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La alta montaña comienza en Madrid

Abc.es 
Acreditada y reivindicada su fortaleza como anfitrión, tras convertir San Pablo por ahora en una cancha inexpugnable, el Real Betis Baloncesto debe cambiar su condición de velocista por la de afamado escalador para afrontar, antes de la primera ventana FIBA de la temporada, dos etapas de montaña en esta Primera FEB repleta de gallitos con aspiraciones de ascenso y fervientes deseos de liderar el pelotón de la tabla. El ascenso directo se cotiza muy caro en esta categoría y en cada partido toca revalidar las credenciales. Con la misión de estar permanentemente en esa lucha, harto compleja pero asumida por la plantilla, viaja el Betis Baloncesto a Madrid para medirse este domingo al Movistar Estudiantes , un grande del baloncesto español que es a la vez paradigma de las consabidas dificultades que encierra la segunda categoría nacional. Un laberinto del que nada fácil resulta escapar. Los colegiales afrontan su cuarta campaña seguida en la otrora LEB Oro y con el mismo objetivo de las tres anteriores: abandonarla, con destino a la Liga Endesa, en el mes de mayo. Su jerarquía como club y aquilatado palmarés lo convierten de salida en el más firme aspirante al ascenso y en un rival a priori temible, sobre todo cuando ejerce como local, tal como comprobó en sus carnes el conjunto verdiblanco la pasada campaña y también en pretemporada. Los últimos cinco partidos del Betis Baloncesto a domicilio en las canchas colegiales ( Magariños y WiZink Center ) se han saldado con derrotas: una en fase regular, tres en play off y otra más, la más reciente, en un amistoso de preparación en septiembre. Los precedentes, obvio, no le favorecen, pero abusando de dos lugares comunes, conviene recodar que la estadística está para romperla y que del pasado no se vive. La de este domingo será otra historia diferente, aunque seguramente cortada por el patrón de la máxima dificultad y la alta intensidad como factores recurrentes y propios de este tipo de duelos entre iguales con idénticas metas. Porque el Betis, que se ha formado a golpe del talonario del Grupo Hereda , quiere exactamente lo mismo que el Estudiantes: una de las dos porciones de la tarta del ascenso. Y si puede ser la primera que se corte para no sufrir el desgaste y los imprevisibles efectos del azar del primaveral play off, mucho mejor. De momento, el número uno en el carenado lo porta el San Pablo Burgos de Bruno Savignani (7-0) , siguiente rival de los verdiblancos. Otra etapa de montaña. El Estudiantes y el Betis contabilizan cinco victorias y un revés. Ambos han mordido el polvo a domicilio, pero en casa se han encastillado. El Betis llega revitalizado tras el pleno de victorias caseras con el Palencia y el Cartagena , pero también responsabilizado, sabedor de lo que se cuece en el WiZink, y de algún modo con la espinita aún clavada de Torrelavega, donde el equipo se desfiguró, descentró y perdió sus señas de identidad en un segundo tiempo turbulento que frenó su hasta entonces inmaculada trayectoria liguera. De aquella lección aprendió el Betis sellando la principal razón de sus pecados: el rebote . Se lo ha ganado a su rival en los dos últimos partidos, sobresaliendo en la batalla de pico y pala con el Cartagena, cuando atrapó nada menos que 50 rechaces, 15 de ellos en ataque, con dos pívots menos en la rotación, sin los lesionados Álex Suárez y Rubén López. Muchas veces parece que fuera a tirones, que jugase a fogonazos de talento o sin la continuidad deseada, pero la realidad es que ha ganado los dos últimos partidos con cifras mellizas en ataque y defensa, por 17 y 16 puntos de ventaja , respectivamente. No con la gorra, mas sí de manera holgada, alcanzando los últimos minutos surfeando en la ola de la tranquilidad que siempre se agradece. Este Betis, del que se presumía por el estatus de muchos de sus jugadores un incontenible poder anotador, se ha destapado como un equipo sacrificado en defensa, coriáceo , que antepone el trabajo más laborioso al espectáculo sin que lo uno esté reñido con lo otro. No debe ser fácil encauzar a este grupo de jugadores por esa senda y Gonzalo García de Vitoria y su cuerpo técnico parecen haberlo conseguido. Los verdiblancos lucen la mejor defensa de Primera FEB (sólo 68,3 puntos en contra) y la consistencia de ese engranaje será el que ponga precisamente a prueba en el WiZink, donde lo espera el segundo ataque más demoledor de la categoría, con 89 puntos a favor y un 42% en el triple de promedios. Como el Betis, el Estudiantes también posee acreditada artillería en el perímetro. Jayson Granger porta los galones y es el jefe, pero también Pato Garino y Devin Schmidt, sin olvidar la capacidad defensiva de Sola y las ráfagas de puntos, que pueden ser demoledoras, de Francis Alonso, elemento desestabilizador en el play off de ascenso entre ambos equipos. Kravic y Barro , con perfiles distintos pero complementarios, lideran una batería interior en la que Andric, Rubio y Alderete ejercen un papel secundario. Dotado de múltiples y poderosos argumentos, el Movistar Estudiantes calibrará la dimensión de un Betis Baloncesto un tanto astillado por las lesiones. Álex Suárez y Rubén López llevan unos partidos sin jugar y, además, pierde por un mes aproximadamente a Jelinek , con rotura de la base del quinto metatarsiano del pie derecho. Aunque se han acumulado los percances físicos en las últimas semanas, no tiene previsto el club mover ficha en el mercado. Se confía en esta plantilla y en la versatilidad de los jugadores para emplearse en diferentes puestos. Hughes sumará más minutos, Radoncic volverá al tres y hasta Renfroe y Cvetkovic pueden jugar juntos con tal de imponer entre los dos el ritmo del partido, impedir que el Estudiantes corra y, de este modo, obturar sus deflagraciones ofensivas. No será fácil encapsularse defensivamente a domicilio como lo hace en casa, y mucho menos en una cancha como el WiZink, pero el Betis debe hacer lo posible por jugar como sabe, sin traicionarse ni acelerar el partido más de lo necesario. La pausa es control. En el cuerpo a cuerpo anotador puede sufrir. Hasta que se demuestre lo contrario, se trata de un peso pesado más fajador que pegador . Así le ha ido bien en las seis jornadas disputadas y no tiene por qué cambiar nada en la batalla de resistencia de la alta montaña con esta primera etapa en Madrid.

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