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A María Corina Machado

La veo a usted en pequeñas apariciones en canales de la TV venezolana en Miami, también, en algunos mensajes que usted envía por el WhatsApp, a la población para que mantenga viva las esperanzas y anhelos de cambios que se materializó en el proceso electoral del 28 de julio. Ahora, se le ve, aunque no tan a menudo como antes, pero esto es una cuestión totalmente explicable y justificable dada la cacería que la dictadura y sus cuerpos de seguridad mantienen sobre usted. 

La veo respondiendo a la ira que usted provoca en la nomenclatura del régimen. Rabia que se expresa a veces desinformando (MCM ha huido como una cobarde y para ello “ya compró maletas marca Gucci y se prepara para irse a Nueva York”, le dice un Maduro, un poco descompuesto y ojeroso, todo ello, con apodos por delante: “la abeja Reina” “la Sayona”, últimamente la ha llamado “La reina del narco”. Esto no sorprende a nadie, pues es la patológica actuación de quien sufre el “efecto espejo”), otras veces amenazando (“Ya está en la calle la orden de detención contra MCM”, dice el fiscal. Lo dice también en los mismos términos Jorge Rodríguez y Diosdado Cabello, haciendo énfasis, bien desde la presidencia de la AN o desde el programa Con el mazo dando, en la acusación usual que el régimen hace contra los sectores de la oposición, esto es, de “Traición a la patria” o “terrorista”).

Después de las elecciones norteamericanas del 5 de noviembre, la he visto y escuchado felicitando a Donald Trump por su triunfo. Esto no tiene nada de pecaminoso. “Lo cortés no quita lo valiente”, dice el viejo dicho y se entiende que le desee buenos augurios, en este segundo mandato.

Pues, en todo caso, Trump no es cualquier presidente, será el mandatario del país más poderoso del mundo y pedir su apoyo en la recuperación de la democracia para el país, tampoco es un pecado. Esto se le ha pedido a todo el mundo: a la UE, a la ONU, a la OEA, etc. 

Bueno, hasta allí.

Pero, a mi juicio, ¿hasta dónde usted no debe deslizarse? Bueno, pienso y digo yo, que no debería unirse al jolgorio y al delirio de los que Elías Pino Iturrieta ha llamado los “Magazolanos” (aquellos venezolanos, especialmente los más activos en las redes sociales y canales de televisión venezolanos en Estados Unidos, que “baten palmas cuando un sujeto como el que combaten en casa se adueña de la mansión más poderosa del hemisferio”).

Usted, María Corina, tiene una ética y una moral de la que absolutamente carece Donald Trump. Usted se ha conducido políticamente de manera firme, valiente, inteligente, coherente y honesta durante toda su vida pública. Trump, contrariamente a usted, es la expresión máxima de cómo se es “un delincuente sin delito”. Usted no tiene nada que ver con aquel que llegó al poder con “el célebre lema ´Agárralas por el coño´” y que ya ha nombrado en su gabinete a dos personajes que, como él, son abusadores sexuales.

Pero, hay otro elemento, que pienso, es más importante. Se trata de su proyecto de orden posautoritario para Venezuela, o lo que es lo mismo, su proyecto de refundación democrática del país.

Obviamente, no soy prácticamente nadie para aconsejarle, pero voy atreverme a sugerirle que usted debe desligarse de la prédica neoliberal que hace la llamada “ultraderecha” tipo Milei, Bolsonaro y Trump, para nombrar solo a los de este lado del Atlántico que, llamándose “libertarios” solo anuncian el camino sin escrúpulos hacia el autoritarismo.

En mis artículos de meses anteriores, califiqué su propuesta de “liberal clásico”, como aquel que se casó en un momento determinado con la democracia, esa que ha sido calificada de burguesa, pero que nos enseñó a vivir con las diferencias y los diferentes, la separación de poderes, que creó, como dice, el viejo Pepe Mujica, una cultura y nos trajo el espíritu de relaciones adultas. En fin, que articuló el orden mediante el respeto al “otro” que es visto como adversario y no como enemigo. Un proyecto de una sociedad de ciudadanos y no solo de consumidores.

 En realidad, pienso que para el proyecto que usted encabeza la expresión más feliz sea aquella de “tanto mercado como sea posible, tanto Estado como sea necesario”. Usted disculpe, pues, esto suena a Eduardo Fernández, candidato contra Carlos Andrés Pérez en 1988, aunque la frase es de Willy Brandt, que con ella realizó el milagro alemán, después de 1958 

Pero, bueno, espero que usted entienda, que aun con la desastrosa experiencia de esta dictadura que poco tiene que ofrecer a los venezolanos, y aun después de la derrota enorme que le fue infligida el 28 de julio por la oposición que encabezara Edmundo González Urrutia con usted  el chavismo sigue siendo una fuerza institucional importante (lo que siempre hemos dicho): controla a la FANB, la AN, el TSJ, CNE, gobernaciones y alcaldías y una significativa fuerza paramilitar, es decir, el chavismo no va a desaparecer de la noche a la mañana. 

Dada esa cuestión, presumo, no hay posibilidad de una derrota militar del chavismo. Esto significa que la vía de una ruptura radical con la dictadura, por ahora, no es posible, eso a despecho, de los “magazolanos que presumen que con Trump el mandado está hecho: “por las buenas o por las malas”.

Entonces, vuelvo a tener el atrevimiento de sugerirle a usted, pero también a la oposición, que con su fuerza y liderazgo se convoque a una movilización masiva de los ciudadanos como ya lo hicieron los uruguayos en 1980, las masivas movilizaciones en Argentina en 1983, las brasileñas en 1984 y los chilenos en 1988. Todas ellas condujeron hacia la recuperación de la democracia y en Venezuela, redundaría en presionar, desde dentro, desde nuestras energías populares y nacionales, al régimen y sus fuerzas para negociar una salida pacífica.

Pero, por supuesto, eso no basta para la recuperación de la democracia. Usted y el gobierno de transición que se instale van a lidiar con la tensión permanente entre “la reconstrucción del sistema político y las exigencias de gobernabilidad”, de allí la necesidad de la construcción de pactos (sin pacto no hay proyecto) por lo menos en dos sentidos (un tercer pacto sería el constitucional y asumo que se gobernará, transitoriamente, con la misma Constitución Bolivariana), primero, un pacto partidario, multipartidario, que trascienda el actual acuerdo de la Plataforma Unitaria. Esto sería un pacto para gobernar que, supere las mezquindades del liderazgo que han caracterizado a la oposición venezolana y un acuerdo en sentido estricto entre los empresarios, los trabajadores y el Estado. 

La conjunción de estos acuerdos desembocaría en la reinstitucionalización del país, es decir, en la recuperación de los procedimientos formales, porque sin ellos, tampoco, no hay democracia.

Usted, María Corina Machado, es el factor más importante para responder a las demandas que hoy hace el pueblo de Venezuela. No es nuestra particular y nueva Mesías. Es, eso sí, la mediación más importante para recuperar el sentido de “comunidad de destino” que hemos perdido.

La entrada A María Corina Machado se publicó primero en EL NACIONAL.

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