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De Don Juan a Felipe VI: la ciudad y Cataluña, con la Corona

Abc.es 
Después de unos años marcados por la agitación del 'procés', no resulta descabellado afirmar que la Corona y Cataluña viven en estos momentos una especie de luna de miel. Tras las últimas elecciones, la Generalitat de Cataluña y el Ayuntamiento de Barcelona, con Salvador Illa y Jaume Collboni, respectivamente, al frente, pusieron en marcha toda la maquinaria para que Cataluña y su capital recuperasen las buenas relaciones con la Casa del Rey, tensionadas en los últimos años por el desafío secesionista. La prioridad de Illa y Collboni ha sido mostrar su respeto hacia la más alta magistratura del Estado con el fin de normalizar las relaciones con la Corona y así dejar claro que en Cataluña ha habido un cambio político, que en la sociedad civil se respiran aires renovados. Para muestra, basta con hacer un repaso a los últimos encuentros que Illa y Collboni han mantenido con Felipe VI. El pasado 13 de octubre, sin ir más lejos, el Rey viajó a Barcelona para seguir la final de las regatas de la Copa América a bordo del buque Juan Carlos I e Illa fue a buscarle al aeropuerto y, desde allí, Felipe VI y él volaron en el mismo helicóptero hasta la cubierta del buque de la Armada, que se encontraba al lado del campo de regatas. Esta imagen, hace tan solo un año hubiera sido impensable, como también lo habría sido el hecho de que el Rey encadenase tres citas en cuatro días con el presidente de la Generalitat. Unas semanas antes, el 18 de septiembre, se producía otra imagen relevante e insólita desde 2015: Illa recuperó la costumbre de los presidentes autonómicos de acudir al Palacio de la Zarzuela para ver a Felipe VI después de ser investido presidente de la Generalitat, algo que sus antecesores – Carles Puigdemont, Quim Torra y Pere Aragonés – no hicieron cuando fueron elegidos. El último en haber acudido a esta cita con el jefe del Estado fue Artur Mas. Y el 12 de octubre, tras 14 años de ausencias, un presidente de la Generalitat acudía al desfile del Día de la Hispanidad. Ocurre lo mismo con Collboni. El mismo día en que el Rey recibió a Illa en Zarzuela, por la tarde, mantuvo una audiencia privada con el alcalde de Barcelona en el Palacete Albéniz, que escenificó la recuperación institucional que rompió Xavier Trias como alcalde de la ciudad. El Rey, que por entonces era Juan Carlos I, no había recibido en audiencia a ningún alcalde de Barcelona desde 2006. El último fue Jordi Hereu y la reunión, además, había sido en Madrid. Desde entonces, entre 2011 y 2023, los mandatos de Ada Colau y Trias habían supuesto una ruptura unilateral de las relaciones por parte del nacionalismo con la jefatura del Estado. El 'procés' y sus años previos acabaron con unas relaciones entre la Corona y Cataluña que siempre habían sido cordiales y respetuosas. Durante estos años convulsos, Felipe VI se mantuvo frío y sereno, pero no distante: siguió visitando Cataluña pese a que no era bien recibido porque entendía que era una Comunidad Autónoma más del conjunto de España y que la jefatura del Estado no podía reducir su presencia allí pese a lo que estaba sucediendo. Y, en el momento más difícil, el 3 de octubre de 2017, dos días después del referéndum ilegal, se dirigió a los catalanes –a todos, separatistas y ajenos al 'procés'–, para lanzar un mensaje rotundo: que la Corona siempre defendería «el normal funcionamiento de las instituciones, la vigencia del Estado de Derecho y el autogobierno de Cataluña, basado en la Constitución y en su Estatuto de Autonomía». A Felipe VI solo le bastaron seis minutos para acabar con la sensación de vacío de poder e incertidumbre que se respiraba entonces en Cataluña. Aquel mensaje televisado del Rey no fue un momento aislado en el que Don Felipe habló de Cataluña e hizo referencia a su identidad. A lo largo de sus diez años de reinado, han sido muchas las ocasiones en las que se ha dirigido de forma personal a los catalanes. Si está en Cataluña, siempre pronuncia sus discursos en castellano y en catalán. Su primera intervención fuera de Madrid después de ser proclamado Rey fue el 26 de junio de 2014, durante la entrega de premios Princesa de Girona. Habló entonces de Cataluña, de su cultura y de la importancia de las instituciones. En su primer mensaje de Navidad, también hizo referencia a Cataluña: «Es evidente que todos nos necesitamos. Nadie en la España de hoy es adversario de nadie». Y, en la nochebuena de 2017, se refirió de nuevo a Cataluña: «El camino no puede llevar de nuevo al enfrentamiento». Al igual que Felipe VI, los Reyes Juan Carlos y Sofía también