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Objetivos y fracasos repetidos: ninguna de las invasiones de Israel en Líbano ha traído calma y seguridad

Desde 1978 hasta hoy, Israel ha argumentado que su objetivo era restablecer la seguridad para los residentes del norte, pero ninguna de sus invasiones, con miles de víctimas, ha conseguido sus objetivos

Qué quiere decir Israel con “incursión terrestre limitada” y cómo evolucionaron las invasiones anteriores en Líbano

Ninguna de las operaciones militares que el ejército israelí ha desplegando en el sur de Líbano desde 1978, entre ellas una ocupación que duró años, han traído la calma y la seguridad al norte de Israel.

¿Cómo se compara la actual campaña de las fuerzas israelíes en Líbano con las incursiones anteriores?

Operación Litani (1978)

En marzo de 1978, la operación Litani fue la reacción israelí a la “masacre de la carretera costera” en la que 35 civiles fueron asesinados por miembros de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) que habían entrado a Israel desde Líbano.

Con el fin de devolver la seguridad al norte de Israel, el objetivo de la operación israelí eran las bases de la OLP en el sur de Líbano. En su punto álgido, contó con la participación de unos 25.000 soldados israelíes. Entre ellos, la mayor parte de la 36ª División de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y del Cuerpo de Paracaidistas.

Durante los combates, los enfrentamientos se ampliaron y llegaron a incluir operaciones en el río Litani, un punto clave de demarcación en el sur de Líbano.

Con los combatientes de la OLP en retirada, los soldados israelíes tuvieron dificultades para llevarlos a un enfrentamiento significativo. Aproximadamente 2.000 personas de Líbano y Palestina murieron en esta operación hasta su fin en junio, cuando fueron desplegados los Cascos Azules de la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en el Líbano (FPNUL), recién creada por las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que exigían la retirada de Israel.

Guerra de Líbano (1982)

A pesar de la operación Litani, el norte de Israel no recuperó la tranquilidad y los enfrentamientos entre la OLP y las fuerzas israelíes cerca de la frontera continuaron.

En junio de 1982 la organización palestina Abu Nidal disparó contra el embajador de Israel en Londres hiriéndolo de gravedad. Un atentado que el primer ministro israelí Menachem Begin utilizó como pretexto para culpar a la OLP y lanzar la operación Paz para Galilea con el objetivo de recuperar la seguridad en el norte israelí y destruir las fuerzas palestinas y su infraestructura en el sur de Líbano.

Más de 40.000 soldados y cientos de tanques israelíes entraron en Líbano con el respaldo de cristianos aliados de Israel. Sometiendo a Beirut a un asedio de meses, Tel Aviv confiaba en que estos aliados se convertirían en los pilares de un gobierno libanés más favorable a Israel.

En los combates murieron unos 19.000 civiles y combatientes libaneses, sirios y palestinos. Entre ellos, 5.500 civiles de la zona occidental de Beirut.

Israel consiguió la evacuación de la OLP de Líbano bajo supervisión internacional, pero el asesinato de Bashir Gemayel, presidente electo libanés, desencadenó la masacre de Sabra y Shatila durante la que 2.000 palestinos fueron asesinados por falangistas cristianos. Según las conclusiones posteriores de la comisión israelí Kahan, Israel tuvo responsabilidad “indirecta” sobre la masacre.

Ocupación israelí del sur de Líbano (1982-2000)

Los soldados de Tel Aviv se retiraron de Beirut, pero durante 18 años Israel siguió ocupando el sur de Líbano, principalmente la zona al sur del río Awali.

A partir de 1985 y en alianza con los paramilitares cristianos del Ejército del Sur del Líbano [SLA, por sus siglas en inglés], las fuerzas israelíes concentraron sus operaciones en la denominada franja de seguridad, que recorría toda la frontera y tenía entre 5 y 20 kilómetros de ancho.

