Guerra interna por el control del casino militar de Madrid
- Dos candidaturas de generales retirados
- Quejas por obstáculos antes de la asamblea
- Declarado ganador el ya presidente
- Socios militares y no militares
- Los opositores pidieron la documentación electoral
- Reclamaron una expulsión por injurias
- Asamblea extraordinaria para nombrar una gestora
- El presidente se negó
- “Oleada” de nuevos socios
- Un proyecto de cambio que se remonta a 2019
- La carta que animaba a asociarse y votar
- Revisión de documentos
Una bandera de España ondea de un mástil en un balcón de la esquina de la Gran Vía de Madrid con la calle del Clavel. La enseña no marca la ubicación de ningún organismo de las administraciones públicas, sino del Centro Cultural de los Ejércitos, también conocido entre miembros de las Fuerzas Armadas como el casino militar de Madrid.
Este centro no depende ni recibe financiación del Ministerio de Defensa. Es una asociación independiente, integrada por sus socios (entre 1.000 y 1.200, aproximadamente), cuyo origen se remonta a 1871, cuando “un gran número de generales, jefes y oficiales del Ejército y de la Armada” fundaron el Ateneo Militar.
En los salones de su sede -el edificio es de su propiedad- se organizan conciertos, presentaciones de libros, cursos de inglés y hasta clases de esgrima. Incluso dispone de habitaciones donde se pueden alojar socios, y que utilizan algunos militares que no residen en Madrid.
Confidencial Digital ha podido saber que el Centro Cultural de los Ejércitos vive al menos desde el mes de marzo una situación de conflicto interno, desde que se celebró una votación para elegir a la junta rectora.
Los resultados oficiales dieron como ganadora a la candidatura de Carlos Valverde Rodao, general de división retirado del Cuerpo de Intendencia del Ejército de Tierra, quien ya era presidente del Centro Cultural de los Ejércitos desde hacía años, frente a la lista que encabezaba Salvador Fontenla Ballesta, general de brigada del Cuerpo General del Ejército de Tierra, también retirado.
Desde entonces se vive una profunda fractura entre ambos bandos.
Dos candidaturas de generales retirados
Fue en febrero de este año cuando se convocó, para el día 22 de marzo, la asamblea del Centro Cultural los Ejércitos en la que los socios votarían para elegir al presidente y a los miembros de la junta rectora para un período de cuatro años.
En anteriores elecciones internas, sólo se había presentado una candidatura, la del general retirado Carlos Valverde, quien en su etapa en activo llegó a ser director general de Asuntos Económicos del Ministerio de Defensa, entre otros destinos que ocupó en su carrera.
Sin embargo, en esta ocasión sí había una lista alternativa. La lideraba el general retirado Salvador Fontenla, quien desarrolló su carrera de oficial sobre todo en la Legión y que llegó a mandar la Brigada ‘Almogávares’ VI de Paracaidistas.
Quejas por obstáculos antes de la asamblea
En la candidatura alternativa se había agrupado una serie de militares (retirados y en la reserva, principalmente, algunos en activo) que estaban descontentos con el rumbo del Centro Cultural de los Ejércitos, tal y como lo dirigía la junta rectora encabezada por el general Valverde.
Decidieron impulsar un proyecto, para intentar dar un giro al casino militar. Las fuentes consultadas señalan que quien iba a encabezar la lista, en un primer momento, no era Salvador Fontenla, sino el teniente general retirado del Ejército de Tierra Juan Gómez de Salazar Mínguez, quien también mandó la Brigada Paracaidista y llegó a ser jefe de la Fuerza Terrestre (‘número tres’ del Ejército de Tierra).
Pero el adelanto de la convocatoria de asamblea impidió que el candidato fuera el general retirado Gómez de Salazar, ya que es requisito que quien aspira a la junta rectora al menos lleve un año como socio del centro.
Se oficializó la candidatura del general Fontenla, acompañado por otros socios. En las semanas previas a la asamblea, esta candidatura dirigió escritos y burofaxes a la junta rectora, denunciando que no estaba actuando correctamente en esa “campaña electoral”.
