Resistencia antimicrobiana: la pandemia silenciosa
En el Perú tenemos altos índices de resistencia a los antibióticos en tuberculosis, neumonías y enfermedades de trasmisión sexual. Las infecciones por patógenos intrahospitalarios son las más peligrosas. Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el 2050, esta será la primera causa de muerte a nivel global.
Un banner desplegado en una feria informativa del Ministerio de Salud en una universidad limeña lleva la frase “no te automediques”. A unos metros de allí, otro cartel de gran tamaño dice, al lado de una foto con pastillas, “no dejes que pierdan su poder”. Son algunas de las ideas fuerza que buscan llamar la atención sobre un tema que preocupa cada vez más a científicos y profesionales de la salud de todo el mundo: la resistencia antimicrobiana. Es decir, el efecto cada vez menor que los fármacos existentes tienen contra los patógenos que nos atacan.
En las carpas de esta feria, profesionales de distintas entidades de salud del Estado informan a los estudiantes sobre el daño que puede causar tomar pastillas sin receta, o les explican los peligros de ciertas bacterias cuando los antibióticos ya no hacen efecto, o les muestran cepas simuladas de algunas de ellas. La idea es generar conciencia de un problema que año a año se hace más presente, tanto que muchos ya lo llaman “la pandemia silenciosa”.
“El concepto ‘resistencia antimicrobiana’ involucra a los antibióticos, que combaten bacterias; a los antifúngicos que se usan contra los hongos; los antivirales que actúan contra los virus; y los antiparasitarios. Es la resistencia que han desarrollado estos organismos a diferentes tipos de medicamentos”, explica el biólogo Ronnie Gavilán, investigador del Instituto Nacional de Salud (INS) del Minsa.
Una de las principales causas de esta resistencia es la automedicación. El experto del INS nos lo explica: cuando uno va a la farmacia y pide al farmacéutico un antibiótico para un dolor de garganta, quizá esté tomando un fármaco que no va a ser efectivo contra la infección que tiene. Y lo que no mata a la bacteria la hace más fuerte. A largo plazo, esto puede provocar cambios en bacterias, virus y demás, lo que los hace inmunes a los medicamentos.
“Hay que recordar que quien atiende en una farmacia no es un médico. No es la persona idónea para recomendar qué tomar”, dice.
Entre las enfermedades con alta resistencia en el Perú está, por ejemplo, la tuberculosis. Ocurre que la TB tiene un tratamiento de varios meses y, en el camino, el paciente no lo sigue según la prescripción médica o lo abandona cuando empieza a sentirse mejor. Al dejar de tomar los antibióticos, la bacteria que estaba siendo derrotada sobrevive y se hace resistente a todo el cóctel de fármacos usados. Por eso, el Perú es uno de los 16 países a nivel mundial que concentran la mayor cantidad de tuberculosis multidrogo resistente (MDR), según la Asociación Latinoamericana del Tórax.
El peligro en este caso, además de la situación en que pone al paciente, es que la TB es altamente contagiosa en el ambiente.
Contagio común e intrahospitalario
El biólogo Ronnie Gavilán explica que la población se contagia con dos clases de patógenos: los comunitarios (los que adquirimos en la casa, en el transporte, en la comunidad) y los intrahospitalarios, que son los más peligrosos y también se denominan ‘infecciones asociadas a la atención en salud’. “La mayor cantidad de infecciones por bacterias multidrogo resistentes o superbacterias son intrahospitalarias”, dice el experto. El uso de antibióticos en los hospitales genera el ambiente idóneo para la aparición de estos patógenos con gran capacidad de sobrevivencia o inmune a distintos fármacos.
“En el Perú, otro caso fuerte de resistencia es la bacteria Neisseria gonorrhoeae, que produce la enfermedad de transmisión sexual del mismo nombre. En una primera etapa se trata con antibióticos del principio quinolona. En un estudio que hemos hecho desde el 2018 hasta el 2024, hemos visto que el 98% de las cepas de esta bacteria son resistentes a este antibiótico”, cuenta Gavilán. La normativa del Minsa todavía señala que debe usarse como tratamiento inicial, pero eso debe cambiar.
