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El amor no cree en huracanes

El ir y venir de personas por la calle principal de Imías denota vitalidad. La capa gruesa de fango que cubrió dicha vía durante la crecida del río el 20 de octubre último, al paso del huracán Oscar, es solo un recuerdo, porque ahora se muestra pulcra, como es habitual encontrarla.

Un poco más allá, al lado del viejo puente «desfigurado» por la fuerza de las aguas, un enlace de hierro une a ambas orillas, dando la posibilidad de que transportes pesados se muevan desde la capital imiense a Jesús Lores sin tener que quedar a merced de los altibajos de las aguas del río, generalmente quieto, pero que ya mostró su peor rostro durante el paso del meteoro.

Kilómetros antes, Yacabo Abajo va resurgiendo, de un lado todavía quedan casas inundadas por la fusión de tierra y piedras que se deslavaron desde las montañas; del otro, antiguas viviendas son solo ruinas de lo que fueron y no volverán a ser, porque el cauce del río avisó que donde ya llegó, puede volver. El puente «descabezado» que dejó incomunicado a todo un municipio, ya tiene sus cabezales nuevos y reforzados como ejemplo de que lo imposible no es opción donde la voluntad, el esfuerzo y el ingenio afloran.

En San Antonio del Sur el escenario es similar. Algún que otro resto de colchón «sembrado» como adorno en un jardín o portal y el fango que en algunas calles se resiste a desaparecer del todo, quedan como vestigio a simple vista del escenario dantesco que puso a ese pueblo casi completo bajo la furia de las aguas que llegaron donde nunca antes en la noche-madrugada del 20 y 21 de octubre pasado, arrastrando consigo vidas, casas, el patrimonio hogareño de familias completas, la alegría de muchos…

Quien recorrió esas zonas hace un mes —cuando imperaba el panorama de fango, aguas turbias y pérdidas humanas y materiales dejados por las inundaciones y deslaves, y la tristeza hacía presa en las miradas de todos, lugareños o no— nota la diferencia que solo es posible cuando la recuperación se convierte en tarea de todos y avanza.

Tormenta a la vista

El 19 de octubre de 2024, un área de bajas presiones situada en los mares al norte de la República Dominicana, tras ganar en organización e intensidad se convirtió en tormenta tropical, bajo el nombre de Oscar. Horas después ya era el décimo huracán de la temporada, tras una rápida intensificación. Su cercanía a Cuba era inminente y los principales modelos daban a su pequeño centro pasando por mares al norte de Baracoa. El Estado Mayor de la Defensa Civil indicó la fase informativa a las provincias de Guantánamo a Camagüey.

Ya el 20 de octubre, fueron decretadas las fases de Alerta y Alarma. El efecto de las lluvias comenzó a llegar con las primeras bandas de nublados. Los modelos de pronósticos inclinaban la trayectoria de Oscar sobre tierra, con posible entrada por el municipio de Baracoa cerca de las 6:00 p.m. de ese mismo día, tal como ocurrió. La situación se agravaba porque el país llevaba días de crisis energética tras una desconexión del sistema eléctrico nacional.

Los vientos soplaron duro sobre Baracoa y Maisí, con más de 130 kilómetros por hora de fuerza, mientras que las lluvias se acentuaron sobre Imías y San Antonio del Sur, logrando que en el único semidesierto cubano los ríos «despertaran» y bajaran con una fuerza y caudal nunca antes visto por ese entorno, habitualmente seco.

Historias de rescates valerosos, de solidaridad y amor se desarrollaban en esos cuatro municipios guantanameros, donde los daños materiales fueron cuantiosos y lo más triste: fallecieron ocho personas y todavía dos siguen desaparecidas.

Primeros momentos

Tras el paso del huracán, toda la atención del país se posó en Guantánamo. La comunicación se había afectado y la de-
sesperación crecía entre quienes tenían familiares, amigos o conocidos en las zonas afectadas. Cuando poco a poco comenzaron a circular las noticias e imágenes de lo ocurrido, la tristeza se mezcló con ese deseo o instinto de ayudar, y una tormenta de ayuda solidaria se desencadenó, que no es otra cosa que amor multiplicado.