eligieron Cataluña para su primer viaje oficial tras su proclamación. Fue el 16 de febrero de 1976 cuando, en el Salón del Tinell, Juan Carlos I se dirigió a las autoridades y una representación de la sociedad civil en catalán. El Rey admitió que llegaba a Cataluña «con emoción» y apuntó que, como jefe del Estado, «en expresión de las Leyes Fundamentales», él era «el representante supremo de la Nación» y que quería «estar en contacto permanente con cuantos elementos la integran», que quería «ser Rey de todos los ciudadanos y de todos los pueblos» de España. «No puede haber distancia ni barrera entre la Institución monárquica y el pueblo, para cuyo servicio aquélla existe», expresó entonces Don Juan Carlos. Recordó que su «cariño por Cataluña» le venía de antiguo: por sus abuelos, que le habían mostrado «especial predilección por estas tierras» y por los ratos que él también había pasado en Cataluña. Juan Carlos I se dirigió al pueblo catalán de una forma muy personal para reafirmar la importancia que él y la Corona daban a Cataluña para culminar el proceso de transición democrática hacia la Democracia en la que España se había embarcado tras la muerte de Franco y su proclamación como Rey: «Yo quisiera convocaros hoy a todos a una gran tarea de ilusión y entusiasmo para el futuro. Una obra común fundamentada en la libertad de cada uno, a la que no podemos renunciar porque Dios nos la ha dado». Don Juan Carlos se dirigió a los catalanes para decirles que contaba con ellos para «una gran tarea de paz y armonía social, resultado del respeto a la Ley (...) Una obra de unidad, de la que vendrá nuestra fuerza, con el fin de que un Estado fuerte asegure a nuestro pueblo, en la dura competencia internacional, el progreso y el bienestar al que tiene derecho». Si con Juan Carlos I en el plano institucional la relación de Cataluña con la Corona fue correcta, en el plano personal –precisamente por ese «contacto permanente» que el Rey se propuso tener con todo el país–, el padre de Felipe VI fraguó estrechas amistades con empresarios, regatistas y miembros destacados de la burguesía catalana, que le permitieron conocer y entender en profundidad al pueblo catalán. Estas relaciones le llevaron a visitar Barcelona con frecuencia de manera privada. Tanto fue así que se convirtió en cliente fijo del peluquero Pascual Iranzo. La mayoría de veces en las que trascendía que Don Juan Carlos estaba en la ciudad, era porque se le veía llegar para cortarse el pelo; o cuando salía de Semon, su refugio gastronómico en Barcelona y donde convocaba a sus amigos siempre que se encontraba allí. Estos vínculos privados le servían a Don Juan Carlos para detectar lo que pasaba en Cataluña, a lo que se sumó su buena relación con Jordi Pujol. Fue precisamente cuando Pujol dejó de ser presidente de la Generalitat cuando las relaciones comenzaron a cambiar poco a poco, hasta que llegó Artur Mas y el respeto institucional se deterioró. En el plano familiar, la presencia de la Corona se hizo fija durante las vacaciones de Navidad, cuando todos los años la Familia Real al completo se instalaba en Baqueira para disfrutar de unos días de esquí. Bajando esas pistas el Rey Felipe y las Infantas Elena y Cristina aprendieron a esquiar desde niños. Y así el deporte se convirtió en otro vínculo de la Familia Real con Cataluña. Todos asistieron durante años a regatas en Barcelona y no se puede olvidar la implicación de la Familia Real en los Juegos Olímpicos de 1992, cuando un jovencísimo Príncipe Felipe lideró al equipo de atletas español siendo abanderado y se puso ver a una emocionadísima Infanta Elena desde las gradas. Más allá de los reinados de Felipe VI y Juan Carlos I, la importancia que la Corona ha dado siempre a Cataluña se vio también con Don Juan de Borbón, quien siendo Rey en el exilio siempre utilizó el título de Conde de Barcelona, una de las distinciones que lleva implícita el titular de la Corona. Al no poder utilizar el título de Rey de España, tuvo el gesto de utilizar el de Conde de Barcelona porque sabía la importancia de la vinculación de la Casa del Rey con Cataluña. Cuando Juan Carlos I fue proclamado Rey, dejó que su padre siguiera utilizándolo. Haciendo gala de este título, Don Juan financió la restauración de una zona del Monasterio de Poblet, donde yacen los restos mortales de todos los soberanos de la Corona de Aragón, que eran condes de Barcelona. Fernando el Católico fue el último en ser enterrado allí. Desde Don Juan y hasta Felipe VI, la importancia de Cataluña para la Corona se ha demostrado en profundidad a lo largo de los años con gestos y palabras.

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