimó este martes que su país no controla de "manera satisfactoria" su política migratoria, por lo que propuso reforzar las medidas contra las personas en situación irregular.

"Ya no controlamos de manera satisfactoria nuestra política migratoria" ni el "deber de integración", aseguró el jefe de gobierno conservador, al presentar su programa de gobierno ante la Asamblea Nacional (cámara baja).

Barnier, de 73 años, propuso así "facilitar la prolongación excepcional de la detención de extranjeros en situación irregular" para ejecutar mejor las órdenes de expulsión del territorio.

El anuncio llega en plena conmoción por el asesinato en París en septiembre de una joven de 19 años y la detención como sospechoso de un joven marroquí, que salió de prisión en junio tras cumplir una condena por violación.

Aunque en un primer momento pasó a un centro de detención, un juez francés ordenó su liberación condicional ante el retraso de Marruecos para otorgar a Francia el salvoconducto para su expulsión a su país de origen.

Para agilizar este trámite, el primer ministro anunció que Francia limitará "la concesión de visados" a los ciudadanos de países cuyos gobiernos se muestren reticentes a cooperar en este ámbito.

Barnier lidera un gobierno en minoría formado por la alianza de centroderecha del presidente Emmanuel Macron y su propio partido conservador Los Republicanos (LR), cuya supervivencia depende de que la ultraderecha no apoye una moción de censura de izquierdas.

Desde su nombramiento como primer ministro, el exnegociador europeo del Brexit avanzó su objetivo de reforzar la seguridad y una mayor control de la migración, dos de las tradicionales demandas de la derecha y de la extrema derecha.

En materia de seguridad, el jefe de gobierno anunció un aumento de plazas en las cárceles, limitar las posibilidades para atenuar las penas de prisión y crear para determinados delitos "penas de prisión de corta duración" y obligado cumplimiento.

Muestra de esta política de firmeza, Macron y Barnier nombraron como ministro del Interior, el conservador Bruno Retailleau, cuyas posiciones son próximas a la extrema derecha y que en sólo 10 días en el cargo encadenó las polémicas.

El domingo, Retailleau cuestionó el Estado de Derecho, asegurando que "no es intangible ni sagrado". Ante las críticas, incluso entre los partidos del gobierno, dio marcha atrás este martes y lo defendió como un "fundamento de la República francesa".

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