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Es el espectacular restaurante de Jaén que está a 25 metros bajo tierra

Abc.es 
En pleno parque natural de Sierra de Mágina, bajo el pico Almadén (2.022 metros de altitud) encontramos uno de los restaurantes más impresionantes del mundo. Localizado a las afueras de la localidad jiennense de Pegalajar, en la carretera de Mancha Real, la Cueva de los Majuelos , abierta en la roca caliza, acoge este peculiar restaurante. Dentro de una cueva natural formada por una bóveda de unos 25 metros de altura aproximadamente y 600 metros de superficie, con una pequeña abertura en el centro a modo de chimenea y una gran terraza parcialmente cubierta desde la que se divisa la sierra. Declarada Monumento Natural por la Junta de Andalucía, esta cueva, ubicada en el Cerro El Cercadillo, junto a la carretera local Jaén-Mancha Real, muy cerca del casco urbano, se ha convertido en el lugar turístico más importante del pueblo y uno de los más notables de la provincia. En realidad, se trata de dos cuevas. La principal y mayor, conocida desde antiguo como de los Majuelos, y otra descubierta en 1970 por Antonio Ruiz Ortega , que la bautizó como cuevas de Aro por constar de varias salas y responder a las iniciales de su nombre. Las Cuevas de Aro forman un complemento añadido a la Cueva de los Majuelos por su gran belleza. En ambas cuevas podremos observar curiosas formaciones de origen kárstico provocadas por la acción erosiva del agua: estalagmitas, estalactitas, columnas. Las dos cuevas fueron habitadas por una civilización eneolítica del III milenio a. d. Cristo. Allí tenían su refugio unos hombres con una economía pastoril basada en la ganadería de ovicápridos, en la que la cabra era la base de la domesticación sierra y en una agricultura de subsistencia complementaria. Estos pastores eran nómadas y se refugiaban en pequeños campamentos estacionales según el trasiego del ganado, situados en el interior y entrada de cuevas y abrigos. Recibiendo el nombre de Cultura de las Cuevas, de las que son herederas las de los Majuelos y Aro, las cuales estuvieron habitadas hasta rondar II milenio antes de Cristo. Todos los hallazgos arqueológicos han aparecido en la Cueva de Aro. Desde hachas de piedra, cuchillos de sílex, raederas del mismo material, puntas de flecha de bronce y sílex -algunas son verdaderas obras de arte-, material de hueso labrado -un colmillo de jabalí-, restos de cerámica,... y también restos humanos se han encontrado en estas cuevas. Antonio Ruiz, empresario local de hostelería, compró este cerro en 1969, junto con la cueva y una casita colindante al otro lado de la carretera, zona conocida como Huerto Francés. Desde el principio este empresario tuvo clara la idea de convertir la destartalada cueva, que hasta entonces sólo había servido de aprisco, en un gran salón en el que pudieran tener lugar convenciones, bodas, bautizos, etc., así como un bar-restaurante que ofreciera a los clientes algo diferente. Con paciencia, a lo largo de veinte años, realizó costosos estudios geológicos para confirmar su evidente fortaleza. Poco a poco se levantaron enormes hormas de piedra, se explanó la zona de aparcamientos, se plantaron numerosos árboles, se acondicionó el suelo de la cueva, la zona de cocina, la salida de urgencias, la iluminación interior, el escenario, la cascada exterior,... Y se consiguieron todos los permisos necesarios para su inauguración , que tuvo lugar en el verano de 1987, surgiendo en este entorno natural un lugar de recreo histórico-artístico de inexcusable visita. Desde entonces hasta hoy, nadie había podido observar tan impresionante cueva que, junto a la de los Majuelos, vienen a darle a Pegalajar una especificidad, la cual, si bien ya tenía desde años atrás con la Charca, hoy con estas cuevas se refuerza aún más. En este establecimiento natural e idílico, que dispone de cocina moderna y de gran capacidad en la que prepara tanto cocina típica de la zona, como comida tradicional, se organizan todo tipo de eventos, desde bodas, banquetes, espectáculos, hasta congresos y convenciones.

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