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EDITORIAL | En defensa del fútbol

EDITORIAL | Editorial de udlaspalmas.NET tras el desenlace del encuentro entre la UD Las Palmas y el RCD Mallorca, con la supuesta provocación de Jaime Mata y posterior gesto obsceno de Muriqi. Mata terminó con amarilla y el máximo infractor con roja, pero el Mallorca tuvo un libre indirecto en el área amarilla que terminó en el 2-3 en el minuto 94. La interpretación del árbitro VAR y el colegiado va en contra del fútbol, los futbolistas y la esencia de este deporte.

El fútbol es emoción, pasión y, sobre todo, una actividad que pertenece a los futbolistas y a las aficiones que les respaldan. Pero en los últimos años, el protagonismo de los árbitros y del VAR ha ido en aumento, hasta el punto de dictaminar cada pequeño detalle, sin importar el impacto en el flujo del partido o la experiencia del espectador. Lo sucedido en el Estadio de Gran Canaria este sábado es un claro ejemplo: una decisión tomada desde el VAR modificó drásticamente el desenlace del partido, dejando una sensación de indefensión e injusticia. La interpretación de una provocación por parte del VAR dictaminó un hecho insólito en LaLiga: hasta el momento ningún jugador desde la entrada del VAR en 2018 había realizado ninguna provocación, si entendiéramos que aplican el mismo criterio en todos los partidos que arbitran y rearbitran a 1.500 kilómetros de distancia.

No defendemos la provocación de Jaime Mata, que parece clara, ni mucho menos la ‘peineta’ de Vedat Muriqi. Situaciones como éstas hay en todos los partidos, pero Pizarro Gómez, en el VAR, decidió que quería las portadas. ¿Es este el propósito del VAR? ¿Entrar en las anécdotas y producir situaciones determinantes en el marcador? ¿No debería ser una herramienta para corregir errores claros y manifiestos en lugar de entrar en debates interminables sobre gestos o intenciones?

Nos enfrentamos a una paradoja. El VAR, creado para brindar claridad, está generando más incertidumbre. Su aplicación excesiva en jugadas que no lo requieren, como gestos o contactos mínimos, está transformando el fútbol en un deporte estéril y sin alma. Se han perdido minutos valiosos revisando jugadas insignificantes, minando el ritmo y la magia del juego. Y lo más preocupante: la desconexión entre los árbitros y los deportistas sigue creciendo. Para los equipos pequeños, que suelen ser los más perjudicados –el coste de un punto no conseguido para la UD Las Palmas o cualquier equipo de la zona baja no es el mismo que para un equipo de la tabla alta de LaLiga–, es un potencial drama, además, económico, en una liga donde un punto puede ser la diferencia entre la salvación o el abismo.

Desde aquí queremos defender la esencia del fútbol. Este deporte, que millones de personas aman, no puede ser devorado por un sistema que priorice lo milimétrico sobre lo humano, que sacrifique la fluidez por la obsesión con la perfección, que permita una interpretación o toma de decisiones ajenos al propio juego. Es hora de devolver el protagonismo a quienes lo merecen: los jugadores, los entrenadores, los clubes, y, sobre todo, los aficionados, que son el alma de este deporte.

Exigimos un replanteamiento en el uso del VAR y una mayor consideración hacia la esencia del fútbol. No se trata de eliminarlo, sino de ponerlo en su lugar: una herramienta de apoyo, no de reinterpretación del juego. El fútbol no puede ser gobernado por monitores y decisiones desconectadas del terreno de juego. Porque el fútbol es y siempre debe ser de los futbolistas, no de los árbitros ni de las máquinas. Esperando a que cualquier provocación en LaLiga a partir de ahora se rija por las mismas normas. Hasta el momento, algo insólito que ha costado al menos un punto a la UD Las Palmas. Que el circo no siga creciendo, como mal menor, o cada vez menos seguidores estarán enfrente de la pantalla o en las gradas esperando a que los árbitros sigan perjudicando a este deporte.

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