El objetivo declarado de la ocupación era garantizar la seguridad de los pobladores del norte de Israel, pero tras la desaparición de la OLP la zona se volvió el centro de un nuevo conflicto. Por un lado, las fuerzas de ocupación israelíes. Por el otro, grupos como Hizbulá, una organización chií recién creada que lideraría la guerra de guerrillas contra los soldados de Israel.

Israel ocupó mucho menos territorio que en las incursiones anteriores, pero en última instancia no consiguió devolver la seguridad al norte de Israel. Todo terminó en dos días, cuando en cumplimiento de la resolución 425 de la ONU, el primer ministro israelí Ehud Barak ordenó en mayo de 2000 la retirada de las fuerzas israelíes, desencadenando así el derrumbe del SLA.

Tanto la ocupación como la retirada israelí tuvieron como evidentes beneficiarios inmediatos a Hizbulá y a su líder, Hasan Nasralá, considerados en Líbano y en otros países árabes como artífices de la expulsión del ejército israelí.

Segunda guerra de Líbano (2006)

El primer ministro israelí Ehud Olmert lanzó la segunda guerra de Líbano tras una compleja operación de Hizbulá en la frontera para secuestrar a soldados israelíes y canjearlos por prisioneros. Olmert quería “cambiar la ecuación” forzando la expulsión de Hizbulá del sur del Líbano y recuperando la seguridad en el norte de Israel.

“[Las FDI] planearon pequeñas escaramuzas, no una campaña militar convencional a gran escala”, opinó el académico israelí Efraim Inbar un año después de la guerra, que duró un mes. La intensidad de la resistencia de Hizbulá sorprendió al ejército israelí, según Inbar, que calificó como “otra locura estratégica” por parte de Israel “el exceso de confianza en su poderío aéreo”.

La guerra comenzó con una gigantesca campaña de bombardeos que incluyó entre sus objetivos el aeropuerto de Beirut, el cuartel general de Hizbulá, y sus arsenales de cohetes en Beirut; además de lanzaderas y puestos de milicias en el sur. La incursión terrestre comenzó con 2.000 soldados, un número que aumentó rápidamente.

El conflicto se considera una de las guerras más inacabadas de Israel. Los enfrentamientos terminaron con la aprobación unánime de la resolución 1701 en el Consejo de Seguridad de la ONU, ordenando el desarme de los grupos armados, incluido Hizbulá, y de todas las fuerzas armadas al sur del río Litani, con las excepciones de la Fuerza Provisional de Naciones Unidas (PNUL) y de las fuerzas armadas libanesas. Pero la resolución 1701 nunca llegó a aplicarse.

Tercera guerra de Líbano (2023-?)

Inmediatamente después del ataque de Hamás contra el sur de Israel el 7 de octubre de 2023, Hizbulá apoyó a Hamás lanzando contra Israel misiles, fuego de morteros y proyectiles antitanque desde sus posiciones en el sur de Líbano, un enfrentamiento que a lo largo de un año ha ido creciendo en violencia e intensidad por las dos partes.

En los últimos meses han aumentado las presiones políticas para recuperar la calma y seguridad en el norte del país de forma que 60.000 ciudadanos israelíes desplazados puedan regresar a sus hogares.

En lo que ahora parece un complejo y bien trazado plan, Israel comenzó los ataques de las últimas semanas contra Hizbulá haciendo que de manera subrepticia llegaran al grupo dispositivos de comunicación explosivos. Luego vinieron los asesinatos de dirigentes en ataques aéreos, entre ellos el de Nasralá.

Siguiendo un patrón que ya resulta conocido, hace una semana Israel inició en la frontera unas operaciones que se anunciaron como limitadas para terminar con la infraestructura de Hizbulá. Pero rápidamente se han ampliado, con hasta cuatro divisiones distintas del ejército israelí desplegadas en la campaña terrestre. En el momento de escribir estas líneas sigue sin conocerse el alcance de la operación ni cuáles son sus probabilidades de éxito en comparación con campañas anteriores.

Desde octubre de 2023, al menos 2.036 personas han muerto en Líbano y otras 9.535 han resultado heridas.

Traducción de Francisco de Zárate

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