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¿Qué pasó con Carmen Ollé en el Premio Nacional de Literatura?

En una nota de La República, de hace varios meses, comentamos sobre la importancia del Premio Nacional de Literatura del Ministerio de Cultura. En esa ocasión, destacamos el carácter abierto del premio, que reconoce obras ya vistas y ponderadas por la crítica, la prensa cultural y, en especial, el público lector. Bajo esas coordenadas, y a diferencia de otros galardones importantes como el Copé y el del Banco Central de Reserva, en donde concursan obras inéditas, como que el PNL tiene todo el camino para convertirse en el principal premio literario del país debido a la dimensión comprobaba de la obra premiada. De eso van los premios nacionales.

En el referido artículo, también hicimos hincapié a lo que había conseguido la escritora Carmen Ollé con sus memorias Destino, vagabunda (Peisa, 2023). Además, en La República se han publicado tres reseñas sobre este libro. Y lo mismo sucedió con otros medios. No era de extrañar. Carmen Ollé lo contó todo en un proyecto que ya quedó en la historia literaria y que merecía todos los reconocimientos literarios posibles por ser, por donde se mire, alta literatura: conmueve, incomoda, te hace pensar. Destino, vagabunda, transmite, dice cosas. No es un libro más.

En la edición de este año, el PNL estaba consagrado a las categorías de novela, no ficción y literatura en lenguas indígenas u originarias.

Los jurados, según las reglas del Mincul, provienen de a) las escuelas profesionales de Literatura del país, b) las facultades de Humanidades, c) La Casa de la Literatura, d) La Biblioteca Nacional del Perú, e) los centros de investigación o instituciones académicas, también las instituciones civiles que promueven la lectura y f) el Mincul, quien propone a uno de sus anteriores ganadores en su respectiva categoría.

En la categoría novela, no hay mucho que discutir: se impuso por mayoría Rafael Dumett con El camarada Jorge y el Dragón. Destaquemos la mención a las novelas Agua de Lucero de Vivanco y Muchas veces dudé de Luis Nieto Degregori.

Aparte de ser justo lo de Dumett, como que la deliberación del jurado sí debió estar encendida por los puntos de vista de cruzados. Hay otras buenas novelas que han quedado en el camino y que pudieron tener mejor suerte. Preferencias de lado, el panorama indica que la novelística peruana de los últimos dos años es sólida.

De la categoría literatura en lenguas indígenas u originarias, aceptamos que no podemos decir mucho por desconocimiento. Es una tarea pendiente y celebramos que exista una categoría de estas características.

La sorpresa, ya se deduce, está en la categoría no ficción.

Destino: vagabunda no llegó ni a mención. Una mirada a su jurado, conformado por Carlos Caballero Medina, Juan Carlos Ubilluz Raygada, Evelyn Guillén Chávez, Sofía Pachas Maceda y Yamily Yunis Herrera, nos da una idea sobre su visión académica como conjunto (a excepción de Herrera, los demás tienen una saludada trayectoria como docentes e investigadores). La República hizo la consulta respectiva al Mincul para precisar qué instituciones los propusieron (claridad, sobre todo: el dinero de este premio proviene del erario público). Al momento de cerrar esta nota, no obtuvimos respuesta. En ediciones anteriores, este dato sí estaba en los canales oficiales del Mincul.

Más allá de la calidad de la obra premiada y de las menciones honrosas en esta categoría, este jurado no estuvo a la altura de las circunstancias. No tuvo idea de lo que es un premio nacional. No tuvo jerarquía. Confundió no ficción con academia, o la prefirió sobre la no ficción. Por premiar lo que ya está publicado, no significa que se esté libre de errores. Siempre habrá errores, pero estos no pueden hacerse sentir cuando se trata de obras maestras/buenos libros que vienen avalados por los lectores y el sentido común. Si había una oportunidad para reconocer oficialmente a una estupenda autora, cuyo último título es un librazo, era esta.

El PNL de no ficción perdió una ocasión de oro o es que ¿hay un mandato implícito de arriba a la organización del Mincul de que solo lo “conservador”, o variante parecida, debe ser tomado en cuenta, porque aparte de gran literatura, Destino: vagabunda no tiene nada de conservador y sí mucho de disruptivo en cuanto a la dimensión poliédrica de la mujer? No sería extraño pensar en estas directrices. Dina Boluarte y sus operadores tienen una idea moral de lo que tendrían que ser las expresiones artísticas, tal y como lo ha documentado La República en los últimos meses. El Mincul debe hacer público qué instituciones propusieron a los jurados. Hay entidades culturales y educativas tomadas por este Gobierno.

Al jurado de no ficción, le faltó variedad. Antes se convocaban para esta sección a escritores reconocidos como estupendos lectores y a cronistas reputados. Había un equilibro entre la especialidad y la lectura literaria. Los próximos jurados deberán estar mejor chocolateados.

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