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No seas ingenua

Claudia, ojalá que seas consciente de la realidad que enfrentarás a partir del 20 de enero, el día que Donald Trump tomará posesión, de nuevo, como presidente de Estados Unidos. Mala suerte, sin duda, con Kamala Harris podrías haber buscado cierto terreno común, incluyendo una empatía y ciertas coincidencias ideológicas en un progresismo de izquierda. Con Harris no hubiera sido una relación sencilla, pero la posibilidad de tender puentes era factible.

Pero por cuatros años, la mayor parte de tu sexenio, en la Casa Blanca estará un republicano que culpa a México, con razón o sin ella, de muchos de los males de su país. El neoyorkino llega con una agenda e ideas claras, muchas de las cuales serán perjudiciales para la nación. Ojalá que no seas ingenua y creas que podrás hacerlo cambiar de opinión. Ya lo intentaron dos de tus predecesores, ambos con mayor oficio político que el que ahora posees: Peña Nieto y López Obrador. Trump era en esos tiempos un inquilino de la Casa Blanca primerizo, ignorante de las formas de Washington, un empresario dispuesto a acoplarse (en cierta medida) a lo que se consideraba como un gobierno serio y responsable. Y a pesar de contar con esa ventaja, ambos fracasaron.

Tendrás que enfrentar a un líder estadounidense radicalizado en su agenda y dispuesto no solo a cumplir con sus promesas, sino a hacerlo con rapidez, contundencia y espectacularidad. Trump ha comprobado que la demagogia funciona para ganar votos. Será un presidente que ya no busca rodearse de personas competentes y con experiencia, sino leales a toda prueba, dispuestos a luchar contra leyes e instituciones. Esto debería serte muy familiar, Claudia, puesto que es como López Obrador. Trump no ha dicho “al diablo con sus instituciones” pero actúa de igual forma.

En estas pocas semanas de gobierno has comprobado lo que es tener un inmenso poder, con un Congreso sumiso que te aprueba cuanta modificación constitucional y legal se te ocurre. López Obrador inició la destrucción de la democracia mexicana y el Estado de derecho, y estás completando la tarea. Te regodeas arrollando los obstáculos a tu paso, el más reciente, la Suprema Corte. Diciendo que tienes el mandato popular para hacerlo, has restaurado un régimen autoritario digno del priato más rancio.

Pero no caigas en la ingenuidad de creer que ese poder tan inmenso que ahora tienes puede equipararse con el de Trump. Llevas semanas tratando de sustituir leyes e instituciones con tu persona. No te cansas de manifestar que tu palabra es la mejor garantía que puede tener un inversionista extranjero. Quizá te la creas; ten la certeza que los empresarios no lo hacen por más que te manifiesten lo contrario.

A Trump no le podrás salir con el discurso de un gobierno digno y soberano, que eres la representante electa de un pueblo. Sucede que Trump también lo es, y considera que los migrantes ilegales representan una violación a las leyes de los Estados Unidos, y tiene razón. Ya no hablemos del fentanilo y las muertes que provoca. Y Trump ama el proteccionismo y detesta el superávit comercial que México tiene con su país; no titubeará en violentar el T-MEC con aranceles brutales. Claudia, has mostrado que te importa muy poco ignorar disposiciones judiciales, ojalá comprendas que no eres la única.

Tienes 76 días para buscar entendimientos. Sin ingenuidades, piensa que estarás negociando con un demagogo ignorante, soberbio y cerril, una clase de personalidad que conoces perfectamente.

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