Se quejó de que no se estaba dando a conocer la lista alternativa del general Fontenla en igualdad de condiciones con la del general Valverde, y que no se les facilitaba la lista de socios para poder ellos contactar con los socios y darles a conocer las propuestas del programa con el que aspiraban a convencer a una mayoría y ganar las elecciones.
En conversación con ECD, miembros de la junta rectora niegan estas acusaciones. Aseguran que anunciaron por correo electrónico a los socios la presentación de las dos candidaturas, y que también las difundieron en el tablón de anuncios y en la biblioteca de la sede. Incluso acusan a la candidatura opositora de haber colocado sus programas electorales en ciertos lugares sin permiso. “Se les dio facilidades por encima de lo que marcan los estatutos”.
Declarado ganador el ya presidente
Con esos antecedentes, se llegó a la asamblea del 22 de marzo. Asistieron 69 socios, y más de 300 delegaron sus votos para elegir a la nueva junta rectora.
Desde la actual junta rectora del Centro Cultural de los Ejércitos, que ganó esas elecciones, subrayan que el acta de la votación fue firmada por los interventores de ambas candidaturas: la del general Valverde y la del general Fontenla.
Esgrimen ese dato para argumentar que la propia candidatura perdedora, que ahora sigue batallando, aceptó en su momento los resultados y la limpieza de la votación.
Confidencial Digital solicitó a miembros de la junta rectora los datos exactos del resultado de la votación. No aportaron el acta, apuntaron (de memoria) que el general retirado Carlos Valverde había ganado “por 46 votos” al general retirado Salvador Fontenla.
ECD también pidió datos del resultado a miembros de la candidatura opositora. En este caso, aseguran, según el acta, que en la asamblea participaron 431 socios acreditados, entre los 69 presentes y los 362 representados, que enviaron sus votos delegados para votar pese a no asistir físicamente.
Hay que tener en cuenta que al Centro Cultural de los Ejércitos pertenecen somo socios militares retirados o en la reserva que en muchos casos no viven en Madrid, sino repartidos por toda España. Otros muchos tienen ya una edad elevada, o se encuentran en un estado de salud que les dificulta la movilidad, lo que explica que tantos socios no participen en las asambleas, y sólo un porcentaje reducido acuda presencialmente.
Aunque fueran 431 los acreditados, curiosamente sólo se emitieron 424 votos. Dejando de lado un voto nulo, los votos a candidaturas se repartieron de la siguiente manera, siempre según los datos oficiales que constaron en el acta: 243 votos para el general Valverde y su lista, 180 para el general Fontenla.
Socios militares y no militares
Cabe añadir que en esta asamblea participaron y votaron tanto socios numerarios (militares) como socios no numerarios (no militares).
De acuerdo con los estatutos y el reglamento del Centro Cultural de los Ejércitos, pueden solicitar su ingreso como socios numerarios: a) Los militares en activo o retirados, incluidos en los artículos 21, 77, 115 y 125 de la Ley 39/2007 de 19 de noviembre; b) Los procedentes de la IPS [Instrucción Premilitar Superior] establecida por Decreto de 22 de febrero de 1941 y posteriores desarrollos de la IMEC; c) El personal de la Guardia Civil y de los Cuerpos de Seguridad del Estado en análogos empleos y situaciones.
Como socios supernumerarios pueden solicitar su ingreso: a) Las personas mayores de edad que pertenezcan a un ejército extranjero y estén debidamente acreditados; b) Las personas mayores de edad, con capacidad legal de obrar presentadas por dos socios que cuenten con dos años mínimo de antigüedad en la Asociación. Su solicitud será sometida a estudio y aprobación por la Junta Rectora; c) Los cónyuges o viudas/os de los socios numerarios o supernumerarios; d) Los hijos y huérfanos mayores de edad de los miembros de la asociación.
Fuentes de la candidatura opositora aseguran que anteriormente los socios supernumerarios (no militares) no podían votar en las asambleas, pero se cambió la normativa interna para permitir que tuvieran los mismos derechos que los socios numerarios, que son los militares.
