"Mentre dinava..."

La sociedad valenciana reclama la dimisión del jefe del Consell

Mazón monta un alegato exculpatorio de su actuación en la catástrofe de la DANA

En una semana hemos vivido una de las protestas más masivas que se recuerdan en las calles de València, en la que decenas de miles de personas pidieron la dimisión del presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, por su negligencia en la gestión de la alerta ante las inundaciones causadas el 29 de octubre por la DANA. Hemos superado después un segundo episodio meteorológico de depresión aislada en niveles altos que hizo, esta vez sí, saltar las alertas, pero no generó más daños. Y ahora ha llegado la comparecencia de Mazón en las Corts Valencianes, este viernes, para escudarse tras un relato que ofende el sentido común.

Todo ello mientras prosiguen las tareas de limpieza y recuperación en las localidades afectadas y el registro de víctimas mortales alcanza las 216, con 16 personas a las que todavía no ha sido posible hallar. Da una idea de la magnitud de la tragedia esa relación de muertos, en la que cerca de la mitad, 104, eran personas mayores de 70 años y nueve eran niños. Paiporta, con 45 víctimas, y Catarroja, con 25, son los municipios que más fallecidos han tenido que lamentar.

Ha eludido Mazón en sede parlamentaria, más de dos semanas después de la riada, asumir responsabilidad alguna en la respuesta a la catástrofe y ha alegado para ello que “falló el sistema entero”. En una actitud que él y el PP adoptaron pocos días después de las inundaciones, el jefe del Consell ha acusado a la Confederación Hidrográfica del Júcar y a la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) de haber aportado información insuficiente. Se atrinchera, pues, el máximo responsable de las Emergencias en una fantasía en la que él, en realidad, habría sido víctima de un complot de la naturaleza combinado con el fallo de los protocolos previstos (“la monstruosa barrancada provocada por un fenómeno atmosférico que superó las peores previsiones de la Aemet”, según sostuvo).

La deplorable, aunque esperable, postura de Mazón, vistos los antecedentes de su formación en este tipo de trances, en la que calca la estrategia del PP en catástrofes anteriores y se fía de sus propias mentiras, viene acompañada de una remodelación del Consell que consiste en crear una conselleria de Emergencias y una vicepresidencia que coordine la reconstrucción tras la DANA. Es poco probable que esta maniobra frene las críticas a la actuación del Gobierno valenciano, con su presidente al frente, dada la ausencia total de autocrítica por su parte. Porque, de lo que ha ocurrido, no se deduce que fallaran los protocolos y mecanismos de emergencias, como alega el presidente acorralado, sino que fallaron estrepitosamente quienes tenían, con él al frente, la obligación de activarlos en tiempo y forma.

Los grupos de la oposición pusieron el dedo en esa herida. Tanto los socialistas como Compromís reclamaron la dimisión de Mazón durante el pleno en el que compareció para una larga intervención que llevaba completamente preparada en un gran taco de folios. El otrora dicharachero presidente se ciñó a un guion escrito que, como apuntó el portavoz de los valencianistas, Joan Baldoví, parecía “que no lo habían escrito sus asesores sino sus abogados”, pensando en una eventual defensa ante los tribunales en los que más pronto que tarde recaerá el asunto. El portavoz del PSPV, José Muñoz, cuyo grupo no había solicitado hasta ahora la dimisión del presidente, exigió su destitución, el nombramiento de un jefe del Consell “técnico” o de “transición” y la convocatoria de elecciones en 2025. La secretaria general de los socialistas y ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant, reunió a su ejecutiva y exigió al PP la destitución de Mazón. 

Todos recordaron esas horas del 29 de octubre en las que Mazón estuvo ausente del Centro de Coordinación Operativa Integrado (Cecopi) porque se encontraba en una comida. Un episodio que el jefe del Consell despachó con altanería diciendo: “Mantuve mi agenda plenamente consciente de la situación”. Era tan “plenamente consciente” que su equipo escondió la razón de ese ágape y trató de camuflarlo durante días hasta que lo atribuyó a un encuentro con una periodista para ofrecerle la dirección de la radiotelevisión valenciana À Punt. Las mentiras y omisiones de Mazón sobre la DANA fueron muchas, sobre los protocolos de emergencias, los avisos de la Confederación Hidrográfica del Júcar y la información de la Agencia Estatal de Meteorología, la convocatoria del Cecopi, las advertencias (o más bien la ausencia de ellas) a los ayuntamientos del peligro que se cernía y el mantenimiento de su propia agenda cuando hacía horas que había inundaciones y problemas graves en las zonas afectadas.

Este último aspecto, que atañe a la responsabilidad personal de Mazón como “mando único” de las emergencias, ha quedado marcado en la opinión pública de una forma que pasará a la historia de la infamia en la memoria de los valencianos.“¿Cómo podía estar comiendo tranquilamente mientras se inundaba Utiel y Requena? ¿Cómo podía estar desaparecido mientras los valencianos nos enfrentábamos a la peor catástrofe?”, le recriminó Baldoví. En la gigantesca manifestación del 9 de noviembre en València, se coreaba una consigna que rebotará una y otra vez sobre el recuerdo de este suceso: “Mentre dinava, el poble s'ofegava”. Mientras comía, el pueblo se ahogaba... Es una imagen imposible de borrar, que perseguirá a Mazón y al PP valenciano durante mucho tiempo.

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