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El pueblo de Granada que sería el escenario ideal para una película de miedo en Netflix

Abc.es 
Dicen que hubo brujas en Salem y también en Zugarramurdi , pero tampoco es que haga falta irse ni a Estados Unidos ni a un pueblo de Euskadi para verlas. En Andalucía también se reúnen para montar en escoba, hacer conjuros y, en fin, todas esas cosas a las que se dedican las brujas. Su escondrijo está en Soportújar , un pequeño pueblo de la Alpujarra granadina que apenas llega a los 300 habitantes pero que ha encontrado en esta leyenda un auténtico filón para el turismo, hasta el punto de que los fines de semana hay que madrugar para encontrar allí un sitio para aparcar. Soportújar, como otros lugares cercanos – Pampaneira o Capileira , por citar dos ejemplos- tiene un pasado que remite a lo gallego. Y lo gallego, como se sabe, lo hace a su vez con el mundo de las meigas, que se puede creer o no en ellas pero haberlas, haylas. Tras la Reconquista y la expulsión de los judíos y los musulmanes, muchas zonas quedaron despobladas y a lo largo del siglo XVI y hasta principios del XVII se pusieron a disposición de quienes quisieran trabajarlas. Por eso llegaron hasta aquí gallegos dispuestos a ello. Y desde entonces se habla de brujas en la Alpujarra en general y en Soportújar en particular. Por supuesto nunca estuvieron bien vistas, desde luego nada en absoluto mientras existió la Inquisición , que permaneció muy vigilante. De ahí que los antiguos habitantes del pueblo no quisieran que se les relacionara con las brujas. Ahora las cosas han cambiado. Porque la leyenda sobrevivió, mezclada con lo lúdico. Se dice que todavía se ven por allí y que de noche se reúnen, se untan manteca en las axilas y vuelan. A la entrada del pueblo hay un monumento que avisa de que se entra en su territorio, y de camino las homenajea porque están contribuyendo a la economía local. Quien vaya a Soportújar, debe pasarse por el Mirador del Embrujo, que es donde se asegura que se reúnen para sus aquelarres, y también por la F uente del Dragón , otra figura mitológica que se cuela de rondón en la historia porque igual guarda relación con las brujas. O no, pero por si acaso allí está. Ni que decir tiene que el interés en visitar Soportújar se acentúa cuando se acerca la Noche de Halloween , una tradición nórdica (y no estadounidense, pese a que algunas películas lo hayan hecho creer) que a estas alturas ya hemos hecho nuestra porque una fiesta, después de todo, es una fiesta. De la Noche de Brujas , que se celebra el 31 de octubre en vísperas del día de Todos los Santos, el visitante podrá llevarse una divertida impresión y también una variada gama de souvenirs que, dicho sea de paso, están sirviendo también para que no se pierda la tradición artesanal alpujarreña. Porque todo o casi todo guarda allí relación con la brujería de un tiempo a esta parte. Además del mirador y la fuente ya citados, existen la estatua a la bruja Baba Yaga, el Centro Temático de la Brujería o la Cueva del Ojo de la Bruja. El viajero que decida echar allí el día y pasear por sus calles estrechas y bajo los soportales (que tal es el significado de la palabra Soportújar) va a pasarlo de miedo, pero en el buen sentido.

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