Todavía el ciclón afectaba al territorio cubano, cuando la ayuda comenzó a llegar. Desde la dirección del país se designó a la vice primera ministra Inés María Chapman Waugh para que acudiera de inmediato a las zonas dañadas.

Y llegó en la noche del 21 de octubre a San Antonio del Sur con buena parte del poblado todavía sumergido en las aguas y las lluvias amenazando con hacer más estragos. En su primer tope con el Consejo de Defensa Municipal dejó clara la prioridad de todos: salvar vidas humanas. Comenzaba, también, la evaluación de daños.

La propia Vice Primera Ministra se fue a recorrer el territorio hasta donde las condiciones en ese momento lo permitían. La oscuridad, el fango y el agua campeaban. La imagen del pueblo que se mostraba a la luz de los relámpagos, solo dejaba entrever destrucción por todas partes.

El presidente del Consejo de Defensa Provincial, Yoel Pérez García —que durante la entrada del fenómeno estaba en Baracoa—, ya se encontraba en Imías junto al vicegobernador Carlos Martínez Turro, territorio al que llegaron tras un periplo de casi 13 horas desafiando las lomas y los derrumbes en el viaducto La Farola, los ríos y afluentes crecidos y tramos de carretera «mordidos».

«No están solos ni abandonados. Cuba está en función de ustedes», les dijo a los guantanameros el Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez, junto al Primer Ministro, Manuel Marrero Cruz, que llegaron a Guantánamo para conocer de primera mano la marcha de la recuperación en el territorio, apenas dos días atrás el impacto del meteoro, muestra del acompañamiento cercano de la alta dirección del país, que en otras dos ocasiones ha vuelto a palpar la recuperación con manos propias, más allá del chequeo diario por videoconferencia.

Muchas convocatorias han salido desde organizaciones, instituciones, barrios, colectivos laborales y personas que desde dentro y fuera de Cuba han querido extender sus manos a los guantanameros afectados por el huracán Oscar.

Historias de ciclón

Tras el impacto de Oscar, de Baracoa y Maisí se sabía poco, pero existía comunicación gracias a los radioaficionados y otras vías alternativas. Por la carretera de Moa, desde Holguín, comenzó la movilización de la ayuda de inmediato.

Hasta el mismo San Antonio del Sur al menos se podía llegar desde la capital provincial y eso permitió avanzar en su socorro, pero Imías estaba aislado por vías terrestres, debido a que varios puentes, obras de fábrica y tramos habían sucumbido ante el empuje de las aguas y los derrumbes de tierra y piedras.

«Ante la incomunicación terrestre del municipio, lo primero que buscamos fueron los recursos endógenos que teníamos para resistir. Con la reanudación de la entrada de productos alimenticios, fundamentalmente por vía aérea hasta que hubo paso por carretera, se logró un mayor abastecimiento a la población.

«También reubicamos los grupos electrógenos. Una muestra es que a partir del colapso de nuestro policlínico, tuvimos que reubicarlos en el hogar materno y ahí tuvimos que poner un grupo para darle vitalidad. Así logramos enfrentar el aislamiento terrestre, tomando medidas alternativas», dijo Lázaro Castellanos Matos, presidente del Consejo de Defensa Municipal de Imías.

Resaltó la solidaridad entre los vecinos, que se ayudaron entre ellos y al que le quedó un poquito de esto, le dio al otro: «La recuperación será larga. La población tiene deseos de levantarse, tiene ganas de apoyar y trabajar. Lo que queda es hacer».

Cuenta Roberkis Londres Gamboa que cuando se percató que el río cercano se estaba metiendo en el pueblo, alrededor de las 4:00 a.m. del 21 de octubre, lo primero que hizo fue salir gritando por toda la comunidad para avisar a las personas sobre la inundación, ya que muchos se encontraban dormidos.

Él, delegado de la circunscripción 16 de la comunidad de Oquendo, en San Antonio del Sur, confiesa que sus vecinos y él no han tenido un respiro desde el paso del huracán, pero no descansarán hasta ver todo recuperado nuevamente.

