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Islas del Pacífico Sur latinoamericano se convierten en ruta clave para narcotráfico

Nukualofa. El aislamiento y la escasa vigilancia convirtieron a las islas del Pacífico Sur en una ruta privilegiada para el narcotráfico, tanto de Latinoamérica como de Asia, con consecuencias para la población local, según responsables de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y fuerzas policiales.

Las paradisíacas islas de la zona se encuentran en un cruce de caminos poco patrullado, donde prosperan dos rutas. Una transporta cocaína desde América Latina, cruzando Polinesia hacia Tonga, Fiyi y Samoa. La otra ruta lleva drogas sintéticas producidas en laboratorios del sudeste asiático, pasando por Palaos y Papúa Nueva Guinea.

“Somos víctimas de la ubicación geográfica”, explicó Shane McLennan, jefe de la policía de Tonga, a esta agencia. “Tenemos un territorio oceánico inmenso y 176 islas en gran parte desprotegidas”.

“El Pacífico está siendo aprovechado por cárteles latinoamericanos, organizaciones asiáticas, y bandas de Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos”, agregó Jeremy Douglas, alto funcionario de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).

El cártel mexicano de Sinaloa es el más importante en la región, según Global Initiative Against Transnational Organized Crime (GI-TOC), con sede en Ginebra. En Tonga, las metanfetaminas se descargan de buques y se reenvían a mercados más lucrativos. El consumo local de estas drogas aumentó tanto que el índice mundial de crimen organizado de GI-TOC califica la situación como una “epidemia”.

“Es un problema”, confirmó Latimuli Taliauli, taxista de 39 años en la capital Nukualofa. “Hay gente aquí destruida por las metanfetaminas”.

Criminalidad y menudeo

En muchos archipiélagos de la región, los datos sobre adicción y criminalidad son escasos o inexistentes. En Tonga, los documentos judiciales muestran un sistema saturado por casos de consumo y tráfico al menudeo, con personas de diversos perfiles: albañiles, mecánicos, profesores.

Un caso notable este año involucró a un adolescente y su cómplice de 20 años, quienes robaron objetos del Museo Nacional de Tonga para cambiarlos por un gramo de metanfetamina, valorado en $100, según un documento obtenido por esta agencia.

“No es sólo en las zonas urbanas”, afirmó Kalesi Volatabu, trabajadora comunitaria en Fiyi. “También está llegando a pueblos y áreas rurales, es una plaga”.

Los decomisos recientes muestran la magnitud del tráfico. En Fiyi, se incautaron cuatro toneladas de metanfetaminas este año, un volumen comparable a decomisos en puntos clave de Asia, como Tailandia y Hong Kong.

La cocaína comenzó a circular por la región hace 20 años, cuando los cárteles latinoamericanos se enfocaron en abastecer el mercado australiano. En 2008, Australia representaba apenas el 2% del consumo mundial de cocaína, pero los altos precios hicieron del país el tercer mercado más lucrativo del mundo, según la UNODC.

Washington identificó a la mafia 14K, de Hong Kong, como una gran amenaza en Palaos. La actividad criminal fomentó el lavado de dinero, la prostitución y los casinos ilegales. A veces, los traficantes llegan al punto de atar los cargamentos de droga a boyas, dejándolos a la deriva en las corrientes oceánicas.

El año pasado, la Marina de Nueva Zelanda interceptó 3,2 toneladas de cocaína flotante, que serían recogidas y enviadas a Australia.

“El Pacífico ha sido durante mucho tiempo una región con poca interferencia externa”, señaló Sinclair Dinnen, investigador de la Universidad Nacional de Australia. “Es relativamente nuevo en esta parte del mundo, y parece estar en aumento”.

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