Mi silla para la Magna
Hace una semana que confesé mi frustración porque me había quedado sin silla para la Magna. Me dio coraje. Todavía sigue clavado en mi mente ese maldito circulito dando vueltas una y otra vez en la lista de espera interminable que me condujo a la nada y me hizo ver con cierta envidia a todo el que presumía de haber logrado tan preciado tesoro. Pero como a tozudo no me gana nadie, no cejé en mi empeño y esperé mi oportunidad con más paciencia que la que hay que tener frente a los 3.000 nazarenos de la Macarena una Madrugada. Y hoy, siete días después de aquel jueves negro, vengo a contarles que ya tengo mi silla. Resulta que poco... Ver Más