Campos de soledad
Enero por el Guadalquivir, Alberto y Ascen, Ascen y Alberto. Hacía ese helor de Sevilla que entra por los pies y, siendo enero, deja mentalmente muy lejos la Semana Santa. ETA acostumbraba a matar en lugares idílicos, el tiro propagado por los ecos del silencio, los de la madrugada, los de un día normal de los de «a mi trabajo acudo, con mi dinero pago». ETA, antes de marcar la agenda parlamentaria, era así. Un tiro o un coche bomba para que desayunáramos con un lazo negro visto, soñado o en rótulo. A los niños del sur de España, los de mi quinta, nos empezó a cambiar la voz después de lo de Miguel Ángel Blanco, pero después del asesinato... Ver Más