Otras bacterias intrahopitalarias altamente resistentes a los medicamentos son la klebsiella pneumoniae, la Pseudomonas aeruginosa, la acinetobacter y la Escherichia coli, (vinculadas a infecciones respiratorias, estomacales, y sepsis). Un artículo científico publicado por investigadoras de la Universidad Cayetano Heredia en la revista American Journal of Tropical Medicine el 2023, que analizaba las infecciones en el torrente sanguíneo causadas por estas bacterias en pacientes hospitalizados de varias regiones del país, señalaba que más del 80% de estas infecciones eran resistentes a antibióticos y el 69% eran multidrogo resistentes.
Esos datos son ilustrativos del grave problema de salud que significa la resistencia antimicrobiana (RAM): puede prolongar el tratamiento, hospitalización y recuperación de los pacientes, aumentar costos y causar la muerte.
Alerta mundial
Información de la OMS y de otras agencias estima que al 2050 habrá 10 millones de muertes anuales relacionadas con la resistencia antimicrobiana, con lo cual se supera a enfermedades como el cáncer y se convierte en la primera causa de muerte global. Para el 2035, se prevé que la mitad de los antibióticos actuales ya no tengan ningún efecto y no se puedan usar.
¿Qué se puede hacer ante ese panorama?
El plan multisectorial para enfrentar las infecciones en el Perú contempla cinco objetivos: 1) generar conciencia sobre el tema en ciudadanos, profesionales de la salud y productores. 2) Producir evidencia, aumentar conocimientos y base científica de este problema, basados en investigación y vigilancia. 3) Reducir infecciones mejorando áreas como el acceso al agua y saneamiento. 4) Usar con mayor eficacia antimicrobianos en la salud humana, y en la sanidad animal y agrícola. 5) Contar con un programa presupuestal que incluya atención en salud y compra de nuevos medicamentos.
Un tema adicional respecto a la resistencia a los antimicrobianos es que el 70% de los antibióticos que hoy se producen a nivel mundial está destinado al sector agropecuario. Se sabe por ejemplo que hoy se usan fármacos para que los pollos de granja o animales mayores no sufran infecciones, o crezcan más rápido, o produzcan más carne. Algo parecido ocurre en la producción agrícola. Y la información sobre los efectos en la salud humana y el impacto en el medio ambiente todavía es muy escasa.
Por ejemplo, si muchas piscigranjas y criaderos de productos marinos usan antibióticos en su producción, ¿a dónde va el agua de sus piscinas cuando es desechada?
Los expertos coinciden en que con el paso del tiempo los fármacos pierden parcialmente sus efectos porque siempre hay un nivel de resistencia de los patógenos, pero en los últimos años ese proceso se ha acelerado. “La resistencia a los antimicrobianos es una de las 10 principales amenazas de salud pública a las que se enfrenta la humanidad”, dice la OMS. El experto del INS nos dice: “Debemos tomar solo los medicamentos que nos receta el médico. Actuemos responsablemente”. Otra brecha a cerrar está en los antibióticos que no tomamos directamente, pero que sí están en los alimentos y el medio ambiente.
Un proyecto de ley que espera en el Congreso
En la Comisión de Salud del Congreso hay un “proyecto de ley marco para la contención de la resistencia antimicrobiana” que espera para su debate en el Pleno. La norma plantea “establecer los mecanismos públicos de coordinación y gestión necesarios para contener la resistencia a los antimicrobianos bajo el enfoque ‘Una Salud’, a fin de cuidar a las personas, animales y ecosistemas, contribuyendo al desarrollo sostenible”.
La ley propone crear el Órgano Consultivo de Contención de la Resistencia a los Antimicrobianos conformado por representantes de las entidades públicas y privadas del nivel nacional, regional y local, así como especialistas de la sociedad civil y la academia, para que a través de sus aportes contribuyan en la implementación de políticas, normas, programas, y medidas relacionadas con la contención de este problema.