Los Objetivos de Desarrollo Sostenible marcan la agenda inversora
En el recorrido sostenible del siglo XXI, los fondos de inversión deben mostrar un ineludible cumplimiento con esta referencia global, tanto que Cristina Sánchez, directora ejecutiva del Pacto Mundial de la ONU España y copresidenta del Consejo Redes Locales de UN Global Compact, destaca cómo «en la reciente semana de las Naciones Unidas, este asunto tuvo un gran protagonismo, ya que la capacidad del sector privado para movilizar recursos financieros e impulsar la innovación es indispensable para alcanzar los ODS». Como subraya Sánchez: «La consecución de los ODS para 2030 requiere más inversión privada, especialmente en los países en desarrollo. Sin una inversión económica sólida, el desarrollo sostenible no es viable, por lo que las finanzas sostenibles se perfilan como el único camino». Y destaca cómo este mercado crece a buen ritmo, con proyecciones de alcanzar los 40 billones de dólares en los próximos años. «La unificación de criterios (concluye), la superación de barreras estructurales (falta de transparencia y desajuste riesgo-rentabilidad), y la necesidad de una integración más profunda de la sostenibilidad en los mercados son esenciales en este proceso, en un mercado sin normas comunes de información sobre los diferentes objetivos y metas para los agentes del sector privado». Ante este objetivo, Sevilla será sede (verano de 2025) de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Financiación para el Desarrollo,en línea con iniciativas de la ONU, como la Coalición de Directores Financieros por los ODS (CFO Coalition) y la Forward Faster de finanzas sostenibles (para ejecutar compromisos cuantificables y específicos ligados a cinco temáticas clave de la Agenda 2030). Carlos García Ciriza, presidente de ASEAFI, subraya, por su parte, que la consideración de los ODS en los fondos de inversión se ha convertido en una parte central del enfoque de muchas gestoras: «El sector financiero ha entendido que los ODS no sólo representan un compromiso social y medioambiental, sino también una herramienta de valor añadido para los inversores». García Ciriza destaca cómo esta tendencia se observa especialmente «en fondos de renta fija y variable que priorizan sectores o proyectos con impacto positivo en áreas clave como la reducción de la huella de carbono, el acceso a energías limpias, o el desarrollo de infraestructuras sostenibles». Fijar metas, realizar seguimientos, e informar sobre ellos ya forman parte del 'compliance' de las compañías financieras. Un entorno ante el que Marta Olavarría, directora Académica de Programas Formativos en Finanzas Sostenibles del IEB, se muestra optimista: «La inversión sostenible basada en criterios ESG está en una tendencia ascendente. El número de fondos de inversión que usan los ODS como criterio de selección de activos se ha triplicado en los últimos tres años». Desempeño en el que las empresas deben 'hacer lo deberes' en cuestiones como salud y bienestar, igualdad de género, energía limpia, trabajo decente, crecimiento económico, acción por el clima... «Este crecimiento (añade Olavarría) vendría impulsado en gran medida por una serie de factores, como una mayor demanda de opciones de inversión sostenible por parte de los inversores y un entorno regulatorio internacional, principalmente basado en la transparencia y el 'reporting'». Una tarea global en la que la formación se convierte en herramienta estratégica: «La sostenibilidad supone un nuevo enfoque que afecta a todo tipo de empresas y de sectores y que debe integrarse de manera transversal en las organizaciones, impactando en diversas áreas, en procesos y en sistemas». Sobre el terreno, Esther Marín, directora de CBNK Gestión de Activos y Sostenibilidad, señala cómo el sector contempla más y mejor la CSRD (la directiva sobre información corporativa en materia de sostenibilidad). «En este primer año de divulgación (comenta), trabajamos en la identificación de los nuevos datos requeridos, involucrando así a más áreas para extraer y generar y generación esta nueva información. La CSRD ha introducido el concepto de 'doble materialidad': reportar tanto los impactos financieros de la sostenibilidad como los efectos de la empresa en el medio ambiente y la sociedad». En el caso de Georgina Sierra, directora del Departamento de Activos Financieros de Diverinvest Asesoramiento EAF, señala cómo «mientras que los ODS son un marco inspirador, la SFDR (el Reglamento de Divulgación de Finanzas Sostenibles) es una norma estricta que exige a los fondos informar detalladamente sobre sus características sostenibles. La integración de ambos en la inversión sostenible es esencial para que el capital fluya hacia empresas y sectores que marquen una diferencia real en el desarrollo sostenible». En este entorno, la consultora de sostenibilidad e impacto Trascendent y el despacho de abogados Ontier celebraron el pasado octubre la segunda edición del Impact Day, una 'cumbre' de responsabilidad social del siglo XXI. Como destaca Angel Pérez Agenjo, socio director de Transcendent: «La inversión de impacto busca generar un impacto social o medioambiental positivo además de un retorno financiero. En España está experimentando un crecimiento significativo, especialmente en el segmento de los fondos de capital privado, cuyos activos bajo gestión aumentaron un 32% en 2023». «Se espera (concluye) que esta tendencia continúe en los próximos años, impulsada por iniciativas como el Fondo de Impacto Social de Cofides, que destinará 400 millones a la economía de impacto. En este entorno, España se posiciona como el cuarto país del mundo en iniciativas públicas y público-privadas de inversión de impacto y el segundo de la UE».