En la asamblea del 22 de marzo, los socios que votaron se dividían en 210 numerarios, 214 supernumerarios.
Los opositores pidieron la documentación electoral
Pasó la asamblea, y comenzó un nuevo pulso. El general Salvador Fontenla y miembros de su candidatura solicitaron por escrito a la junta rectora que les permitieran consultar la documentación de la asamblea y de las elecciones, documentos que habían quedado precintados y guardados.
Ellos entendían que esa votación había estado envuelta en irregularidades,: por ejemplo, que se habían introducido en la urna votos delegados sin control. Exigieron poder consultar los documentos que sustentaban los resultados proclamados, según los cuales había ganado la candidatura del general Valverde, que seguiría dirigiendo el casino militar.
Las versiones de las dos partes se contradicen sobre el motivo por el que la candidatura de Fontenla no llegó a revisar la documentación electoral. Fueron citados un día en el centro, para que pudieran acudir con un notario y revisar esos papeles.
La actual junta rectora asegura que llegaron sin el notario, se retrasó, y no hubo más oportunidades; los opositores denuncian que se les denegó revisar los documentos.
El acta notarial que levantó el notario que acompañó a los miembros de la candidatura del general Fontenla recoge que el letrado del Centro Cultural de los Ejércitos indicó que no se iba a mostrar la documentación solicitada ni a tener acceso a la misma, y que según los estatutos y el reglamento de funcionamiento del centro el derecho de información del socio no se extiende a la documentación que se solicitaba en ese momento.
Reclamaron una expulsión por injurias
A lo largo de la primavera, el general Fontenla y otros socios que le apoyan enviaron escritos y burofaxes la junta rectora del Centro Cultural de los Ejércitos, en los que solicitaban distintas medidas de “transparencia” y denunciaban las “irregularidades” que a su juicio se produjeron antes de la asamblea, durante la asamblea y también posteriormente.
Por ejemplo, el teniente general retirado Gómez de Salazar pidió que se le permitiera acceder al libro de socios; al acta de la asamblea del 22 de marzo; también al contrato suscrito con la empresa que gestiona el comedor y la cafetería del casino militar; y a las notificaciones judiciales relacionadas con la anterior contrata y sus trabajadores.
Este mismo oficial general retirado reclamó que la junta rectora expulsara a una socia supernumeraria. Afirmó tener pruebas de que esa socia hizo llamadas a otros miembros del Centro Cultural de los Ejércitos, antes de que se celebrara la asamblea, para “difamar e injuriar” al candidato a presidente, el general Salvador Fontenla, y a otros miembros de su candidatura.
Entre miembros de esta candidatura opositora aseguran tener conocimiento de que al menos un empleado y esa socia llamaron por teléfono a otros socios, y en las conversaciones acusaron a Fontenla de ser afín a la ministra de Defensa, Margarita Robles, e incluso al ex presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero; de ser “un nazi”; de querer vender el edificio del casino militar...
Desde la junta rectora aseguran a ECD que “todos los burofaxes los hemos respondido”. También afirman que algunos de esos escritos contenían injurias, y en su momento tomarán la decisión de si actuar en vía judicial ante ello.
Asamblea extraordinaria para nombrar una gestora
El 15 de agosto se produjo un movimiento importante en esta guerra interna que vive el Centro Cultural de los Ejércitos.
Un total de 81 socios firmaron una “petición de asamblea general extraordinaria, conforme a lo recogido en el artículo 10” de los estatutos.
Ese artículo contempla que “las reuniones de la Asamblea General serán convocadas por la Junta Rectora a iniciativa propia o a petición, por escrito y con carácter extraordinario, de un número de socios numerarios no inferior al diez por ciento de los existentes”.
En el libro de socios hay registrados 514 socios numerarios y 749 supernumerarios, por lo que esos 81 socios (todos numerarios) superaban el 10% de los 514: representan el 15%.