«Casi 142 vecinos ya han sido atendidas por las oficinas de trámites y muchas de ellas se encuentran reubicadas momentáneamente debido a los daños que sufrieron sus hogares. Es grande la ola de solidaridad que ha inundado a nuestra comunidad, como a todo el municipio.

«Hasta la fecha seguimos recibiendo donaciones, como ropa, zapatos y colchones como prioridad para las personas y niños con condiciones especiales, y fuerzas de trabajo para seguir con el saneamiento. Estamos muy agradecidos con la ayuda que hemos recibido», afirma Londres Gamboa.

Kaliannis Columbié Londres, coordinadora municipal de los Comité de Defensa de la Revolución en Imías, es una de las jóvenes que a riesgo de su propia vida, salieron a salvar vidas cuando las inundaciones se apoderaron de su pueblo. 

«Cuando comenzaron las lluvias y las inundaciones, las personas estaban en shock, inmóviles. Lo del policlínico fue algo muy fuerte. El agua rompió las puertas y levantó camas, utensilios médicos… Pudimos rescatar a las personas y trasladarlas hacia un sitio seguro. Ver en sus ojos la sensación de estar a salvo, vaya… no tiene precio.

«Ahora estamos en fase de recuperación y las labores no terminan. Creo que tenemos un reto por delante y es fortalecer nuestra preparación ante este tipo de eventos climatológicos. No podemos confiarnos nunca más. A pesar de que esta zona sea semidesértica, ya ve cómo se puso esto», cuenta.

La primera secretaria de la UJC en territorio imiense, Yolanda Gutiérrez, también fue de las jóvenes que dieron el paso al frente ante las llamadas de socorro, en su caso dejó a su hija a cargo de la suegra, porque lo importante a esa hora era ayudar a los otros.

«Luego, entramos en la recuperación y seguimos presentes, sin importar cuán duras son las jornadas en la propia casa, la de los vecinos… sacamos fuerzas para ayudar. Salimos adelante. Vamos a superar esta situación y las que vengan. La juventud siempre va a estar presente», declaró a la prensa la dirigente juvenil.

Por eso, Idrialis González Turcaz, primera secretaria de la UJC en la provincia de Guantánamo, expresó el alto reconocimiento de la organización que lidera por el solidario y humano aporte de la juventud a la recuperación de los estragos provocados por el huracán Oscar y destacó cómo enfrentaron peligros para salvar incontables vidas.

Despertar de una escuela

Cuando se llega a Macambo todavía se pueden ver en las viviendas y los campos secuelas del panorama de destrucción que dejó la inundación provocada por el paso del huracán Oscar. En medio de todo aquello que el agua y el lodo mancharon, resalta por los nuevos colores azul y rojo vino que estrena, la escuela primaria Julio Delgado Reyes.

Verle ahora y compararla con el panorama de hace un mes, cuando sus pisos y paredes estaban llenos de fango y el mobiliario escolar colocado en un rincón de la carretera para que la lluvia limpiara y el sol secara antes de ver lo que podía servir, es un ejemplo del ritmo recuperativo que se impone ante lo dañado por Oscar.

José Del Pino Dalet, director del centro escolar, nos recibe con cordialidad; en su rostro se nota el agotamiento de días tan intensos, pero su cuerpo se mueve con agilidad y fuerza, apoyando su disposición a devolver a la institución el habitual esplendor que la caracteriza como principal centro educativo y cultural del barrio.

Los jóvenes han dado el paso al frente en la recuperación desde el primer momento.

«Hemos trabajado duro. Este es un paso importante para toda la comunidad, tan seriamente impactada por el huracán», declaró José Del Pino, quien conduce un colectivo de 20 docentes y cinco trabajadores de apoyo, quienes a su vez atienden a 97 estudiantes.

«Esa madrugada del huracán fue tremenda. Casi todos salimos de las casas con el agua en el pecho, porque el río se metió donde nunca; hasta la carretera no daba paso y hubo que sacar gente con sogas. Ni cuando el Flora pasó algo así, no quedó un animal en los corrales», recuenta.

