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Un congreso bajo sospecha

Abc.es 
EL PSOE celebra este fin de semana en Sevilla su XLI Congreso Federal bajo el lema 'España adelanta por la izquierda' con un año de anticipación respecto del calendario original. La convocatoria fue diseñada expresamente durante el último verano por Pedro Sánchez como una segunda parte de aquellos cinco días de reflexión que se tomó en abril cuando su esposa, Begoña Gómez, empezó a ser investigada por la Justicia. La excusa oficial fue renovar la dirección, lo que implicaba adelantar los congresos regionales y elegir nuevos líderes territoriales ante los pésimos resultados de los socialistas en las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2023 que provocaron una notable pérdida de poder territorial. Sin embargo, los motivos reales tenían más que ver con la necesidad de Sánchez de reactivar el partido para tenerlo a punto ante un eventual escenario electoral y la consolidación del sanchismo en una doble vertiente: por un lado, como proyecto político destinado a normalizar los pactos con las izquierdas y los nacionalismos periféricos –incluidos aquellos con los que los socialistas nunca iban a pactar como Bildu o la derecha separatista catalana–, y como proyecto personalísimo, ante la necesidad de defender la honorabilidad de su entorno más cercano de aquellas sombras que proyectaba la Justicia sobre ellos. El Congreso socialista tenía, entonces, un cierto aire de cita con la historia. Se trataba de demostrar que el sanchismo no era flor de un día, sino un proyecto consistente, con vocación de prolongarse en el tiempo, como el mismo presidente del Gobierno recordó durante su reciente intervención en el congreso de UGT. Sin embargo, nadie pensó que las investigaciones judiciales sobre su grupo familiar y sobre algunos de sus colaboradores más destacados iban a avanzar tan rápido que llegaríamos a la inauguración del mismo con una quincena de ellos bajo sospecha. Los casos son muy variopintos, pero todos ellos tienen el sello del abuso de poder, la falta de transparencia y el retorcimiento institucional que se han convertido en marca de fábrica del sanchismo. Cualquier pensaría que no hay peor momento para celebrar un acto partidario de este tipo. Sin embargo, el Gobierno ha convertido la manipulación de la verdad y la propagación de bulos en una constante de su actuación. Se trata de inundar el ecosistema informativo con medias verdades para que el ciudadano acabe relativizando la gravedad de los abusos. Y un Congreso como el de este fin de semana ofrece un escenario ideal para ello. Por eso, es el momento de que los socialistas se pregunten en serio qué quieren que sea el PSOE en los próximos años . Si desean ser una fuerza mayoritaria, capaz de ejercer una hegemonía, o un simple articulador de mayorías parlamentarias. La sociedad española siempre ha considerado con respeto el papel del PSOE como partido sistémico y ha prestado interés a sus debates ideológicos y a sus planteamientosterritoriales. Sin embargo, la ponencia que se somete a discusión este fin de semana rehúye claramente cuestiones críticas como los indultos, la amnistía y la plurinacionalidad. Ni siquiera la nueva financiación de Cataluña figura como asunto destacado pese a los ríos de tinta que han corrido. Esta ausencia de los temas centrales del debate español deja el camino abierto para que el Congreso se convierta en un simple acto de exaltación personal de Sánchez, su esposa y su hermano. Y significa que lo que se va a certificar en Sevilla es la irrelevancia de su partido como actor de la política nacional.

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