En el escrito, estos socios, que entendían “representar un sentir general de la masa social”, lamentaban que “son muchos años los que el Centro Cultural de los Ejércitos (CCE) lleva inserto en una dinámica de decadencia y ensimismamiento, años en los que sus actividades, servicios e instalaciones, han ido degradándose sin que las sucesivas directivas hayan podido corregir tan negativa tendencia. Seguir en la situación actual sin tomar las medidas necesarias conduciría al CCE a la inanidad, a la desaparición y, por tanto, a la pérdida irremediable de los puestos de trabajo”.
Criticaban “la escasísima colaboración con los ámbitos público y privado, la programación de actividades irrelevantes, la carencia de iniciativas dotadas de un mínimo poder de convocatoria y -aspecto éste de la máxima gravedad- la caótica gestión del pasado proceso electoral, lleno de irregularidades y exento de las mínimas garantías”.
Hasta denunciaban “el deterioro del inmueble”, “el uso inadecuado de los salones y estancias […] para inapropiados mercadillos de ropa y abalorios”, la “deficiencia” del servicio de restauración, “elemento central de una institución de las características de la nuestra”...
También lamentaban “la progresiva pérdida de prestigio de nuestra entidad”, que a su juicio no debía convertirse meramente en “un casino con restaurante y comedor más propio de otros ámbitos sociales”, sino que debería ser una asociación centrada en los valores militares, más activa en colaborar con universidades, instituciones...
Reclamaban que se convocara una asamblea general extraordinaria para votar en ella “la revocación de la actual Junta Rectora y el nombramiento de una Comisión Gestora representativa e independiente que convoque elecciones a la mayor brevedad posible y cuyos miembros serán ajenos a cualquier candidatura que pudiera presentarse”.
“De prosperar esta iniciativa, se dará paso a un proceso electoral, abierto, competitivo y sin intromisiones, pues sería tutelado por una Comisión Gestora de prestigio y neutral y no por una ejecutiva implicada en el mismo”, argumentaron.
La gestora que propusieron estaría presidida por el teniente general retirado del Ejército de Tierra Antonio Ramos-Yzquierdo Zamorano (fue capitán general de Canarias), e integrada también por cuatro vocales: general de brigada retirado Blas Piñar Gutiérrez (de Infantería, hijo del fundador de Fuerza Nueva), el coronel retirado Juan Tejero Molina (también de Infantería), el coronel retirado Luis Torres Arenas y el socio supernumerario Eugenio Dobrynine, ex oficial de la marina francesa.
El presidente se negó
El presidente del Centro Cultural de los Ejércitos respondió a esa petición con una carta fechada el 5 de septiembre. Contestó que esa intención de revocar a la junta rectora y nombrar una comisión gestora “es tan extemporánea como carente de justificación alguna y, consecuentemente, inaceptable”.
El general retirado Carlos Valverde les reprochó que pretendan “ignorar la voluntad manifestada por la mayoría de los socios” en la asamblea del 22 de marzo en la que ya se votó a la junta rectora.
Despreció además las críticas sobre la situación del centro, “que revelan en el más benigno caso, una total ignorancia de la situación en la que se encuentra, que es, por cierto, la más próspera y segura que nunca tuvo, desde que en abril de 1939 recuperó su andadura”.
Defendió también que “nunca se ha llevado a cabo una actuación cultural tan intensa como la efectuada por la actual junta rectora, ni se han realizado obras de mejora comparables en sus instalaciones, ni se ha conseguido, sin ayuda ni subvención alguna, alcanzar una seguridad económica tan firme como la actual”.
Por todo ello, el presidente rechazó la petición de celebrar una asamblea extraordinaria para que los socios voten si nombran una gestora que organice unas nuevas elecciones.
Preguntados por ECD sobre si tienen obligación, por los estatutos, de convocar esa asamblea al cumplirse el requisito del número de solicitantes, miembros de la junta rectora se limitaron a responder que las normas no les obligan a convocar una asamblea, si esa asamblea se pretende celebrar para aprobar “algo ilegal”.
