La eterna decadencia de Mike Tyson, o cómo arruinar una vida llena de decisiones equivocadas
A sus 58 años, Mike Tyson es la viva imagen de un hombre derrumbado. Ni siquiera es boxeador aunque se ponga unos guantes. Nadie diría que u na vez fue todo un mito viviente y una leyenda del deporte . El último episodio, el de su vergonzante pelea ante el youtuber Jake Paul , solo es en realidad una muesca más en su pronunciada decadencia y la ruina de una vida arrastrada por un imparable cúmulo de decisiones equivocadas. En realidad ningún amante del boxeo y del deporte esperaba mucho del combate celebrado en la madrugada del viernes. Al fin y al cabo era una pelea montada por un influencer gamberro reconvertido en púgil y un boxeador retirado que necesita dinero . Pero al menos se esperaba algo de decencia. No la hubo. El muchacho y la leyenda apenas intercambiaron golpes, no se pegaron, no combatieron. Solo dejaron pasar los minutos para completar un programa de Netflix y repartirse la bolsa de 80 millones de dólares. Bye, bye, love. Nadie diría que encima del ring estaba uno de los más grandes boxeadores de todos los tiempos, una auténtica leyenda que, sin embargo, desde hace años parece envuelto en una cruzada por espantar su mito . Porque nada parece quedar de Michael Gerard Tyson, hijo de Jimmy Kirkpatrick y Lorna Smith Tyson, nacido el 30 de junio de 1966 en Nueva York. Cuando tenía dos años, su padre lo abandonó a él, a su madre, a su hermano y a su hermana. Como resultado, Lorna crió a sus tres hijos sola en la pobreza y tuvo que mudarse a Brownsville, un barrio nada recomendable de Brooklyn. Y es difícil de creer ahora, pero cuando era niño, Mike Tyson era pequeño y terriblemente introvertido. Era víctima de acoso y bullying , y ese fue el comienzo de su venganza contra la vida. Decidió aprender a pelear en la calle, se hizo delincuente, vaciaba las cajas registradoras de las tiendas mientras sus cómplices apuntaban con pistolas al personal y a la edad de 13 años ya había sido arrestado más de 30 veces. Llegó el reformatorio, una amistad que le recomendó que utilizara el boxeo para canalizar su furia, el aprendizaje de la técnica, un buen manager... y la muerte de su madre. Ocurrió en 1982, se la llevó un cáncer. Lorna no llegaría a conocer nunca al Tyson triunfador y eso frustraría para siempre al muchacho. El 6 de marzo de 1985, a la edad de 18 años, debutó como profesional y tumbó a Héctor Mercedes en el primer asalto. El resto de su carrera deportiva ya es historia : títulos, millones de dólares, fama, reconocimiento, grandeza... Lo tenía todo menos una vida. El 7 de febrero de 1988, Tyson se casó con la actriz de televisión Robin Givens y a partir de entonces su carrera empezó a peligrar. Escatimaba esfuerzo en el boxeo al tiempo que comenzaba a engordar la lista de episodios de violencia doméstica. Su comportamiento se iría haciendo cada vez más violento : peleas callejeras, accidentes relacionados con drogas, insultos, violación, etc. En una irrefrenable espiral de violencia y decadencia, f ue condenado en 1992 durante seis años por violación . Mientras cumplía su condena, se convirtió al Islam y adoptó el nombre de Malik Abdul Aziz. Su padre falleció durante su primer año de encarcelamiento, pero el boxeador no solicitó asistir al funeral. Salió de la cárcel el 25 de marzo de 1995, siguió con su carrera y entonces llegó aquella fatídica noche del 28 de junio de 1997 . En un momento de enajenación, Tyson le arrancó parte de su oreja a Evander Holyfield y escupió el trozo de carne. Fue el final. De su carrera y de muchas otras cosas. A pesar de haber ganado entre 1995 y 1997 cerca de 114 millones de dólares, se había gastado casi todo y tenía deudas fiscales por valor de 10 millones. A partir de ahí todo fue una huida hacia adelante. Poco después tuvo un accidente en moto, se metió en pleitos millonarios, fue sentenciado a dos años de prisión por agredir a dos motoristas después de un accidente de tráfico, montó peleas vergonzosas de reaparición, golpeó a un árbitro, dio positivo por marihuana, entró en depresión, se entregó a los drogas, fue acusado nuevamente de rapto y violación, afrontó otro divorcio millonario y se declaró en bancarrota. No tenía nada de los más de 300 millones de dólares que había ganado durante su carrera . Está aquel suceso con una estríper llamada Shelley con la que tuvo dos hijos. Ella falleció el 26 de mayo de 2009 a la edad de cuatro años, tras asfixiarse por accidente con un cable. El coste de las facturas médicas y el funeral ascendió a 200 mil dólares, recaudados gracias a donaciones, ya que Tyson estaba en bancarrota. Para qué seguir. El simulacro de combate de esta madrugada en Dallas ante un youtuber es solo una más de las múltiples catastróficas desdichas de un hombre que una vez lo tuvo todo pero que en realidad nunca tuvo nada. Ya no le queda ni reputación, dilapidada a golpe de trágicas decisiones producto de un descomunal odio y resentimiento contra el mundo que siempre permanecerá. Una vida tirada por el desagüe.