La plaza del Ayuntamiento y sus cambios (1863-1984)
La p laza del Ayuntamiento es una forzosa parada de los visitantes que pasan por Toledo donde fotografían el entorno, consultan guías o escuchan explicaciones con retazos de historia, arte y alguna fábula salteada. Para los heroicos vecinos de los alrededores de la citada plaza es, sin más, el camino habitual a su casa. El resto de los residentes la perciben como una ruta para resolver ineludibles trámites administrativos en horario laboral. Tan solo, casi todos suelen concurrir aquí los días festivos inscritos en el calendario o atraídos por cualquier evento visado por la autoridad competente. La plaza se asienta sobre un escalón natural de la topografía de Toledo. Reúne las cuestas que bajan desde Arco Palacio y la calle de la Trinidad y convergen en una larga vaguada, el Pozo Amargo, que baja hasta el Tajo. En época medieval fue un núcleo de edificaciones diversas. En 1214 se data una primera residencia arzobispal, en 1226 el inicio de las obras de la Primada y, en el siglo XV, de las casas del Ayuntamiento y del Deán (la actual Audiencia). En el XVI la plaza se fue librando de propiedades del cabildo y de los escribanos, siendo considerada por Pisa, en 1605, como «grande y espaciosa». Sin embargo, nunca alcanzó el nervio comercial que ofrecía Zocodover. Un plano del alarife José Diaz (1750), dibujos, grabados o pinturas del XIX ( Villaamil, Cecilio Pizarro o Friedrich Eibner ) muestran el Consistorio o la esbelta torre catedralicia presidiendo un dilatado espacio acogedor de ceremonias cívicas o religiosas. En otro artículo (25/10/2020) ya abordamos el plan municipal que trazó el arquitecto Santiago Martín y Ruiz , en 1862, creando un paseo en la plaza del Ayuntamiento con tres ejes de asientos con respaldos de hierro. Primero se niveló la superficie, tapándose las filas inferiores de sillares del muro donde se abren los arquillos, bajo la terraza del Ayuntamiento, a la vez que la puerta del Palacio Arzobispal quedaba, sin escalón alguno. Luego se delimitaron dos calzadas para los carruajes: una dirigida a la plaza del Consistorio y otra hacia la calle de la Ciudad. En este último punto, el arquitecto propuso ensanchar la angosta calle de San Marcos hasta la plaza del Juego de Pelota, próxima a la explanada de San Cristóbal, donde se adecuaría un nuevo paseo. Era evidente el deseo de crear glorietas intramuros destinadas al disfrute público, como ya se hizo en Zocodover. Servirían para que, según avanzó Parro en 1857, acudiese a ellas «la elegancia toledana porque así lo ha querido la moda». La obra del Ayuntamiento discurrió hasta 1864 con la inclusión, en el núcleo peatonal, de un estanque circular con un jardín vallado. En 1883, la antigua casa del Deán se transformaría para albergar la Audiencia Provincial, lo que acentuó el carácter institucional de la plaza. A principios del Novecientos se plantaron árboles junto a los pretiles y luego palmeras canarias en el jardinillo central. Fotografías de Begue, Laurent, Alguacil, Fraile, Louis Levy o Roisin , entre otros muchos autores, recogen el aspecto que se dispuso en 1863 y que pervivió hasta mediados del XX. Tras la guerra civil, la plaza mantuvo aquel esquema con más bancos de madera y un transformador eléctrico, aunque el arbolado central y los arbustos serían pronto talados. Ente 1940 y 1944 se ejecutaron trabajos en el Palacio Arzobispal para rehabilitar la gran escalera interior y otras estancias tras el fortuito incendio que acaeció el 23 de julio de 1939. Años después, entre 1955 y 1962, con proyecto del arquitecto conservador de Toledo, José Manuel González Valcárcel , se reparó el exterior del citado palacio, se demolió un torreón en el costado izquierdo, se restauró la entrada principal y se retiraron los revocos de todas las fachadas. Pero, enfrente, la Audiencia también viviría años de obras. En 1947 se inauguró su sede que, en 1936, había quedado inacabada. No obstante, problemas de solidez requirieron nuevos trabajos que, dirigidos por González Valcárcel , dieron paso, en 1962, a la actual fachada. En enero de 1953, desde el Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional, comenzó el proyecto aprobado para reformar la plaza del Ayuntamiento que finalizaría en el mismo año, bajo la dirección del citado González Valcárcel. Se perseguía despejar este histórico enclave que reunía el gobierno local, el eclesiástico y el poder judicial. Concretamente, se deseaba dar más vista al edificio consistorial, antes parcialmente tapado por los árboles y liberarlo de obstáculos como era la glorieta decimonónica. Se realzaría así el valor de la terraza y de los balcones como tribunas dispuestas para la autoridad civil ante cualquier asamblea pública. Y es que ahora, en el urbanismo de posguerra, las plazas mayores o principales se limpiaban de vetustas funciones, se adecuaban como ámbitos estables, debidamente ennoblecidos conformes al marco del «nuevo Estado», aptos para proclamas, discursos o concentraciones institucionalizadas. Las obras comenzaron rebajando las calles que bordeaban la vieja glorieta junto al palacio Arzobispal y la Catedral . Según la prensa, se redujo medio metro el nivel del suelo ante las bovedillas del Ayuntamiento. Se eliminó el perímetro de bancos y el estanque, se niveló toda el área resultante y se pavimentó con losas de granito. La rebaja de cota obligó a crear una noble escalinata ante la puerta del Palacio Arzobispal. También hubo que hacer escalones en la subida hacia la plaza del Consistorio, lo que impediría ya acceder a todo tipo de vehículos hasta la puerta del Ayuntamiento. El descenso de nivel obligó, según el arquitecto, a que la Catedral sustituyese los pilares y la verja situada ante la puerta del Perdón desde 1634, por «cadenas bajas» ente pilarotes. Se optó por retirar aquel cerramiento, ganándose una limpia perspectiva de la Primada y más espacio para uso público. Menos impacto tuvo la supresión del pretil ubicado hacia la calle de la Ciudad. Allí se rehabilitó la fuente pública existente y se levantó encima un corto muro protector. Todo el conjunto se ornamentó con una zona ajardinada de setos ante los arquillos del Ayuntamiento y una fuente de mármol en el centro. El resto de la plaza quedó totalmente diáfano para convertirse en un aparcamiento de vehículos hasta finales de 1979. En 1982 se retiró la citada fuente, hoy en el paseo de Merchán. Siguieron diversas y breves alternativas hasta que, en 2014, se instaló una parte del proyecto Tres aguas de la escultora Cristina Iglesias . En enero de 1984, en el otro extremo de la plaza, el Cabido de la Primada repuso la histórica verja del XVII en la lonja de la Catedral.