Consideran que intentar revocar los resultados de la asamblea de marzo es un motivo ilegítimo para celebrar una asamblea extraordinaria.
“Oleada” de nuevos socios
La carta del general Valverde además echaba en cara que, de los 81 firmantes, todos ellos salvo dos se hicieron socios este mismo año.
Miembros de la junta rectora aseguran a Confidencial Digital que en torno al mes de febrero, cuando se anunció la convocatoria de la asamblea y las elecciones internas, empezaron a recibir “una oleada de socios”.
Se sorprendieron, porque el ingreso de socios es algo más puntual, espaciado, por goteo. Hablan de hasta 200 nuevos socios.
Detectaron un perfil común: eran militares retirados, y un porcentaje destacado habían hecho carrera en la Brigada Paracaidista del Ejército de Tierra.
Finalmente tuvieron acceso a una carta que el teniente general retirado Juan Gómez de Salazar había enviado a compañeros de su promoción, y a otros conocidos (supuestamente, muchos de ellos veteranos paracaidistas), pidiéndoles que se asociaran al Centro Cultural de los Ejércitos, para votar a la candidatura del general Fontenla en la cercana asamblea del 22 de marzo. Incluso se destacaba en esta carta que podrían darse de baja en cualquier momento.
Desde la junta rectora destacan este hecho como una maniobra de la candidatura opositora para intentar ganar la asamblea “con gente de fuera”. Uno de sus principales argumentos es que quienes pretendían dirigir la asociación no conocen el casino militar, porque son socios recientes, que no estuvieron en las etapas más difíciles, como la pandemia del coronavirus.
Un proyecto de cambio que se remonta a 2019
Consultado sobre este punto por ECD, el teniente general retirado Gómez de Salazar explica que en 2019 compañeros de promoción le animaron a presentarse a la asamblea para presidir el Centro Cultural de los Ejércitos: que se implicara para darle un nuevo rumbo, porque a su juicio “estaba hecho un desastre”.
Relata este general retirado que habló entonces con el presidente, el general Carlos Valverde. “Me dijo que me presentara, con cajas destempladas”.
El proyecto no fraguó, y la pandemia del coronavirus paralizó estos planes, que se recuperaron en 2023. Gómez de Salazar recibió de nuevo el respaldo de otros militares fuera de la situación activa, incluso del general de ejército en la reserva Fernando Alejandre, que fue Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) entre 2017 y 2020.
Un grupo de socios, y también de antiguos socios del centro que se habían dado de baja decepcionados por la marcha del casino militar, conversaron para lanzar una candidatura que le diera la vuelta a la situación.
Finalmente, como candidato a presidente se presentó el general retirado Salvador Fontenla, ya que los plazos de la asamblea impidieron que el candidato fuera Gómez de Salazar: la asamblea se habría celebrado en noviembre o diciembre de 2024, pero se celebró en marzo.
Gómez de Salazar admite sin reservas que él, a título particular, mandó una carta a compañeros, animándoles a hacerse socios y participar en la asamblea, y en ella les pedía el voto para la candidatura que él impulsaba.
Explica que de esa forma “demostramos que se podía hacer socios”, ya que uno de los problemas del Centro Cultural de los Ejércitos es que ha descendido en socios frente a épocas anteriores, y que el relevo generacional no está asegurado.
Lograron que se hicieran socios, por primera vez o tras haberse dado de baja, generales como el ex JEMAD Alejandre ya citado, el actual Segundo Jefe de Estado Mayor del Ejército (2º JEME), teniente general Alejandro Escámez, y el teniente general Luis Lanchares (también de Tierra, destinado en la OTAN).
Lograron además el apoyo en la asamblea de otros generales, como el ex 2º JEME, teniente general retirado Jesús Carlos Fernández Asensio, y el anterior jefe de la Unidad Militar de Emergencias (UME), teniente general en la reserva Luis Martínez Meijide.