La inundación del río en Macambo llegó hasta el nivel del techo de la escuela. Cuando el agua bajó y pudieron llegar trabajadores y maestros, descubrieron que los locales estaban llenos de fango, afectados todos los medios audiovisuales, el mobiliario escolar, parte de las luminarias, los medios didácticos, los libros de la biblioteca…

«Apenas tuvimos la oportunidad, iniciamos la recuperación de la escuela. Gracias a las Fuerzas Armadas Revolucionarias, a los factores de la comunidad, las direcciones municipal y provincial de Educación y contingentes desde otras provincias que llegaron hasta acá cargados de solidaridad, hemos podido avanzar. La recuperación de que va, va», asegura el Director de la escuela que protagonizó el acto provincial de reinicio del curso escolar, el pasado 11 de noviembre.

Avanza la recuperación

La recuperación de los daños causados por el huracán Oscar es un proceso que no se detiene, muestra de la voluntad de todo un país, que pese a los daños provocados por el huracán Rafael en el occidente y el reciente sismo en Granma y Santiago de Cuba, no deja desamparado a nadie.

Hasta el 22 de noviembre, según el informe que se presenta en la reunión diaria del Consejo de Defensa Provincial, se mantienen registrados en la  modalidad de asistidos a un total de 3 440 personas, 19 de ellos en centros estatales, 3 070 en viviendas y 351 en facilidades temporales.

De manera preliminar, se contabilizan 12 610 viviendas afectadas. Hasta el momento se han recuperado 298 techos afectados totalmente y 841 parciales. Se trabaja para levantar diferentes asentamientos para damnificados en Jesús Lores, en Imías; Buena Vista 1 en Santonio del Sur; La Máquina, en Maisí, y Majubabo 1, en Baracoa. Además, se definieron 39 cambios de uso que permitirán entregar 212 viviendas.

En la provincia, en los municipios afectados, se cuenta con inventarios de materiales de la construcción para la atención a damnificados con énfasis en elementos de techo, purling, puntillas, electrodos y cemento. Hasta ese día se había atendido 1 343 casos damnificados en los 28 puntos de ventas definidos.

De las 700 instalaciones estatales dañadas se habían reparado 540, para un 76 por ciento de recuperación, quedando pendientes 620, de ellas 70 ya con los recursos en la mano. El servicio eléctrico se encuentra recuperado al 99,99 por ciento, quedan pendiente solo el hotel El Castillo, en Baracoa. Mientras, en las comunicaciones, la telefonía básica fija está restablecida al 99,32 por ciento y quedan solo dos transmisores por reactivar en Imías.

En el abasto de agua, de los 88 sistemas de acueductos afectados, se recuperaron 82, para un 94,32  por ciento de recuperación, faltando cinco sistemas por restablecer.

Hacer llegar los alimentos donados y de la canasta básica a toda la población afectada ha sido una prioridad.

En la Agricultura, cuantiosos fueron los perjuicios. Renglones como el café, cacao, coco y los cultivos varios sufrieron daños severos. Se contabilizan, hasta el momento, 17 099 hectáreas (ha) afectadas en su conjunto. En este sector se trabaja en la campaña de siembra de frío y el aprovechamiento de las zonas llanas de los municipios de Guantánamo, Niceto Pérez, Manuel Tames y El Salvador para sembrar más áreas con cultivos de ciclo corto.

En los viales de interés nacional, fueron 25 los tramos u obras de fábrica averiados o destruidos, los cuales corresponden, mayormente, a la carretera Guantánamo-Baracoa. Los caminos de montaña perjudicados suman 36 entre vías y obras de fábrica, de los cuales comenzaron a recuperarse los seis primeros.

En el Alto Oriente cubano continúa la recepción y traslado a los municipios de los donativos recibidos: ropas de hombres, mujeres, niños, útiles del hogar, aseo y alimentos. Han llegado hasta el momento 35 donativos populares y 12 internacionales, con 33 y nueve repartidos, respectivamente.

Por estos días siguen las labores de mantenimiento, reparación e higienización en las instituciones educativas, culturales y deportivas, y también la llegada de  brigadas artísticas del territorio a los cuatros municipios afectados, complemento para alimentar el espíritu en este proceso recuperativo, que es una apuesta por ayudar a la personas, una defensa del amor por este país, donde no se deja a nadie desamparado.

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