Regreso al kibutz del horror: «Siento que los terroristas siguen dentro de mi casa»
Las escalas de lo razonable indican que un año después de la masacre del 7 de octubre , uno iba a encontrarse en el kibutz Nir Oz excavadoras, hormigoneras y grúas que reconstruyeran el poblado hippie que Hamás convirtió en un solar de sangre, pesadillas, escombros y ceniza. Pero lo esperable es un territorio cada vez más remoto de lo que uno va desistiendo. Por eso no se sorprende de que en lugar de obreros, en Nir Oz le reciban los gatos huérfanos que dejaron atrás los muertos y los secuestrados, uno de cada tres de los que estaban allí aquella mañana. Son unos animales descarados, ruidosos, tenaces en su impertinente búsqueda de compañía, de cariño y, quizás, algo de... Ver Más