La carta que animaba a asociarse y votar
ECD reproduce a continuación la carta que envió el teniente general retirado Juan Gómez de Salazar, con fecha de 27 de febrero:
-- “Querido amigo y compañero:
Como seguramente sabrás, en la Gran Vía madrileña se ubica el Centro Cultural de los Ejércitos, más comúnmente conocido como “Casino Militar”. Aunque su denominación podría hacernos pensar lo contrario, lo cierto es que en la actualidad no tiene ningún vínculo oficial/administrativo ni con el ET, ni con el resto de las FAS.
Se trata de una institución cultural nacida en 1871, merced a la iniciativa de un grupo de oficiales del Ejército y de la Armada, consolidada posteriormente por el Rey Alfonso XIII al declarar su interés público (Orden de 7 de abril de 1926). A pesar del gran prestigio que alcanzó en sus orígenes, en estos momentos podemos decir que poco se parece a lo que fue y representó durante aquel periodo.
Aunque la institución ha venido cumpliendo más o menos con sus objetivos, de un tiempo a esta parte y debido a la evolución de la sociedad y sus costumbres, muchas de las actividades que se realizaban tradicionalmente han caído en desuso o simplemente han visto reducido el número de asistentes. Tanto es así, que bien podríamos afirmar que el “Casino” ha perdido su vigencia.
Pero no es esto lo más grave. Por desgracia, y como nos ha ocurrido a los militares casi siempre, lo que empezó siendo un centro militar de referencia cultural y social indiscutible, corre hoy el riesgo de perder todo su carácter castrense y pasar a manos ajenas a la familia militar.
Recientemente se ha convocado una Asamblea General -22MAR24- en la que se llevarán a cabo las elecciones para elegir la nueva Junta Rectora que se haga cargo de dirigir el centro y su futuro.
Nosotros conformamos un pequeño grupo de oficiales que pretende presentar una candidatura capaz de emprender una nueva etapa para conseguir que el Casino Militar vuelva a ser una institución de referencia y recupere sus esencias fundacionales. En la candidatura me acompañan los generales Fontenla, Díaz de Otazu y Díaz Cruz, los Cor,s Terol y Medina y los TCol,s Jiménez, Rodríguez Márquez y Marina (todos de confianza).
Para ello necesitamos tu apoyo y el de cuantos oficiales de carrera podamos convencer. Creemos que la empresa merece la pena y que, además de los motivos ya apuntados, son muchas las razones para impulsar nuestra iniciativa: fomentar nuestros valores -honor, patriotismo, compañerismo-, divulgar la cultura militar y procurar el esparcimiento y recreo de sus socios.
Si estás dispuesto a apoyarnos, necesitamos que te hagas socio del centro, cuyas condiciones son las siguientes:
- Ser oficial de carrera.
- Rellenar la solicitud que se acompaña (archivo adjunto) y seguir la pauta que indicamos.
- Pagar la cuota correspondiente (33 € al trimestre).
- Adquirir la condición de socio no implica ningún periodo de permanencia.
- Si se adquiere la condición de socio antes de las elecciones (22MAR24) se puede ejercer el voto para elegir nuestra candidatura (archivo adjunto).
Esperamos que te animes a dar este paso y a apoyar nuestra candidatura. Quedo siempre a tu disposición con un fuerte abrazo”.
Revisión de documentos
Después de la negativa del presidente a convocar una asamblea extraordinaria donde se debata la creación de una comisión gestora que convoque nuevas elecciones, la situación ha quedado en un ‘impasse’.
Mientras la candidatura opositora valora nuevas iniciativas, el teniente general retirado Gómez de Salazar finalmente sí pudo consultar parte de la documentación que llevaban meses solicitante.
La junta rectora le citó un día en el Centro Cultural de los Ejércitos, y le permitió consultar el libro de socios, el acta de la última asamblea, el contrato de la cafetería-restaurante que hay en el interior del centro, y las notificaciones judiciales sobre el contencioso con la anterior contrata de cafetería-restaurante.
Queda aún que les permitan consultar la documentación de las elecciones de marzo, algo que, como ya se ha explicado, no fue posible en un primer intento.